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Domingo, 26 marzo 2023 12:18

«El grado de progreso de una civilización se mide por su capacidad de preservar la vida»

«El grado de progreso de una civilización se mide por su capacidad de preservar la vida»

Este sábado, 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor y Jornada por la Vida, la archidiócesis de Madrid alzó la voz para recordar que «el grado de progreso de una civilización se mide precisamente por su capacidad de preservar la vida, especialmente en sus fases más frágiles o de mayor vulnerabilidad». «Amar la vida supone cuidar a los demás, querer su bien, cultivar y respetar su dignidad trascendente», subraya el manifiesto leído en la celebración central de la jornada, presidida por el arzobispo, cardenal Carlos Osoro, en la colegiata de San Isidro.

Impulsado por la Delegación de Laicos, Familia y Vida, la Delegación de Jóvenes y la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación y luego firmado por el resto de vicarías sectoriales y delegaciones, el texto rescata palabras del Papa Francisco para «reiterar que la vida humana, desde la concepción hasta su final natural, posee una dignidad que la hace intangible». «Requiere cuidado, protección, respeto y defensa, especialmente cuando en una sociedad se radicalizan conceptos como autodeterminación y autonomía individuales, olvidando la necesaria interdependencia de todo ser humano», asevera.

El documento arranca pidiendo que «la defensa del inocente que no ha nacido» sea «clara, firme y apasionada», conscientes de que «allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo» —en expresión del Pontífice en Gaudete et exsultate—. Y aunque reconoce que muchas veces hay «dificultades» e incluso «un conflicto para una mujer», remarca que el aborto «no puede ser una solución». Por ello, pide «acciones sociales y pastorales que acompañen a las mujeres y les ofrezca las condiciones necesarias para poder sostener la maternidad», y reivindica los vínculos familiares.

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Asimismo, el manifiesto incide en que también es «sagrada» «la vida de quienes se encuentran en situación de pobreza, abandono, soledad o trata de personas» o la de «las personas con discapacidad, los migrantes sin derechos ni posibilidades de asilo o de integración, los que están enfermos o son mayores y no reciben atención», al tiempo que hace referencia, en otros puntos, a las víctimas del hambre, las guerras o el terrorismo.

Al hacer estos recordatorios, añade el texto, no se busca la confrontación ni la polarización, ni estigmatizar al que piensa distinto, sino testimoniar un «proyecto ilusionante de vida que no deja a nadie a la intemperie». «Hacemos una llamada a las conciencias de los hombres y las mujeres de buena voluntad, particularmente de cuantos tienen responsabilidades políticas, para que trabajen por tutelar los derechos de los más débiles y se erradique la cultura del descarte», abunda.

En la celebración, en la que también se meditaron varios textos del Papa y hubo música a cargo del grupo de la Delegación de Jóvenes, estuvieron presentes varias mujeres con sus bebés y algunas embarazadas, procedentes todas de la casa de Más Vida y de un hogar de Cáritas Diocesana de Madrid.