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Domingo, 24 enero 2016 16:49

El arzobispo anima a caminar por el mundo «ungidos por el Espíritu, anunciando la Buena Noticia, regalando libertad» en la Jornada de la Infancia Misionera

Esta mañana, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, ha presidido una Eucaristía con motivo de la Jornada de la Infancia Misionera en la iglesia Nuestra Señora de las Delicias. En su homilía, el prelado ha recordado que todos somos parte de la Iglesia con el título de «hijos de Dios» y que esto nos lleva a compartir lo que Él nos da, es decir, a «ser misioneros». Esta Jornada, según ha subrayado, sirve para «mostrar a todos los niños y niñas que este mundo puede ser diferente si los hombres vivimos siendo hijos de Dios y lo practicamos viviendo como hermanos, es decir, paseando por este mundo como nos ha dicho Jesús en el Evangelio: ungidos por el Espíritu, anunciando la Buena Noticia, regalando libertad, vista, eliminando toda opresión», ha añadido.

Homilía íntegra

La Jornada de la Infancia Misionera que celebramos nos invita a contemplar a Jesús siendo Niño. La belleza de la infancia la ha dado Dios mismo. Él ha querido hacerse niño, pequeño. Y ya desde niño manifestó que debía ocuparse de las cosas de su Padre, de las cosas de Dios. La belleza de la infancia nos la manifiesta Jesús en la predilección que mostró y manifestó por los más pequeños, tal y como leemos en el Evangelio (cfr. Mc 10, 13-16). Por ello no es de extrañar que, cuando tenemos noticia de esto, digamos al Señor «Gracias» por la vida, por la fe, por la familia por habernos llamado desde pequeños a ser miembros de tu Iglesia, por considerarnos tanto y decir a todos los hombres: «dejad que los niños se acerquen a mí», por buscarnos para darte a conocer a todos los hombres con nuestras obras.

La Palabra de Dios que acabamos de proclamar nos invita a todos, pero muy especialmente hoy a vosotros los niños, a ser conscientes de tres realidades:

1) Sois miembros de la Iglesia: el Señor ha querido haceros miembros de su Pueblo que es la Iglesia. Como habéis escuchado, el apóstol san Pablo compara la Iglesia con el cuerpo humano que tiene muchos miembros, pero es un solo cuerpo (manos, ojos oídos, corazón, piernas, brazos, etc., pero un solo cuerpo). Por eso nos dice, Cristo es la Cabeza del cuerpo, «vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro», pero a pesar de ser muchos somos un solo cuerpo, «hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo». ¡Qué alegría ser miembro de la Iglesia! ¡Qué alegría participar de la misión que Jesús ha dado a la Iglesia: anunciar la Buena Noticia que es Jesucristo! ¡Qué alegría que cuente el Señor también con vosotros: «dejad que los niños se acerquen a mí»!

2) Os quiere mucho el Señor: lo muestra en su vida, pues desde muy pequeños el Señor os dice, tal y como nos decía el libro de Nehemías, «no estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza». Quiere, desea, propone, suscita, que vosotros, los niños, estéis cerca de Él, que nadie impida esta cercanía, que nadie os utilice u os escandalice, que nadie os descentre. Que todos los niños y niñas sean amados, respetados, considerados, acogidos, nunca explotados o víctimas de la violencia, que tengan la atención que se merecen quienes son el futuro y la esperanza de la humanidad. Una cultura que no os abra a todas las dimensiones de la existencia humana a quienes estáis iniciando la vida, es una cultura que fragua el desencuentro y la indiferencia. Por eso, vosotros, los niños, queréis tener un Maestro, el único Maestro que enseñó con su vida de palabra y de obra cómo construir la familia humana, regalando al ser humano el título más importante, «hijo de Dios», que es el que nos capacita en el núcleo de nuestra existencia para ser hermanos.

3) Mostrad y anunciad lo que Él os quiere y os da: esto es ser misioneros. Esto es lo que desea la Jornada de la Infancia Misionera: mostrar a todos los niños y niñas que este mundo puede ser diferente si los hombres vivimos siendo hijos de Dios y lo practicamos viviendo como hermanos, es decir, paseando por este mundo como nos ha dicho Jesús en el Evangelio: ungidos por el Espíritu, anunciando la Buena Noticia, regalando libertad, vista, eliminando toda opresión. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor».

El lema de esta Jornada de la Infancia Misionera es sencillo, se reduce a una palabra: «Gracias». Gracias por habernos llamado a ser miembros de la Iglesia, gracias por querer tanto, Señor, a los niños y niñas, gracias por contar con nosotros para darte a conocer, para ser misioneros, para ser IM. «Gracias» es una palabra que la entienden todos los hombres y que sale del corazón de todo ser humano cuando haces llegar a otro un bien. Y el bien más grande es acercar a otro el rostro y el amor mismo de Dios, el cariño de Dios. Querer como Dios mismo nos quiere, querer como nos lo revela Jesús: estando al lado de todos los hombres, no dejando a ninguno en la orilla; todos en el centro, todos son iguales y quienes más necesiten, más en el centro, para que todos nos ocupemos más de ellos. ¡Con qué espontaneidad nace, cuando te hacen el bien, la palabra «Gracias»! «Gracias» dice todo: te quiero, te necesito, cuento contigo.

A todos los miembros de la Infancia Misionera, la palabra «Gracias» os recuerda: I) El decálogo misionero, en uno de sus postulados dice, que «un niño misionero siempre dice: “Gracias”»; II) Os impulsa a ser contemplativos de todos los niños y niñas de todas las partes de la tierra, ver sus situaciones y compartir siempre; 3) Os compromete a vivir la alegría de anunciar a Jesús, que da a la vida humana tal novedad, que nos hace compartir con otros todo, también la fe en Jesús que nos impulsa a «ser misioneros» y dar a conocer a quien hace felices a los hombres y nos hace ser «hijos de Dios» y «hermanos», ¿cómo nos vamos a decir «Gracias cuando el Señor cuenta con nosotros para que todos conozcan a Jesús que nos revela quién es Dios y quiénes somos los hombres?

El cartel de esta Jornada de la Infancia Misionera es elocuente: vemos niños y niñas, contentos, felices, llenos de alegría, son de lugares diferentes, lo manifiestan los rasgos externos, en el grupo hay de todas las razas, pero todos identificados con dos letras mayúsculas: IM, que quiere decir Infancia Misionera; conocen a Jesús y quieren darlo a conocer a todos los niños de la tierra. Y juntos llevan una pancarta que dice «Gracias». En su corazón esas gracias son por la vida, por la fe, por suscitar en su corazón el compartir todo, lo que tienen y lo que son, también a Jesús.

El Señor se acerca a nosotros ahora en el Misterio de la Eucaristía. Es Jesús realmente el mismo que nació en Belén, que murió en la Cruz, que ha resucitado. Cuando esté presente entre nosotros, decidle: «Gracias», quiero ser tu misionero. «Gracias» porque te preocupas de todos los hombres, a nadie descartas. «Gracias» por querernos tener cerca de ti a los niños. «Gracias» por regalarnos como Madre a tu Madre. Os animo a Estar siempre en la onda de Jesús. Él no solamente os ve, sino que sintoniza con vuestra onda, quiere quedarse y estar con vosotros, quiere establecer una amistad fuerte con vosotros. Que cuando alguien os pregunte: «¿Qué amigos tienes?», puedas responder con prontitud: «Tengo uno muy especial, Jesús, que me hace tener muchos otros amigos y descubrir la verdadera amistad. Y quiere que sea hermano de todos los hombres». Amén.

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