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Jueves, 23 febrero 2023 10:57

El arzobispo, en la Misa del Miércoles de Ceniza: «Nuestro mundo necesita convertirse a Dios»

El arzobispo, en la Misa del Miércoles de Ceniza: «Nuestro mundo necesita convertirse a Dios»

La archidiócesis de Madrid ha comenzado el camino cuaresmal junto a toda la Iglesia, «un camino de conversión para llegar así a la alegría de Pascua con un corazón renovado». Lo recordó el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, durante la homilía de la Misa del Miércoles de Ceniza, celebrada el 22 de febrero en la catedral de Santa María la Real de la Almudena.

Un día con un gesto específico, el de la imposición de la ceniza, que «es un gesto de humildad». «Quiere decir que reconozco lo que soy, criatura frágil, limitada, hecha de tierra». Las palabras pronunciadas al tomar la ceniza, «convertíos y creed en el Evangelio», son una invitación a «vivir plenamente» y un recordatorio de que más allá de la muerte está la resurrección. Esto significa que «no podemos vivir absolutizando esta vida y construyéndonos sobre falsos valores». «Lo absoluto de nuestra vida —aseveró el purpuraso— es Dios mismo, que se acerca a nosotros siempre».

Ante los fieles, el arzobispo habló de la conversión a la que invita este tiempo litúrgico, que significa acoger a Jesucristo. Él, señaló, quiere contar con el hombre para cambiar la sociedad. Pero este cambio no se puede dar «sin que nosotros cambiemos personalmente». Por eso, «somos urgidos a una verdadera conversión personal». «Nuestro mundo necesita convertirse a Dios; necesita del amor de Dios, de su perdón, de su gracia».

Miercoles de ceniza gente

Los sufrimientos de este mundo, continuó el cardenal Osoro, «nos están llamando a un cambio de vida». Y para combatir el mal, el Evangelio propone tres medios: la limosna, la oración y el ayuno. Estos tres aspectos relacionan al hombre con Dios a través de la oración; con el prójimo a través de la limosna, y con uno mismo, a través del ayuno. El discípulo de Jesús ha de profundizar, dijo, en estas tres direcciones, «no puede quedarse en lo exterior».

Así, la oración es dejar que el Señor «nos hable» en ese «cuarto interior» que no es otra cosa que «entrar en una profunda relación con Dios y mirar la vida desde ahí, con los ojos del Padre». La limosna es ayudar al otro «con lo que somos y con lo que tenemos». Y el ayuno «nos invita a descubrir lo grande que es Dios». En este sentido, remarcó que «el ayuno cuaresmal no es para estar en forma» ni «para reducir el peso», y tampoco «para mejorar la imagen», sino más bien «una crítica a una sociedad de consumo en la que estamos inmersos». Es, continuó, «para compartir y para ir al encuentro de los que más lo necesitan», y «te recordará que lo que tienes que limpiar es tu corazón y tu vida».

Reconocer la debilidad

Dios invita en el Miércoles de Ceniza a «reconocer nuestra debilidad y la distancia que hay entre nosotros y el Evangelio». También a ser sinceros, «a no quedarnos encerrados en nuestra infidelidad a este Evangelio», porque de esta manera quedaríamos «prisioneros de nosotros mismos». Por eso, la Cuaresma, avanzó el cardenal Osoro, es un momento oportuno para vivir el sacramento del perdón, «que nos devuelve la identidad real» del hombre.

El purpurado concluyó invitando a vivir este camino de conversión para llegar a la alegría pascual «más unidos a Jesucristo, más unidos a la Santa Madre Iglesia de la que somos parte, más convencidos de la tarea que tenemos que realizar en nuestro mundo para vivir identificados con el Señor».

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