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Sábado, 19 abril 2025 08:00

El testimonio de conversión de Diana, un camino que ha recorrido de la mano de su hija Clara y de la comunidad salesiana de la Parroquia María Auxiliadora de Atocha: «Esperanza y confianza en Dios»

El testimonio de conversión de Diana, un camino que ha recorrido de la mano de su hija Clara y de la comunidad salesiana de la Parroquia María Auxiliadora de Atocha: «Esperanza y confianza en Dios»

«Mi proceso de conversión comenzó hace dos años, coincidiendo con el cambio de colegio de mis hijos», explica Diana, historiadora del Arte. «Mis padres, siendo aún jóvenes, se alejaron de la fe y no me bautizaron». Fue su hija Clara, de 9 años, quien, con una firmeza inesperada, le expresó «su deseo de formar parte de la familia de Jesús». A partir de entonces, «de su mano he ido abriéndome a nuevas preguntas sobre el sentido de la vida».

Diana comenzó así un camino de fe que la ha llevado a descubrir la Palabra de Dios, acercándose al Evangelio y dejando que transforme su mirada. «Todavía hoy, mi hija sigue siendo luz para mí», reconoce emocionada.

Este Sábado Santo, 19 de abril, a las 22:00 horas, en la catedral de Santa María la Real de la Almudena, Diana recibirá los sacramentos de la iniciación cristiana —Bautismo, Confirmación y Eucaristía— durante la solemne Vigilia Pascual, que será presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. La celebración podrá seguirse en directo a través del canal de YouTube de la archidiócesis de Madrid.

Acompañada por la comunidad salesiana

En este camino, Diana ha estado acompañada por la comunidad salesiana de la Parroquia María Auxiliadora de Atocha, que ha sido para ella un constante apoyo y aliento. Destaca especialmente las conversaciones con el párroco, el padre Iñaki, y con el grupo de pastoral de familias (María, Álvaro, Araceli, Andrés, Susana, Jessica, entre otros), quienes han sido parte fundamental de su proceso.

«Poco a poco, el mensaje de Jesús me ha ido cautivando» —confiesa—, especialmente «su invitación a mirar en lugar de solo ver, a escuchar en vez de taparnos los oídos». Pero, por encima de todo, le ha marcado profundamente «su mensaje radical de amor: que nos amemos como Él nos ama, y que estemos cerca, especialmente, de los más débiles y necesitados».

Todo lo que ha recibido en este tiempo lo reconoce como un auténtico regalo. «Ahora reconozco a Dios en las personas que me rodean», afirma con gratitud. Y añade: «hay mucho, muchísimo por lo que dar gracias».

«Un camino más racional que sentimental»

Durante la conversación, Diana también ha querido compartir «la parte más difícil» de su proceso. «Las noches en vela, el descubrimiento de cómo había vivido hasta ese momento, la ceguera que me había dominado y el vértigo que produce saberse parte de algo tan grande y tan bonito».

En este camino ha vivido momentos que la han removido por dentro y que guarda con emoción. Todavía recuerda con especial cariño la visita al Belén Viviente de Galápagos: «una experiencia preciosa». Sin embargo, a pesar de las emociones, a Diana le gusta definir su conversión como un proceso más racional que sentimental. «Lo que creo que ha cambiado a mis 45 años es mi disposición a escuchar, a mirar con todos los matices, con todas las gamas de colores que tiene la realidad y que hasta ahora no sabía apreciar».

También ha crecido en su comprensión del sentido de la palabra "servir", de anteponer a los demás a sus propias necesidades. En este sentido, reconoce con gratitud la influencia de sus padres: «Han sido mis principales inspiradores, por todo lo que han hecho por mí». Y añade: «Ahora voy encontrándome con otras personas que siguen demostrándome que es posible vivir sirviendo».

Diana admite que no le ha resultado fácil hablar de su conversión con su familia o con sus amigos. Sin embargo, se esfuerza por explicarles que el único cambio real en su vida ha sido que «se me ha caído la venda que cubría mis ojos» y que lo que comienza ahora le permitirá «vivir de una manera más plena», sobre todo «con esperanza y con confianza en Dios».

Siente que se abre ante ella una nueva etapa marcada por una entrega más profunda a lo que de verdad importa. «Por ejemplo, cuidar de las personas que quiero y vivir con una nueva inspiración».