«Dios nos llama continuamente a ser felices en Él», aseguró el obispo auxiliar monseñor José Cobo en su homilía del jueves de la V semana de Pascua, retransmitida por YouTube, y añadió que «solo Dios saca lo mejor de nosotros y nos dice quiénes somos realmente». En la Eucaristía víspera de la fiesta de san Isidro Labrador, definió al santo como un hombre que «supo lo que es injertarse en Cristo». «Un vecino cristiano –continuó– que trabaja la tierra y que hace de Madrid, de su familia y de su vida un lugar de oración; que hace de su ser vecino una plegaria a Dios. Este es su recorrido y de ahí viene su santidad. Isidro deja que Dios haga en su vida».
El prelado animó a confiar en el santo patrón y a preguntarle que puede decir al cristiano del siglo XXI, y en unas circunstancias tan especiales como la pandemia. «Lo primero que nos ilumina es desde su vida de laico», desde el «descubrir a Dios en lo concreto, desde la vida familiar», donde él aprende y construye la voluntad de Dios. También él vive en la ciudad como vecino y esto lleva a la reflexión acerca de «cómo construimos de este Madrid una ciudad mejor y más humana», que es aportando a nuestros vecinos lo específico que tenemos como cristianos: la experiencia que Dios nos trae de humanidad y de dignidad. «Dios camina por Madrid, y está esperando de los cristianos que lo reconozcamos», aseguró el prelado.
Además de enseñar a «valorar el laicado de una manera especial» y el «valor de la vocación bautismal», san Isidro es un modelo de trabajador que «compagina perfectamente el significado del trabajo y la oración; hace del trabajo el lugar de Dios, y del lugar de Dios, el lugar de oración». El patrón de Madrid enseña que el trabajo «va más allá de un sueldo o de una mercancía». El obispo auxiliar quiso fijar la atención en la realidad del paro: «Es un momento muy especial esta fiesta de san Isidro para pedirle […] que nos dé luz para acompañarnos unos a otros en esta realidad». Porque este virus, reconoció, ataca indiscriminadamente, pero «esta crisis económica quizá no, siempre ataque a los mismos».
Isidro también es un hombre de campo, y en esta desescalada, señaló, «nos enseña a salir de otra manera, mirando a esta casa común en la que somos criaturas y en la que todos estamos interconectados. Madrid necesita de gente que mire a Dios y que se sienta parte de esta creación». Y esta mirada a la naturaleza lleva también a los más pobres. «Madrid está poblado de Isidros y de Isidras –concluyó–, de gente que quiere vivir la santidad; su trabajo, su familia, su sentirse criatura, su sentirse bautizado, y que lo quiere vivir según Dios».