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Viernes, 26 diciembre 2025 08:07

Jubileo 2025: Año de gracia y esperanza

Jubileo 2025: Año de gracia y esperanza

El día 28 de diciembre clausuramos el jubileo del Esperanza en nuestra archidiócesis de Madrid. El Día de la Sagrada Familia la Catedral de la Almudena se viste de fiesta para culminar las celebraciones jubilares que han llenado de esperanza el calendario diocesano durante este año. A la tradicional celebración de las familias se une la clausura del Año Santo de la Esperanza.

Este año jubilar ha sido un auténtico “Kairós”, un tiempo favorable en el que el Señor mismo ha salido a nuestro encuentro para renovar nuestra fe, sanar nuestras heridas y reavivar en nosotros la llama de la esperanza cristiana. Un tiempo de gracia para reavivar la propia esperanza y abrir caminos a la esperanza, tan necesaria en nuestro mundo herido. Ser peregrinos, llevar esperanza, a esto nos convocaba el jubileo, porque «En la esperanza fuimos salvados» (Rm 8,24).

Los jubileos son momentos preciosos para hacer balance de nuestras vidas, como individuos y como comunidad. Además, son ocasiones para la reflexión, el recogimiento y la escucha de lo que el Espíritu Santo nos dice hoy (cf. Ap 2,7).

Este Jubileo nos ha desafiado a ser testigos vivos de la esperanza en un mundo que tanto la necesita. Ha sido un tiempo de regalo para dejarnos transformar, caminar juntos como Iglesia, y recordar que nuestra fe no se queda en palabras, sino que se convierte en gestos de amor, perdón y servicio.

Este Año Jubilar 2025, "Peregrinos de la Esperanza", ha supuesto para la diócesis una oportunidad de gran renovación espiritual, centrada en la fe en Cristo fuente y meta de nuestra vida, la reconciliación y el compromiso cristiano. Ha sido una magnífica ocasión para fortalecer nuestra identidad eclesial a través de las celebraciones y peregrinaciones a la Catedral; la concesión de indulgencias, mediante oración, confesión y obras de misericordia; y eventos comunitarios que unen a fieles de distintas parroquias, asociaciones, hermandades y movimientos, promoviendo la identidad de "Iglesia de Madrid" y buscando ser testigos de la esperanza y la misericordia de Dios en el mundo actual. 

Por la catedral de la Almudena, único templo jubilar de nuestra archidiócesis, han pasado más de 700 grupos de peregrinos, multitud de colegios y entidades académicas, peregrinos de otros países etc, con una participación de más de medio millón de personas en nuestras celebraciones jubilares. Ha sido bonito ver cómo se acercaban los peregrinos a la Catedral después de caminar, en algunos casos, varios kilómetros, haciendo realidad lo del poeta: “Se hace camino al andar”.  Es de destacar los jubileos diocesanos con los distintos colectivos y sectores pastorales, como catequistas y educadores cristianos, personas con discapacidad y del mundo del trabajo, migrantes y vida consagradas etc. También se ha participado en 21 jubileos en Roma, siendo el más numerosos el de jóvenes, donde asistieron más de tres mil jóvenes madrileños.

Por otra parte, ha sido un año para sensibilizar socialmente. Los pobres han tenido un protagonismo especial. La vivencia personal y comunitaria del Jubileo también trae consigo el compromiso social. Un compromiso que, en España, la Conferencia Episcopal, a través del Departamento de Trata de Personas, ha concretado en un proyecto social sobre la Trata de Personas. Este proyecto ha pretendido visibilizar esta "esclavitud del siglo XXI", apoyar a las víctimas y promover la oración, reflexión y acción concreta, con actividades organizadas por la Conferencia Episcopal Española, la Comisión Diocesana de Madrid contra la trata de personas y entidades sociales para concienciar, ofrecer recursos y recaudar fondos.

El Año Jubilar, por tanto, ha supuesto un tiempo especial para la conversión, para la solidaridad y, sobre todo, para la cercanía con aquellos que más lo necesitan. La proclamación y la vivencia de la esperanza ha marcado cada uno de los momentos que han acompañado este proceso, tanto a nivel litúrgico como pastoral. Ahora, con su clausura oficial hemos de pensar en cómo mantener encendida la llama de la esperanza y la misericordia en nuestras vidas y en nuestra comunidad.

El día 28 de diciembre será un momento de agradecimiento por todo lo vivido en este año, por toda la comunión vivida y expresada en cada celebración y en cada encuentro. Ojalá que tanta esperanza vivida, sentida y compartida sea nuestra compañera en el camino de la fe. Que como San Pablo estemos convencidos que “la esperanza no defrauda” (Rm. 5,5)

El Año Jubilar culminará en Roma con el cierre de la Puerta Santa por León XIV el 6 de enero. Pero no habrá que esperar otros 25 años –el tiempo que ha de pasar para la celebración de estos años jubilares en el Vaticano–, sino que en 2033 se celebrará un Año Santo extraordinario para conmemorar el bimilenario de la muerte y resurrección de Jesucristo. Y de nuevo seremos convocados para dar gracias a Dios por nuestra Redención.