La catedral de la Almudena acogió el pasado domingo, 9 de mayo, la Misa de la Pascua del Enfermo, organizada por al Delegación Episcopal de la Salud. Con ella se clausuraba la Campaña del Enfermo, que se ha desarrollado en la Iglesia en España desde el 11 de febrero con el lema Cuidémonos mutuamente. La Eucaristía estuvo presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, y fue concelebrada por, entre otros, los obispos auxiliares monseñor Jesús Vidal y monseñor José Cobo; el vicario para el Cuidado de la Vida, Javier Cuevas; el delegado episcopal de la Salud, José Luis Méndez, y capellanes de hospitales.
En su homilía, el arzobispo de Madrid habló sobre el amor de Dios y apuntó que Él «quiere hacer llegar este amor a quienes sufren más»; se acerca a todos los hombres, pero especialmente «quiere que nos acerquemos a los que más necesitan». «No podemos negar la cercanía y el amor de Dios a nadie», indicó. Un amor que es «para entregárselo a los demás, no para guardarlo nosotros». Quien no se sitúa al lado de los que más sufren «no ha conocido a Dios: Dios es amor». La solidaridad y el altruismo, recordó, «son virtudes humanas, espléndidas», pero el amor, «la caridad, es una virtud sobrenatural». Así, el camino para encontrarse con Dios pasa por dejarse amar y amar.
«Esta es la experiencia más fundamental que necesitamos tener los hombres», añadió, la del amor de Dios, sobre todo «en el sufrimiento». Y ese amor de Dios está manifestado en la vida de Jesucristo. Por tanto, un discípulo de Jesús «imprime en quien se encuentra el amor de Dios», que no es una teoría ni gestos. De esta experiencia de ser amado nace la alegría, dijo el purpurado y, dirigiéndose a los capellanes, señaló que «lo que más debemos de procurar es que el mandamiento del amor sea una experiencia que vivan aquellos a quienes nos acercamos».
Amigos de Jesús
En el Evangelio proclamado en la Misa, Jesucristo llama a sus discípulos «amigos». «Ser cristiano es ser amigo de Jesús», aseveró el cardenal Osoro, que es el mensaje más profundo del Evangelio. «Esta amistad con Jesús tiene un distintivo singular y especial: sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando, es decir, si regaláis mi amor». En este mundo «herido por la pandemia», «los cristianos no podemos permanecer indiferentes». Hay que entregar «el designio de Dios sobre el mundo», que es el amor y la vida.
Esto conlleva, como invita constantemente el Papa Francisco, salir de uno mismo, a ir a las periferias, al encuentro con los que lo necesitan, con los enfermos, «a tantos hombres y mujeres que viven la vida sin sentido», expuso el arzobispo. «Solo en el encuentro con el Resucitado el corazón humano puede experimentar la felicidad más profunda». «No dejemos solos a quienes están enfermos, de la enfermedad que fuere», animó el cardenal Osoro, y concluyó destacando que «no estamos aquí por casualidad […], somos elegidos» para «meter en este mundo el amor de Dios».