A santa Maravillas de Jesús siempre se la representa con una limosnera colgada de su hábito, y así aparece en la talla que hay a las puertas del convento de las carmelitas descalzas de San Lorenzo de El Escorial, donde justo este 2021 se cumplen 100 años de sus primeros votos. La limosnera es por la caridad a la que tanto se dedicó en vida la santa madrileña... tras las rejas de la clausura.
«Hermanas –les decía a sus monjas–, quisiéramos abarcar el mundo entero, pero como esto no es posible, que no quede sin atender nada de lo que pase a nuestro lado». Y de esa forma, desde dentro de los muros del carmelo, promovió la construcción de viviendas para familias desfavorecidas, como las 200 casas de la colonia Madre Maravillas de Perales del Río; la edificación de una iglesia y un colegio también en este barrio de Getafe, o el sostenimiento económico de vocaciones sacerdotales, entre otros.
Una caridad que la Iglesia celebra con el Día de Caridad, coincidiendo con el Corpus Christi, y que las carmelitas de San Lorenzo celebran también de forma más íntima. Porque un 3 de junio de 2016, las 14 monjas que actualmente residen en él se consagraron como comunidad al Sagrado Corazón de Jesús. Lo cuentan en el locutorio, después de una Eucaristía celebrada por Roberto Rey, párroco Santa María Soledad Torres Acosta y San Pedro Poveda, en Las Tablas, que ha sido también una acción de gracias por sus bodas de plata sacerdotales.
Durante la homilía se ha referido a la confianza en Dios, esa a la que uno se acoge en los momentos de oscuridad en la vida, y esa misma a la que la madre Maravillas tanto recurrió para llevar a cabo sus obras. «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera», decía. La impronta de la santa en el carmelo de El Escorial es absoluta. Aún se conserva la celda que habitó y en la capilla hay recuerdos del hecho más singular de su vida.
Un día, estando en oración ante el sagrario desde una pequeña celda a modo de oratorio que se aprecia a la izquierda del presbiterio, se le reveló el Sagrado Corazón de Jesús. Le mostró el convento que quería que ella levantara en el cerro de Los Ángeles porque «mi corazón necesita ser consolado, y este convento quiero que sea el bálsamo que cure las heridas que me abren los pecadores».
La capilla de las carmelitas de San Lorenzo de El Escorial cuenta también con un mural en el que se representa este episodio de su vida, así como tallas de santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. A los escritos de estos santos era muy asidua la madre Maravillas, y por eso, junto a la limosnera, se la representa también con un libro. Igualmente hay una imagen de la Virgen del Carmen, patrona de la orden –«uno de los motivos que me inclinaron al carmelo fue por ser por excelencia la orden de la Virgen», dejó escrito la santa madrileña–, junto a las figuras del Sagrado Corazón de Jesús y de san José, bajo cuya advocación se fundó el monasterio de El Escorial.
