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Martes, 17 junio 2025 10:50

Alberto del Olmo, futuro diácono de Madrid: «La amistad, la misión y el trato con la gente humilde me han marcado vocacionalmente»

Alberto del Olmo, futuro diácono de Madrid: «La amistad, la misión y el trato con la gente humilde me han marcado vocacionalmente»

Alberto del Olmo será ordenado diácono el próximo sábado 21 de junio en la catedral de la Almudena, junto con otros quince seminaristas. Con 27 años recién cumplidos, Alberto ingresó en el Seminario Conciliar de Madrid con 21, justo antes de comenzar el cuarto curso de Administración y Dirección de Empresas. Mirando hacia atrás, afirma que su vocación fue “paulatina”, un proceso en el que fue descubriendo poco a poco que el Señor le pedía entregarle su vida como sacerdote.

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Una etapa clave en ese camino fue la Jornada Mundial de la Juventud de 2016, en Polonia, a la que asistió con un grupo de la parroquia de San Germán. Allí quedó profundamente impresionado por la manera en que los jóvenes vivían la fe y cultivaban la amistad. A su regreso a Madrid, comenzó a colaborar en la parroquia impartiendo catequesis, participando en campamentos y otras actividades. Fue entonces cuando empezó a sentir una atracción por la vida sacerdotal, aunque no supiera muy bien por qué.

«Es como cuando te enamoras de una chica y no de otra», explica. «Simplemente te atrae, la quieres. Eso me pasaba a mí con el sacerdocio frente a cualquier otra opción». A lo largo del tiempo, esa atracción se fue haciendo más clara en la oración, en la lectura de la Palabra, en el testimonio de los sacerdotes cercanos. Así fue percibiendo que el Señor le llamaba por ese camino, y que ahí encontraba una plenitud que no hallaba en otras cosas.

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«Me acompañó y me ayudó a discernir»

Alberto recuerda con especial cariño su participación en los campamentos de verano organizados por la Asociación Juvenil Corona, en los que compartía experiencias con otros jóvenes de su parroquia y de distintas comunidades de Madrid, entre ellas la parroquia de Cristo Sacerdote, cuyo párroco era el padre Abraham. «Un día le confesé que tenía cierta inquietud por el sacerdocio», rememora. Pasaron los años y no volvió a saber de él… hasta que, providencialmente, su primer destino pastoral como seminarista fue la parroquia del Espíritu Santo, donde el párroco no era otro que el padre Abraham. «Fue algo precioso y providencial», afirma con emoción.

Otro momento decisivo en su camino vocacional fue su encuentro con Antonio Secilla, actual rector del Seminario Conciliar de Madrid. «Me acompañó y me ayudó a discernir la vocación», explica Alberto, agradecido por ese acompañamiento personal que fue clave para dar el paso definitivo hacia el seminario.

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«Calcuta me marcó y me cautivó»

Otro hito importante en el camino vocacional de Alberto fue un viaje a Calcuta que realizó con un grupo de amigos de la parroquia. Allí pasaron el verano junto a las Misioneras de la Caridad. «Me marcó y me cautivó muchísimo su testimonio, su forma de vivir y de entender la pobreza», recuerda. A raíz de esa experiencia, tomó una decisión definitiva: «Decido entregar mi vida a Cristo y entrar al seminario».

En cuanto a su familia, reconoce que al principio no fue fácil. «El día que les dije que dejaba la carrera universitaria para entrar en el seminario no lo comprendían», explica. Sin embargo, con el paso de los años «han ido haciendo su camino, y el día de la ordenación se emocionarán y lo vivirán con mucha alegría». Alberto destaca que «la vocación es personal, pero no es individual», porque también transforma y toca a quienes están cerca. A pocos días de ser ordenado, se muestra impactado por «el efecto que esta llamada tiene en mis amigos, en mi familia, incluso en personas más alejadas de la fe. Se sienten interpelados, me quieren acompañar y sienten curiosidad por saber qué es un diácono».

La amistad, la misión y el contacto con las personas humildes han sido claves en su camino. Al mirar ahora hacia su próxima ordenación, Alberto no puede sino expresar un profundo agradecimiento: «Reconozco una enorme gratitud por el camino que el Señor ha hecho conmigo, por su misericordia al llamarme, al elegirme y al concederme este don».

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«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»

El diaconado, explica Alberto, es un don recibido para «el servicio del Señor, del altar, de la Palabra y de su Iglesia». Recuerda que el mismo Jesús se presenta como diácono y servidor, especialmente en la Última Cena. No en vano, el lema que han elegido para su ordenación es: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve». «Queremos ordenarnos para este Jesús siervo —explica—, es decir, queremos ser como ese Jesús que, siendo Dios, se hace pobre, se pone a los pies de los apóstoles, les lava los pies y se pone a servirles».

Ante la cercanía de la ordenación, reconoce que lo que experimentan es una mezcla de sentimientos: «Una gran gratitud, una enorme emoción… y también los nervios propios de un paso tan importante en la vida».

Por eso, Alberto y los quince seminaristas que recibirán el diaconado el próximo sábado 21 de junio a las 19:00 h en la catedral de la Almudena, piden a toda la Iglesia que peregrina en Madrid que les acompañe con la oración: «Pedimos que nos pongan a los pies del Señor y de la Virgen en estos días previos».

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16 seminaristas

La catedral de Santa María la Real de la Almudena acogerá el sábado 21 de junio, a las 19:00 horas, una solemne Eucaristía en la que el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid conferirá el orden del diaconado a 16 seminaristas: 8 del Seminario Conciliar, 7 del Redemptoris Mater y 1 de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María.