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Viernes, 16 junio 2017 12:58

60 años de la Hoja de Caridad de Cáritas Madrid

60 años de la Hoja de Caridad de Cáritas Madrid

«Todos estos años se me han pasado como un suspiro, y me da mucha alegría pensar que he vivido bien mi vida, en una tarea tan noble». Quien así habla es la hija de la Caridad Josefina Salvo Salanova. A sus 84 años, esta religiosa lleva en Cáritas Madrid desde 1960, encargada de la publicación en ABC de la Hoja de la Caridad, que este año cumple 60 años de vida. En estas seis décadas, la Hoja ha dado respuesta a 68.680 casos: 68.680 familias y personas que han salido adelante gracias a la sensibilidad de un número incontable de donantes.

Cada Hoja de la Caridad publica las necesidades concretas de alguna persona en dificultad, con la cantidad exacta que precisa para pagar el recibo de la luz, parar un desahucio, comprar las gafas de un niño o colocar una prótesis para alguien con una pierna amputada. «Es una oportunidad que ofrecemos a la gente para participar en la ayuda de los más necesitados. Nosotros hacemos solo el trabajo técnico, ponemos en contacto las necesidades de unos con la buena voluntad de otros», asegura sor Josefina.

La oportunidad de ser mejor persona

La Hoja de la Caridad «es un servicio al pobre, pero también es un servicio al donante, porque le damos la oportunidad de ser mejor. Así lo veo yo: alguien que ha hecho algo por los demás es mejor persona», afirma la religiosa, que constata que «muchos se deciden a colaborar tras conocer una necesidad por la que ellos mismos han pasado en algún momento, como un matrimonio que se decidió a ayudar a un niño con una lesión ocular, después de que uno de sus hijos pasara por lo mismo tras un accidente».

En otras ocasiones, hay gente que se une, por ejemplo compañeros de oficina, para cubrir casos más grandes. Otros destinan parte de su paga extra para alguno de los casos que se publican. Sor Josefina recuerda especialmente «un dinero, para mí el más sagrado, de un donativo que nos llegó con unas cifras raras. Descubrimos que procedía de una persona que había estado en paro y que había recibido la ayuda de Cáritas, y que tras encontrar trabajo dio su primer sueldo para la Hoja de la Caridad».

También ha habido niños que han querido dar sus regalos de Primera Comunión a la Hoja de la Caridad, y matrimonios que han hecho donativos por sus bodas de oro y de plata, y parejas que al casarse han renunciado a tener una boda con mucho fasto para poder ayudar a otros… Muchas veces se ha presentado el mismo domingo de la publicación alguien con un donativo para un caso que acababa de leer en el periódico.

Durante muchos años, la hoja fue quincenal, y en la actualidad se publica el primer domingo de mes. Siempre se conserva el anonimato del beneficiado y nunca se pone en contacto al donante con quien recibe el donativo.

Un termómetro de Madrid

En los últimos años, por la hoja han pasado hipotecas sin pagar, paro, desahucios…, «pero nosotros no queremos dar noticia de que hay problemas, eso ya lo sabe todo el mundo. Nosotros queremos poner un rostro a esos problemas, antes de que se conviertan en una mera estadística. Queremos mostrar cómo vive la persona y la familia su problema particular», dice sor Josefina.

Además, no se busca resolver la situación completa de la persona, sino dar el primer empujón que la ayude a salir adelante, y cada caso llega con un riguroso proceso de acompañamiento realizado desde la propia Cáritas.

En estos 60 años «siempre se han cubierto todas las demandas. Todos los casos se cubren, y los que no salen también, porque tenemos unos casos de reserva que también se cubren gracias a los donativos que nos hacen. Es que si no…, ¡ya me habrían echado!», dice sor Josefina entre risas.

La hoja es un termómetro de los problemas por los que pasa la sociedad, pero también es un termómetro del corazón de Madrid, que no se cierra ante las necesidades de muchos semejantes. «A lo largo de los años me he dado cuenta de que la hoja es una pequeña esperanza para aquellas personas que lo están pasando mal. Hay gente que va sobreviviendo como puede durante muchos meses pero llega a un punto en que no puede seguir adelante, porque hay economías flojitas. Entonces saben que van a tener a Cáritas para ayudarlos en el empujón que necesitan. Saben que no están solos».

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