El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, presidirá el día martes 28 de octubre, a las 19:00 horas, la clausura de la fase diocesana de la causa de beatificación y canonización por declaración de martirio de las siervas de Dios María Guadalupe Serneguet y Gállego, conocida como Madre Desamparados, fundadora de la Congregación de Esclavas de la Virgen Dolorosa, y cinco compañeras: las hermanas María Pilar Pérez Álvarez, María Díaz López, Carmen González San José, y las laicas Carmen Varela Alcón y María Teresa Navagués González.
El acto se llevará a cabo en la Casa General de las Esclavas en Madrid (Teseo, 3) y contará también con la presencia de Alberto Fernández, delegado episcopal para las Causas de los Santos de la diócesis de Madrid, y la hermana María Teresa Sánchez Angulo, postuladora de la causa. Asimismo, acudirá la superiora general de la congregación, madre Isabel Pedrera Chaves.
La fase diocesana se abrió en Madrid hace casi cuatro años.
Madres solteras y mujeres discapacitadas
María Guadalupe Serneguet y Gállego nació en Valencia el 15 de septiembre de 1887. Hija de Mariano, empresario de una industria de fundición, y de Elena, de niña estudió con las Adoratrices en Madrid. Alta, guapa, de ojos negros, llegada a su primera juventud decide iniciar la vida religiosa y comienza el noviciado de las Hijas de Casa (antiguas colegialas que en aquel tiempo, por las normas del Instituto, no podían profesar como Adoratrices).
La joven se había embebido del carisma de santa María Micaela, fundadora de las adoratrices, de atender a jóvenes y mujeres víctimas de la prostitución y la marginación. María Guadalupe era trabajadora, abnegada, inteligente y con dotes especiales para tratar con las colegialas.
Pronto se ganó la confianza de sus superioras en la casa-colegio de Madrid, y por eso se le encargaba la búsqueda de acomodo para aquellas mujeres cuya estancia era incompatible con la acogida en los colegios de las Adoratrices. Así, empieza a tratar con jóvenes que, a consecuencia de su embarazo fuera del matrimonio, eran abandonadas por sus familias y no contaban con el auxilio de nadie. Y también con mujeres con discapacidad intelectual.
Ante la dificultad de hallar un alojamiento apropiado para estas mujeres tan necesitadas, surge en el corazón de María Guadalupe el proyecto de una fundación que trabajara por ellas. La superiora general del Instituto de las Religiosas Adoratrices acogió de buen grado esta iniciativa, y dio facilidades para que, llegado el caso, se pudiera abrir un asilo para muchachas en esas circunstancias.
Nace así la Fundación La Dolorosa, aprobada por el entonces obispo de la diócesis Leopoldo Eijo Garay, y el día 19 de marzo de 1935 se abre una casita para este fin en la calle Luisa Fernanda, 6, en el barrio de Argüelles, que se conocerá como Refugio Nuestra Señora del Amparo. Allí se traslada María Guadalupe, a quien se conocerá desde entonces como Madre Desamparados, con algunas compañeras Hijas de Casa, y se inicia así la Congregación Esclavas del Espíritu Santo y de la Caridad.

Causa de martirio
Al estallar la guerra civil, y estando tan cerca del frente, Madre Desamparados (49 años), que ejercía de directora, logró sacar de allí a muchas de las residentes a lugares seguros, quedando en la casa ella misma acompañada de las religiosas María Díaz López (24 años), Carmen Emilia González San José (23 años) y María del Pilar Pérez Álvarez (26 años, novicia). También se quedaron cuatro jóvenes madres solteras que no quisieron separarse de las hermanas: Mercedes Ansorena (36 años), María Teresa Navagués González (francesa, 22 años), Carmen Varela Halcón (21 años) y Victoria (25 años, cuyos apellidos fueron velados por hallarse, quizá, en estado).
Desde el mes de julio del 36 hasta noviembre de ese año —los meses más crueles de la persecución religiosa en Madrid—, las ocho moradoras vivieron varios registros, en los que eran obligadas a desnudarse, sufrieron tocamientos y fueron amenazadas de violación. El día 28 de noviembre, Aurora, hermana de Madre Desamparados, acudió a la vivienda, encontrándola ya vacía. Las mujeres habían sido detenidas el día 23 de noviembre y llevadas a una checa del Paseo de Rosales. Es posible que murieran a las puertas del cuartel de la Montaña el día 29 de noviembre. Se presume con fundamento que algunas de ellas fueron violadas antes de ser asesinadas.

Continuación de la congregación
Una conocida de Madre Desamparados la definió como mujer de «alma de gran celo y caridad». Con una fuerte personalidad que cautivaba a quienes la trataban, gran inteligencia y humildad, siempre estaba sonriente y haciendo reír a sus hermanas. «Con tal que no se ofenda a Dios y que se le ame un poco más, soy la mujer más feliz», decía.
A pesar de su muerte, su obra continuó gracias a Manuel Herranz, sacerdote. Nacido en Campillo de Dueñas (Guadalajara) el 1 de enero de 1880, sus años de adolescente cursó los estudios en los escolapios de Molina de Aragón. Con una especial devoción a la Virgen Dolorosa, fue ordenado sacerdote en 1904 en Sigüenza.
Destinado a Madrid, pasa por las parroquias de El Salvador y San Nicolás, San Sebastián de Carabanchel y San Sebastián de Atocha. El 20 de julio de 1936, este último templo queda destruido y el sacerdote empieza un periplo de supervivencia que pasa por varias detenciones, ocultamientos en las embajadas de Finlandia y Perú y, finalmente, en una casa en la calle Ventura de la Vega. Pasado un tiempo, celebrando la Misa, conoce a tres jóvenes que habían compartido ideales con la Madre Desamparados y que le expresan su deseo de continuar con la labor iniciada antes de la guerra.
Así, el sacerdote, tocado en su corazón por este proyecto e impulsado por Eijo Garay, retoma la obra. Alquila un piso en la calle Hermosilla, 129, donde acogieron a las primeras mujeres con sus hijos; allí vivían de su trabajo y eran atendidas en sus necesidades. Recurre a las adoratrices y la madre general le envía a dos Hijas de Casa —una de ellas madre Esperanza Cornago Francés, en la imagen inferior con el sacerdote— para ayudarle en la formación y en la organización, y así es como renace la congregación de Esclavas del Espíritu Santo y de la Caridad, ahora bajo la protección de la Virgen María, como Esclavas de la Virgen Dolorosa. Como decía el padre Manuel, «el atractivo y fuerza de Jesús son inmensos. Vivamos unidos a Él y como imán, atraeremos a tantos corazones que están lejos del Señor».

En la actualidad, las Esclavas de la Virgen Dolorosa cuentan con cuatro centros especializados en mujeres con discapacidad intelectual en Ávila, Navarra, Badajoz y Pontevedra; un centro para mujeres mayores en Madrid; dos centros para mujeres embarazadas o con hijos hasta 5 años en Madrid y México; y la Casa General en Madrid, que también es residencia para hermanas mayores, además de acoger a grupos para encuentros espirituales.