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Miércoles, 26 febrero 2025 11:37

Manuel Ruiz Oñate, 29 años de misiones en Brasil y Ecuador: «Las personas siguen esperando que haya misioneros que escuchen sus historias»

Manuel Ruiz Oñate, 29 años de misiones en Brasil y Ecuador: «Las personas siguen esperando que haya misioneros que escuchen sus historias»

Este domingo 2 de marzo, la Iglesia celebra el Día de Hispanoamérica bajo el lema "Historia de Esperanza". Esta jornada pone en valor la presencia y labor de la Iglesia en América, destacando su contribución al desarrollo de los pueblos del continente hasta convertirlos en verdaderas historias de esperanza.

En la archidiócesis de Madrid, hay 11 sacerdotes de la OCSHA, además de otros sacerdotes diocesanos no vinculados a la institución, junto con numerosas religiosas y laicos comprometidos con la evangelización en América. Entre ellos se encuentra el Padre Manuel Ruiz Oñate, quien ha dedicado 17 años a la misión en Brasil y 12 en Ecuador, país del que regresó recientemente. Actualmente, es capellán en la Residencia de Mayores de Las Hermanitas de los Pobres y colabora en la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada.

Nacido en Cuenca hace 80 años, el Padre Manuel llegó a Madrid en 1973 para realizar estudios civiles como profesor de EGB. Su primer trabajo pastoral fue como vicecapellán en la Ciudad Escolar Francisco Franco y coadjutor en la Parroquia de San Julián, en el barrio de Tetuán. Fue en el Consejo Diocesano de Misiones donde conoció al misionero madrileño Leopoldo García, quien le animó a sumarse a la labor misionera en Brasil.

Primera etapa en Brasil

El Padre Manuel destaca de estos años la «importancia de escuchar a las personas». Al llegar a Brasil, tuvo que aprender el idioma y adaptarse al clima húmedo y a la vida de la población local, compuesta por pequeños agricultores y grandes haciendas ganaderas dedicadas a la exportación. Destaca la calidez con la que fue recibido en los hogares, donde muchas veces se combinaban imágenes católicas con elementos del espiritismo. Además, menciona la presencia de distintas denominaciones cristianas, como presbiterianos y metodistas, que fueron creciendo con el tiempo.

Durante esta etapa, la Iglesia trabajó activamente con los campesinos sin tierra propia, quienes vivían en pequeñas parcelas dentro de grandes haciendas, obligados a trabajar para sus propietarios. Esta labor generó incomodidad entre los dueños de las fincas. También se organizaban visitas a las familias, jornadas intensivas de misión en diferentes comunidades y celebraciones eucarísticas programadas. A pesar de las dificultades y la falta de recursos, el entusiasmo nunca decayó.

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Formación de laicos y segunda etapa en Brasil

En su segunda etapa en Brasil (1986-1993), trabajó en la diócesis de Feira de Santana, en el estado de Bahía, concretamente en la Parroquia de Serrinha. Con más de ochenta comunidades a su cargo, se centró en la formación de laicos, la construcción de capillas y la instalación de sagrarios de madera de cedro con bajorrelieves. Resalta especialmente la colaboración de los jóvenes en la Eucaristía, así como, «el trabajo en equipo con otros sacerdotes, religiosas y laicos, siempre con una actitud de humildad, escucha y compasión».

En el ámbito social, con el apoyo de Manos Unidas, se impulsó un proyecto para abastecer de agua potable a pequeños trabajadores sin tierra que habían ocupado una hacienda abandonada. Su tercera y última etapa en Brasil (1995-1996) lo llevó a una zona con mayor necesidad pastoral, antes de su traslado a Ecuador.

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Misión en Ecuador

Durante sus seis años como párroco en la Amazonía ecuatoriana, el Padre Manuel trabajó en la parroquia de San Vicente Ferrer de Puyo, promoviendo la formación de laicos misioneros con el método de las Santas Misiones Populares del Padre Luis Mosconi, misionero italiano en Brasil. Esta iniciativa permitió articular una pastoral de conjunto, fortaleciendo la colaboración entre sacerdotes, religiosas y fieles laicos.

En 2014, pidió ser trasladado a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Palora, donde trabajó en equipo con las religiosas mexicanas de Corde Jesu. Más tarde, regresó a Quito para ejercer como director espiritual en el Seminario Misionero Santa María la Mayor, dedicado a la formación de futuros sacerdotes de cinco vicariatos de la Amazonía ecuatoriana. Permaneció en esta labor hasta septiembre de 2024.

Aunque le aconsejaron regresar a España, el Padre Manuel reconoce que dejó su misión en Ecuador con pesar, pero permanece abierto a lo que Dios disponga, mientras su salud lo permita.

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Una vida de entrega misionera

Tras 29 años como misionero, el Padre Manuel subraya la importancia de saber escuchar a las personas y comprender su realidad. En consonancia con el lema del Día de Hispanoamérica, recuerda que los pueblos latinoamericanos «siguen esperando misioneros que escuchen sus historias». Porque, en cada una de ellas, hay una verdadera historia de esperanza.

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