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Miércoles, 03 septiembre 2025 13:15

Alberto Fernández, delegado episcopal de las Causas de los Santos: «La canonización de Carlo Acutis y de Pier Giorgio Frassati es un regalo para la Iglesia»

Alberto Fernández, delegado episcopal de las Causas de los Santos: «La canonización de Carlo Acutis y de Pier Giorgio Frassati es un regalo para la Iglesia»

El próximo domingo, 7 de septiembre, el papa León XIV canonizará a Carlo Acutis y a Pier Giorgio Frassati. Para comprender el sentido y poner en contexto esta celebración, el delegado episcopal de la Causa de los Santos de la Archidiócesis de Madrid, Alberto Fernández, recuerda que es importante entender qué significa para la Iglesia canonizar a un fiel.

Con este acto solemne, explica, la Iglesia proclama que esa persona es santa. En primer lugar, afirma que ha alcanzado la meta: su alma goza ya de la gloria del cielo y su cuerpo resucitará en el último día. «Un signo de esperanza», apunta.

Modelos e intercesores

En segundo lugar, la Iglesia propone a los santos como modelos de vida. «Ellos nos marcan el camino para estar más cerca del Señor y vivir una vida cristiana en plenitud», explica Alberto Fernández. Pero no solo son modelos: también son intercesores. Podemos presentarles las dificultades que llevamos en el corazón como si fuesen nuestros hermanos mayores. Por ello, explica Alberto, «los santos son modelos e intercesores».

Por último, el delegado recuerda que la liturgia los presenta como coherederos con nosotros. «Donde ellos han llegado, esperamos llegar también nosotros», subraya. Así, la canonización no solo proclama la santidad alcanzada por un fiel, sino que nos recuerda que todos estamos llamados a compartir la misma vida eterna en la gloria del cielo.

Vivir con plenitud

Centrándose en la celebración de este domingo, el delegado destaca que serán canonizados dos jóvenes. Pier Giorgio Frassati murió a los 21 años a causa de una poliomielitis, mientras que Carlo Acutis falleció con solo 15 años a consecuencia de una leucemia. «Esto es una llamada a los jóvenes a vivir con plenitud», subraya Alberto Fernández. Según la lógica humana, sus vidas fueron muy breves, pero la Iglesia reconoce que, contra todo pronóstico, fueron vidas colmadas de sentido y de fe.

«Es una llamada a los jóvenes a vivir su vida con plenitud, con un sentido y con una profundidad»», añade.

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«Signo para los enfermos»

Sorprende cómo la enfermedad de estos dos jóvenes «tocó el corazón de muchas personas que estaban cerca». Su testimonio se convierte en una luz que enseña a vivir también la enfermedad. Unidos al Señor, lo afrontaron «con esperanza y con una paz profunda», una experiencia que, de nuevo, supera toda lógica humana.

Amor a los más necesitados

Otro aspecto que subraya el delegado es «el amor que estos dos jóvenes sentían hacia los pobres y los más necesitados». Recuerda que, en el funeral de Pier Giorgio Frassati, acudió un gran número de mendigos de su ciudad, porque «él mantenía con ellos una relación cercana y fraterna».

Algo parecido sucedió con Carlo Acutis. En una ocasión, vio a una mujer indigente muy enferma; mientras todos pasaban de largo, él se detuvo, la llevó al hospital y después la visitaba con frecuencia. «En medio de la soledad —destaca Alberto Fernández— surge una ayuda y una luz concreta, la de un muchacho que nadie esperaba».

Por eso, concluye, «este amor a los pobres y a los indigentes es una característica que también a nosotros nos puede iluminar». Y lanza una pregunta que interpela: «¿Cuántos amigos mendigos tenemos en nuestra vida?».

 

Carlo acutis cumpleanos

Amistad contagiosa

Los dos jóvenes viven una fe que contagia y atrae a otros. Por ejemplo, Pier Giorgio Frassati utilizaba las actividades al aire libre y el contacto con la naturaleza para acercar a los jóvenes al Señor a través de la amistad, no de la ideología ni de normas, sino mediante «una amistad contagiosa». Algo similar sucedió con Carlo Acutis. Durante su proceso de canonización, un empleado de hogar de origen hindú contó que, al estar cerca de Carlo, fue aprendiendo lo que era la fe cristiana y la amistad con el Señor, hasta acompañarlo a la iglesia. Al final, este hombre decidió convertirse y solicitó el Bautismo.

En definitiva, en estos dos nuevos santos se ve «una fuerza de la fe que atrae y contagia», es decir, «una fe que se comparte y se hace atractiva para los demás». Por eso, esta canonización «es un regalo para toda la Iglesia» y, espera Alberto Fernández, «nos ayude a vivir lo propio de los santos: acercarnos al Señor, llevar una vida cristiana más intensa y experimentar un amor más grande a Dios, que se traduzca en un amor muy concreto a nuestros hermanos».