A poco más de la mitad de la experiencia misionera que un grupo de casi 25 personas de la parroquia San Miguel Arcángel de Las Rozas está viviendo en Calcuta (India), hablamos con el párroco, José Antonio Buceta-Toro, que comparte la alegría de acompañarlos en este camino de encuentro con los más pobres al estilo de la Madre Teresa. «Ir este año a Calcuta es fruto del deseo de algunas personas de la parroquia de iniciar alguna misión concreta. Al escuchar experiencias de otros y al oírme hablar en alguna ocasión sobre Calcuta, surgió este anhelo y así ha sido», explica el sacerdote.
Durante estos días, los jóvenes están descubriendo que la misión no consiste tanto en «hacer mucho», sino en estar cerca de los más necesitados y, sobre todo, en recibir de ellos. «Pensando que uno iba a dar mucho, lo más impresionante es que uno recibe mucho. Abriendo un poco el corazón y poniéndose a su nivel, lo reciben todo», señala el párroco.
#TESTIMONIO - «Aquí no vienes a cambiar el mundo, vienes tú a aprender la lección»
— Archidiócesis de Madrid (@archimadrid) August 20, 2025
??Hablamos con Víctor, joven de la parroquia @sanmiguelrozas que está viviendo una experiencia de misión en #Calcuta #India #AgostoEnMisiónhttps://t.co/zZmviCoxuf pic.twitter.com/qMjNtCQvLI
El testimonio de las Misioneras de la Caridad
El grupo está colaborando estas semanas en diferentes casas de las Misioneras de la Caridad, la congregación fundada por Madre Teresa de Calcuta. En el caso del párroco, su labor se centra en Kalighat, la casa para los moribundos, donde —asegura— «el Señor me espera siempre en ellos y también en las Misioneras de la Caridad; ellas, en medio de este lugar oscuro, sucio, gris, son un punto de luz que manifiesta la presencia de Cristo Resucitado en medio de este lugar».
La experiencia está llevando también a los jóvenes a un descubrimiento interior: «En los más pobres, en los moribundos y en los leprosos se nos manifiestan nuestras propias grietas y enfermedades, que a lo mejor no son físicas, pero sí son interiores, psicológicas y sobre todo nuestra incapacidad de amar. Mirando a las Misioneras de la Caridad vamos aprendiendo a amar a estos que están aquí y, ojalá, a los que están en nuestro entorno, en nuestra sociedad».
«Las fuerzas para vivir esta misión nacen de ahí»
Cada día el grupo celebra la Eucaristía al amanecer, rezan ante el Santísimo y viven el sacramento de la reconciliación. «Las fuerzas para vivir esta misión nacen de ahí», subraya el sacerdote.
Por último, el párroco expresa su deseo de que lo vivido en Calcuta tenga frutos en Madrid: «Que en nuestra parroquia y en nuestra Iglesia de Madrid podamos vivir con esta fe sencilla que aquí sucede, reconociendo a Cristo detrás de cada rostro, para mirarlo con misericordia y sin juzgar».