«El Señor te bendiga y te proteja» (Nm 6,24), y colme tu esperanza. Con este lema, la Iglesia en España ha celebrado este domingo la LVII Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, una cita anual que invita a reflexionar sobre la importancia del respeto, la prudencia y la responsabilidad en la carretera. La parroquia de San Cristóbal, en el barrio de Ciudad Pegaso, ha acogido la Eucaristía que ha sido presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Vicente Martín Muñoz, y retransmitida en directo por La 2 de RTVE. Al finalizar la celebración, como es tradición, se ha impartido la bendición de los vehículos.
En su homilía, el obispo ha saludado afectuosamente a la comunidad parroquial, a los sacerdotes y al diácono concelebrante, así como a todos los fieles que seguían la celebración a través de la televisión. De manera especial, ha dirigido unas palabras a quienes están implicados en el ámbito del tráfico y la movilidad humana: conductores particulares y profesionales, miembros de la DGT, guardia civil, policía, y trabajadores de servicios vinculados a la carretera como gasolineras, talleres mecánicos o áreas de descanso.

La conducción como acto de amor al prójimo
En su homilía, el obispo ha subrayado que esta jornada pretende tomar conciencia de la responsabilidad que todos asumimos cuando nos ponemos al volante, una responsabilidad que no se reduce a cumplir una normativa civil, sino que se enmarca en la vivencia de la fe cristiana. «El tráfico es un espacio donde cada día se entrecruzan miles de vidas y donde el respeto, la paciencia y la prudencia se convierten en virtudes esenciales», ha afirmado.
El obispo ha recordado que la fe ilumina todas las dimensiones de la existencia, también la forma en que nos desplazamos o conducimos. «Nuestra fe puede promover una cultura de la vida y del cuidado mutuo», ha dicho.
A la luz del Evangelio proclamado en la Misa, el obispo auxiliar ha llamado a todos los presentes a ponerse en camino como discípulos misioneros, llevando con su vida la alegría del Evangelio. En este tiempo jubilar, ha recordado, muchos se echan a andar —con mochila o sin ella— para reavivar su esperanza. «El Evangelio es un tesoro no para guardarlo, sino para compartirlo y que su gozo alcance a todos. Se trata de compartir nuestra experiencia de fe, comunicar, ofrecer y hacer la propuesta de un encuentro, de una vinculación personal con alguien muy especial, con el Señor Resucitado», ha asegurado.
«Evangelizar no es adoctrinar, sino hacer presente en el corazón de la humanidad la fuerza salvadora del Señor. Y eso solo puede hacerse poniendo el corazón en las manos, aprendiendo a escuchar más, viviendo la fraternidad, acogiendo y acompañando al que sufre». Jesús, ha recordado el obispo, nos envía ligeros de equipaje, «sin alforjas ni sandalias», confiando no en medios materiales, sino en la fuerza del testimonio personal: sencillo, humilde, pero sincero. Y ha animado a los fieles a recorrer juntos ese camino, como comunidad eclesial, con gestos concretos de cercanía, ternura y compasión.

Ser buena noticia en un mundo fragmentado
El obispo auxiliar ha hecho también un análisis del contexto social actual, que ha definido como una «sociedad del riesgo», marcada por el individualismo, la desvinculación, el consumismo, el relativismo y la competitividad, lo que genera tensiones, polarizaciones y desigualdades. Frente a esta realidad, ha señalado, los cristianos están llamados a ser buena noticia con su forma de vivir. «Nuestra tarea es llevar paz, apaciguar rivalidades y conflictos, mostrar que el otro no es un enemigo, sino un hermano», ha señalado.
En este sentido, ha citado al papa Francisco y su insistencia en que la Iglesia debe salir de sí misma y acercarse a las periferias. Asimismo, ha recordado que el papa León XIV ha hecho de la paz una de sus grandes prioridades, promoviendo el diálogo y la reconciliación como caminos para resolver los conflictos.
Una llamada a la prudencia y al respeto
Al final de su homilía, monseñor Vicente Martín ha reiterado la necesidad de prudencia y responsabilidad al volante. Ha pedido a todos los conductores ser respetuosos con las normas de tráfico y hacer del viaje una experiencia de comunión y no de riesgo. «», ha exhortado. Y ha encomendado a los conductores a Santa María de la Prudencia y a San Cristóbal, patrono de los transportistas, para que velen por cada trayecto y por cada vida en las carreteras.
Concluida la misa, el obispo ha impartido la tradicional bendición de vehículos, en un gesto cargado de cercanía, que recuerda que la fe también se vive en los caminos cotidianos y en los desplazamientos de cada día.