La parroquia de San Juan de la Cruz acogió el pasado jueves la segunda sesión del X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, organizado por varias delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. La ponencia, titulada «El desafío de la comunión en la Iglesia», fue impartida por Antonio García Rubio, coordinador de la Comisión Diocesana por la Comunión Eclesial.
El comienzo de la ponencia estuvo marcada por un tono de profunda emoción, al coincidir con el primer mes del fallecimiento del obispo auxiliar José Antonio Álvarez. Tras ver el vídeo In Memoriam, García Rubio evocó su recuerdo con gratitud: «Creo que si algo nos ofrece la fe en el Señor Resucitado es la certeza de que la misericordia de Dios lo habrá acogido como un servidor fiel».
A lo largo de su ponencia, el coordinador de la Comisión Diocesana de Comunión Eclesial centró el principio de su reflexión en la tensión permanente entre el yo y el nosotros como clave para comprender el sentido cristiano de la comunión. «No es fácil salir de las garras del yo y comprender lo que significa el nosotros», señaló. «La cruz de uno solo nos trae la victoria del nosotros. Fuera del cuerpo de Cristo está el mundo de esos egos incontrolados; el nosotros es el cambio de mente, la victoria de Cristo que nos conecta con la Trinidad Santa. Hoy os quiero invitar a ser nosotros».
El coordinador diocesano ilustró su mensaje con una imagen personal y simbólica: «De niño, en Guadalix de la Sierra, me gustaba meterme en el río e intentar coger peces, pero siempre se me escapaban. Muchas veces he pensado en el significado del pez, el ictus, Cristo Jesús, Hijo de Dios Salvador. Toda la vida intentando encontrar a Dios... pero es el pez el que, en realidad, nos coge a nosotros. Muchas veces he pensado que la comunión es ese pez».
?Hoy, segunda sesión del X #CicloConferencias para Evangelizadores: Antonio García Rubio imparte la ponencia «El desafío de la comunión en la Iglesia»
— Archidiócesis de Madrid (@archimadrid) October 30, 2025
?17h-18:30h
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García Rubio recordó que la comunión no se adquiere por conocimiento, sino por la sencillez del corazón: «Podéis hacer todos los cursos de teología que queráis, pero si no nos hacemos como niños no podremos entender qué es la comunión. La comunión es esa llama que arde y que cambia la vida».
También distinguió entre carismas, talentos y don, subrayando que la comunión pertenece a esta última categoría: «Estamos en la Iglesia llenos de talentos y carismas, muchos y reconocidos por la Iglesia, pero cuando reducimos tanto de Dios se nos va la vida en cultivarlos y el don se nos escapa. La comunión es don, no talento ni carisma».

En este sentido, animó a toda la Iglesia diocesana a redescubrir el don de la comunión como fuente de unidad y misión: «Cuánto me gustaría llegar a cualquier lugar eclesial y oír hablar a los hermanos del don de la comunión», expresó. Recordó además los orígenes de la actual Comisión Diocesana de Comunión Eclesial, creada por impulso del cardenal Carlos Osoro, tras solicitar en 2017 una lista de personas apasionadas por la comunión.
«El 13 de septiembre de 2017 se aprobó la Mesa por la Comunión, que pasó a llamarse Comisión Diocesana de Comunión Eclesial. La llamada a la comunión es universal, al encuentro fraterno con Dios al que hemos sido convocados “todos, todos, todos”, como dice el Papa Francisco».
Para concluir, García Rubio definió la comunión como el corazón vivo de la Iglesia, comparándola con una hoguera que enciende otra hoguera y con el banquete del hijo pródigo: «La comunión es la piedra angular que da consistencia a la vida de la Iglesia. Es la gran fiesta por excelencia, la maternidad servicial que brota al pie de la Cruz. Allí nace la comunidad, allí nace el nosotros».