Con motivo del Jubileo de la Esperanza, el Papa León XIV recibió en audiencia a una representación del Instituto Juan Pablo II, entre ellas a María Dolores García Mascarell, administradora general de la sección del instituto en Madrid (además de presidenta de la UCAM). «El Papa nos reunió y nos animó a seguir trabajando por la familia», comenta. «También fue un motivo para vernos entre nosotros y fortalecer la unión y los lazos de las distintas sedes en el mundo».
—Para el Instituto Juan Pablo II, ¿qué supuso este encuentro con el Santo Padre?
—Ver cómo el Papa le da importancia a esta misión nos confirma que estamos en el camino correcto. Reafirmó el Papa la importancia de acompañar a las familias, subrayó a la familia como una integridad uniendo fe, el compromiso social, y nos alentó a seguir siendo una presencia viva en medio de la Iglesia y siempre al servicio del matrimonio y la vida familiar: los hijos, los cuidados a los mayores...
—¿Qué mensaje que se trajeron en el corazón de regreso tras el encuentro?
—Su llamada a cuidar la dignidad de la maternidad y también de la paternidad, resaltando cómo ser padre no es ninguna carga, sino que es una esperanza, una esperanza que renueva la sociedad. También subrayó mucho cómo la familia es la primera escuela de humanidad; que el hombre, desde que nace, es el pilar que sostiene a la sociedad misma.
—Como administradora general de la sección del Instituto en Madrid ¿qué lectura hace de este interés por el Papa por compartir este encuentro?
—Veo cómo el Papa pone su confianza y ha querido tener ese gesto de cercanía. Quiere que seamos fieles al espíritu de san Juan Pablo II, abiertos también a las problemáticas y los desafíos de hoy. Y no solo León XIV, pues después de San Juan Pablo II, tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco han sido impulsores de esta misión que lleva a cabo el Instituto Pontificio Juan Pablo II y, como no puede ser de otra manera, el Papa León XIV sigue en esta misma línea, renovando el compromiso con la formación y el acompañamiento pastoral de toda la familia.
—Y ya a nivel personal ¿qué sensaciones le transmitió a usted el Papa y qué le supuso esa experiencia, ese encuentro?
—La verdad es que fue muy emocionante porque, por la hora que se había hecho, iba a ser imposible el saludo. Sin embargo, una hija mía le dijo, «¡Santo Padre, es su cumpleaños, dele la bendición!». Entonces se acercó y fue un momento muy emotivo. El Papa me transmite paz, le veo una mirada de esperanza y de ternura. Creo que a mí y a todos nos dejó en el corazón ese deseo de seguir sirviendo en este trabajo por la familia, porque al final el verdadero servicio a la humanidad es trabajar por la familia.