La parroquia Santísimo Cristo de la Victoria recibió este domingo, 13 de junio, una reliquia de José Gregorio Hernández, conocido como el médico de los pobres. Fue durante una Misa de acción de gracias por la beatificación, el pasado 30 de abril, de este laico venezolano que ha sido definido por el Papa Francisco como un «modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y, particularmente, como paradigma de servicio al prójimo, como un buen samaritano, sin excluir a nadie. Es un hombre de servicio universal».
La Eucaristía estuvo presidida por el cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de Caracas y arzobispo de Mérida (Venezuela), y fue concelebrada por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro (ambos, en la imagen) y por monseñor Luis Armando Tineo, obispo emérito de Caroca (Venezuela), además de por el párroco, Alfredo Jiménez.
«Hay muchos hombres y mujeres que hacen el bien como el beato José Gregorio», destacó el cardenal Porras durante la homilía. Él sintió «la necesidad de devolver el bien a sus compatriotas desde la humildad y la generosidad». Al hilo del Evangelio proclamado, explicó que «cada uno de nosotros somos semilla; y la semilla, para que dé frutos, hay que cuidarla». En este sentido, pidió ser agradecidos: «Lo que sembraron aquellos misioneros españoles hace siglos tenemos que devolverlo con generosidad».
En este tiempo de pandemia, y teniendo en cuenta que el nuevo beato fue médico, el arzobispo de Mérida puso en valor a tantos «hombres y mujeres que, por ser creyentes y poniendo la fuerza de la gracia del Señor, han sabido ser coherentes con su condición de creyentes, pasando por el sufrimiento, por el dolor, por la muerte». «Que no desaparezca nunca la alegría –pidió–, ni el sentimiento de esperanza, porque no hay mal que dure siglos».
El cardenal venezolano recordó también los años que pasó en Madrid haciendo el doctorado, de 1975 a 1977. «Cuántas veces siendo estudiante pasaba por aquí», destacó, aludiendo también a las buenas amistades que hizo en ese tiempo. «La amistad –dijo– es una de las cosas que más se debe agradecer en la vida».
«No pasó de largo por este mundo»
Por su parte, el cardenal Carlos Osoro, al término de la Eucaristía, se refirió al nuevo beato como «alguien que no pasó de largo por este mundo», sino que se «entretuvo en las cosas más importantes». A los fieles, muchos de ellos venezolanos, les agradeció su presencia y les aseguró que la reliquia, «de alguna forma, representa lo que sois vosotros y la ayuda que podéis prestar aquí a nuestra tierra, a España».
La reliquia del beato ha sido traída hasta España por el cardenal Porras. Es una de las 160 que fueron confeccionadas por las Hermanas Siervas de Jesús de Venezuela con motivo de la beatificación del médico de los pobres. Son restos de osamenta de José Gregorio, a quien se invita a pedir su intercesión ante los problemas de salud.
José Gregorio Hernández (Isnotú 1864 – Caracas 1919) cursó sus estudios de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Su primer destino fue como médico rural en su localidad natal y pueblos de alrededor. A propuestas de su maestro, fue enviado a París y Berlín para completar sus estudios. En Europa se impregnó de los avances las ciencias médicas, que implantó de vuelta en su país, donde destacó como docente e investigador.
Vivió una vida de servicio, a disposición de todo aquel que lo necesitara, especialmente de quienes que no se lo podían retribuir. De hecho, atendía gratuitamente a los enfermos pobres.
