«Yo soy parroquia». Lo dice Esperanza con convicción nada más comenzar su vídeo testimonial, el primero de una serie que la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Batán está preparando para hacer comunidad. A las puertas del Día de la Iglesia Diocesana, el próximo 9 de noviembre, esta parroquia enriquece su pertenencia a la diócesis, como afirma su párroco, fray Jesús Mari Jiménez, mostrando sus piedras vivas.
José María Albalad, delegado de Economía y Administración General de la diócesis de Madrid, destaca de cara a esta jornada el tiempo y las cualidades que aporta generosamente todo el Pueblo de Dios, que «no abre telediarios o protagoniza vídeos virales», pero sin lo que «no sería posible atender toda la actividad que se realiza en torno al anuncio, la celebración y la vivencia de la fe».
Un Pueblo de Dios al que se refiere también el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en su mensaje para este día: «Nuestra realidad diocesana precisa de la santidad de todo el Pueblo de Dios». Y destaca que la santidad no está reservada a unos pocos que pueden dedicar mucho tiempo a la oración, sino a todos, «viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día». Asimismo, invita a hacerse tres preguntas de cara a este día: «Cómo estoy haciendo rendir el tiempo que Dios me ha dado, cómo estoy utilizando esos dones y talentos recibidos y cómo estoy colaborando en función de mis posibilidades económicas».

Más que una parroquia, una casa
«Yo venía de un barrio muy obrero, de San Cristóbal de los Ángeles», arranca Esperanza en el vídeo testimonial. Allí ya estaba involucrada en su iglesia, y al casarse y trasladarse a Batán, «me encontré con esta parroquia tan maja» y «tuve la suerte de que mi marido era también muy religioso». En Nuestra Señora del Rosario bautizaron a sus cuatro hijos, celebraron sus Primeras Comuniones, se Confirmaron, «y ellos también se implicaron con los campamentos…».
Con naturalidad, hablando de su fe con sencillez, Esperanza cuenta que se apuntaron a la Escuela de Padres y poco a poco a más cosas, porque «esta parroquia se ha movido siempre, con todos los franciscanos [conventuales] que tenemos que son estupendos». Todo cambió un poco cuando enviudó. «Me tuve que poner a trabajar en serio» y por eso le resultaba más difícil acudir con tanta frecuencia. «Pero yo sacaba tiempo para todo, a todo me apuntaba, porque tenía una necesidad de aprender y de hacer cosas…».
Como ahora, que sigue con sus inquietudes, «y voy a los talleres de Biblia, ha hecho los talleres de oración, he estado en las franciscanas y ahora, en Liturgia». «Ahí sí que he aprendido yo la Palabra de Dios, porque antes, pues a la Misa de diario no le daba importancia, y ahora tengo como necesidad», señala, con naturalidad.
«También quería contar esto —continúa su relato—: esta parroquia es, lo mismo para lo bueno que para lo malo, como un pueblo, somos como familia». Lo vivió ella de manera particular cuando se murió su marido, «lo bien que se portó todo el mundo de la parroquia, aún sin conocernos». Se refiere en este punto a los frailes, «que todos son fenomenales, pero tengo uno que le tengo especial afecto, Joaquín», porque «le dio la vuelta a mi vida» en esos momentos de dolor.
«Yo a esta parroquia la quiero y es todo para mí, porque dónde voy a ir yo mejor, que me quita las penas de todo». «Eso os puedo decir, que yo soy parroquia», concluye, con entusiasmo.
Esperanza «es toda una institución en la parroquia», señala Juanma, del equipo de comunicación que se formó ya hace tiempo en Nuestra Señora del Rosario, y que son los encargados de hacer los vídeos. El de Esperanza no tuvieron ni que editarlo, habló desde el corazón y tal y como se grabó, se publicó.
Es el primero de una serie que irán subiendo a la web los últimos domingos de cada mes. Tienen ya preparados otros seis, variados: jóvenes y no tan jóvenes, de los dos templos que forman la parroquia… Vídeos que «no son nada teóricos, sino vivenciales», y por eso «a la gente le encantan».