Brian estudia 3° de ESO en el colegio Beata Filipina. Es la primera vez que acude a la catedral de Santa María la Real de la Almudena y le encanta porque los colores tan alegres y vivos que proyectan las vidrieras, en una mañana especialmente soleada en Madrid, le recuerdan a su Argentina natal. Tonalidades acordes con su flequillo de color azul, que luce orgulloso.
El joven argentino es uno de los casi 700 alumnos de colegios diocesanos de Madrid que este viernes, 6 de mayo, se han dado cita para celebrar la Pascua con una Eucaristía. Ha acudido junto a compañeros de 6° de Primaria (que formaban el coro) una hora antes del comienzo para, como cuenta Susana, una de las profesoras, conocer la catedral. «Vienen emocionados, les hemos contado la historia de la Virgen de la Almudena y de la catedral, que muchos no conocían». «Es muy guay –reconoce Brian, todo sonrisas–, tiene mucha historia este lugar».
También les genera ilusión el estar con otros colegios, un total de 15 los que han participado este año. Ester y Mario, compañeros de Brian (en la imagen superior), están contentos porque «es algo diferente, cuando vamos a Misa en nuestra parroquia o en el colegio somos siempre los mismos».
Por eso, es un momento único para «resaltar la dimensión diocesana, la pertenencia a un pueblo grande», recalca el padre Miguel, que ha venido con sus alumnos de 6° de Primaria del colegio Cristo de la Guía. A su vez, añade, es «remarcar el vínculo con el fundamento de la fe», y estas dos dimensiones «son signo de resurrección; por eso venimos en Pascua».
Igual que sucedía con alumnos del Beata Filipina, algunos de los de Cristo de la Guía acuden por primera vez a la catedral. La idea es «que la perciban como una casa grande, que es de ellos», y que vean además que hay un nexo entre la catedral y el colegio, «que hay otros que también viven la fe» y que «el obispo es el vínculo con Jesús».
Un proyecto de fraternidad
Hablando del obispo, también ha sido la primera vez que Brian ve en persona al arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, que ha presidido la Misa. Como todo lo de esta mañana, que, asegura, se le ha hecho corta, también le ha encantado. Sobre todo, eso que les ha dicho durante la homilía de que «todos deberíamos cuidarnos».
Efectivamente, les ha hablado, a través de un diálogo con varios chavales que ha subido al presbiterio, de un «proyecto de vida excepcional, que nos hace felices a nosotros y a los demás», y que es el que Cristo propone. «Que todos seamos hermanos; ese es el camino que nos enseña Jesús», les ha dicho.
Y ese es el camino, ha incidido, del amor, del servicio («explicarle las cosas al de al lado si no lo entiende»), de la entrega, de dar la mano al otro, de no tener enemigos... «¿Os lleváis bien con todos?». «Con todos, con todos, no», se ha sincerado una de las niñas. «Es normal que uno me caiga mejor –ha tranquilizado el cardenal Osoro–, pero tengo que hacer el esfuerzo por hacerme hermano de todos».
El de Jesucristo es asimismo el camino de la resurrección, de la vida, una vida que hay que entregar. «Jesús vive entre nosotros, y los discípulos de Jesús tenemos que entregar vida juntos». «¿Cómo anunciamos que Jesús vive?». «¡Esparciendo alegría!», ha contestado rotundamente uno de los niños más pequeñitos.
Todo esto, ha subrayado el arzobispo, cambia el mundo. El grupo de los 700 chavales presentes en la catedral, «haciendo el camino de Jesús, cambia Madrid». Por eso, les ha propuesto hacer un proyecto y enviárselo por carta «para mostrar con la vida» este camino: «¿Qué harías para cambiar y mejorar este mundo al estilo y a la manera que nos propone Jesús?». El purpurado ya tiene casi asegurada una de las propuestas: Brian salía convencido de promoverlo entre sus compañeros.
