Los jóvenes de Madrid comenzaron el año reuniéndose en la catedral de Santa María la Real de la Almudena para la tradicional vigilia de oración de los primeros viernes de mes. Fue el 6 de enero, día de la Epifanía del Señor, y estuvo presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. «Os doy las gracias que habéis hecho el esfuerzo por estar en este encuentro y en esta oración», les dijo a los presentes en el templo.
A ellos los invitó a ser unos reyes para los jóvenes de Madrid, porque «son buscadores de plenitud en la vida». Es necesario detenerse ante Jesucristo, afirmó, que «no nos pide nada y nos da todo», y que «es el único que da la plenitud humana».
El joven, dijo, es alguien que tiene ideales aunque haya «sobresaltos» en la vida. Los Magos, sin ir más lejos, se enfrentaron a Herodes, que «sospechaba de alguna manera de ellos». Pero esto no les impidió seguir su camino; solo se detuvieron ante una señal, la estrella que se paró en Belén. Entraron, adoraron al Niño y le ofrecieron regalos. El purpurado propuso a los jóvenes este ponerse en camino, estar junto a Dios, arrodillarse, reconocerlo, adorarlo y ofrecerle un regalo, que no es otra cosa que la propia vida. «Jesús, cuenta con nosotros —les invitó a decir—; queremos hacer un mundo nuevo».
«El encuentro con Jesucristo nos hace entrar por caminos nuevos», como les pasó a los magos, continuó el cardenal Osoro. Son caminos de fe, de adhesión a Él, de esperanza, de construir la fraternidad… «Esto es lo que nos pide el Señor». Caminos para evangelizar, para llevar a Cristo a los demás jóvenes y llevar a los jóvenes a Cristo: «Hoy esta catedral está llena de todos los jóvenes de Madrid, porque los traéis vosotros». Y en nombre de todos ellos «estamos aquí adorando al Señor», subrayó el purpurado. «Hay otro camino que merece la pena ser vivido, y nos lo ofrece Jesucristo», concluyó.