La Parroquia de Nuestra Señora de El Carmen y San Luis acaba de estrenar la restauración de su sacristía, lo último que quedaba de la primera fase de unas obras que han dado todo su esplendor también al presbiterio y el crucero. Además, su acometida ha hecho volver la mirada sobre uno de los templos con más historia de la ciudad, que ha configurado el centro de Madrid.
La primera iglesia de San Luis (esquina de la calle Montera con San Alberto, actual calle Montera, 27, con la espalda que daba a la Plaza del Carmen), se estableció en 1541 sobre una ermita dedicada a san Roque. Una iglesia necesaria ya que la de San Ginés (de la que era dependiente por decisión del arzobispo de Toledo) se había quedado pequeña para tanta feligresía y lejos de los que vivían más allá de la Puerta del Sol; de esta manera se favorecía la asistencia a Misa. La dependencia de San Ginés, la llamada Parroquia Matriz, se prolongó hasta 1799, cuando San Luis comenzó su andadura como parroquia propia.
Las gentes de la zona eran fundamentalmente comerciantes a los que les costaba cerrar los domingos, con lo que ya en 1887, uno de sus párrocos se quejaba de la «infracción de los días festivos». Habla también en Montera «ciertos centros de corrupción y lamentable ofensa a la ley de Dios», así como de situaciones de «verdadero escándalo público» en la calle. Los edificios estaban plagados de casas de huéspedes y fondas, lo que hacía que muchos vecinos de una misma casa no se conocieran y se complicada la asistencia espiritual a enfermos. La dificultad de administrar los últimos sacramentos fue un verdadero dolor para los párrocos de aquella época.
Con todo, sí se contaban personas «verdaderamente piadosas, edificantes y caritativas, que frecuentan los sacramentos» y que «son el consuelo del pobre y auxilio verdadero del necesitado». Esta feligresía pobre se codeaba, en claro contraste, con nobleza, clero y clase media reflejada en multitud de oficios. En 1895, el cura párroco detallaba que se celebraban Misas cada media hora, entre las 6:00 y las 12:00 horas, y los días festivos hasta las 13:00, con mucha concurrencia de fieles.
En 1891 se erigen ocho nuevas parroquias, entre ellas Nuestra Señora del Pilar, Santa Bárbara y Nuestra Señora del Carmen, tal y como queda constatado en el Boletín Oficial de la Diócesis de Madrid. Y en 1909 se aprueba la nueva parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis (fusión de ambas), con dos templos.
Convento de carmelitas calzados
Por su parte, el templo del Carmen era la iglesia del antiguo convento de San Dámaso, de religiosos carmelitas calzados, fundado el 17 de enero de 1575. Costeado por el propio rey Felipe II y con el Caballero de Gracia como impulsor, fue exclaustrado y desamortizado en 1836, y únicamente siguió en funcionamiento la iglesia.
Las iglesias del Carmen y San Luis, y sus feligreses, sufrieron de manera extrema la persecución religiosa del siglo XX. «Es parroquia de mártires», resume el actual párroco, Roberto López Montero, que ha recogido en su libro La parroquia de San Luis Obispo. Historia, fuentes y archivo todos estos datos. La primera sufrió un intento de incendio en 1932; en la segunda se halló una bomba en la sacristía en el año 1934, y el 13 de marzo de 1936 un grupo de izquierdas provocó un incendio devastador que hizo inviable, desde el punto de vista económico, la restauración del templo. En los años 40 fue finalmente demolido. «¡Pobre San Luis, cómo quedó!», es la expresión de muchos vecinos que se han escuchado en el barrio.
Algunos elementos de este templo se conservan a día de hoy. Tal es el caso de la portada, rescatada de la fachada principal y acoplada en la iglesia de El Carmen, y de la pila bautismal de San Luis Obispo, también en El Carmen (imagen superior).
Las llamas, además, destruyeron casi por completo el archivo sacramental de San Luis con los bautizos, matrimonios, defunciones; lo poco que quedó, aún con los restos del fuego, ha sido recuperado y preservado por el actual párroco (imagen inferior). En sus páginas aparecen nombres ilustres: en la parroquia fue velada a su muerte la hija de Miguel de Cervantes; en su pila bautismal fueron bautizados algunos de los hijos de Goya, así como la hija de José de Espronceda. Entre las anécdotas del templo, figura la aparición del cadáver incorrupto de una mujer en 1830.
La iglesia del Carmen, mientras, fue convertida el 21 de julio de 1936 en checa de la CNT, utilizándose las capillas laterales para los detenidos. Poco después pasó a ser almacén de abastos. El entonces párroco, Federico Santamaría Peña (56 años), tuvo que instalarse en una pensión del número 33 de la calle Preciados. Él fue el primero de los cinco clérigos de la parroquia de El Carmen y San Luis asesinados. Detenido en la pensión y conducido a su casa de Aravaca junto a una criada, esta apareció apuñalada junto al cementerio el 13 de agosto de 1936, y el sacerdote, un día después en el mismo lugar, con un disparo a boca jarro después de haber sufrido todo tipo de vejaciones. Está enterrado en el cementerio de Aravaca, en una fosa común junto a cinco mártires Hijas de la Caridad, beatificadas en 2013. En la parroquia se conserva su casulla y su cáliz, con las iniciales.
El templo fue profanado, exhibiéndose los restos humanos que había enterrados allí a la vista del público, y completamente devastado. Lo único que no pudieron destruir los milicianos, a pesar de haberlo intentado incluso con mulas o cadenas de hierro tiradas por una furgoneta para hacerla caer, fue el conjunto escultórico de la Virgen del Carmen que preside el retablo central. Y que se ha conservado hasta hoy.
Trabajos de la restauración actual
A los cuatro meses de haber sido nombrado párroco, Roberto López Montero decidió embarcarse en la restauración integral de la iglesia del Carmen, muy deteriorada. «Situación calamitosa», describe. Para él es especial la parroquia. La lleva en la sangre y en el corazón. Fue bautizado en ella, en la pila de San Luis; en ella se casaron sus padres y fue bautizado su padre; también su abuelo recibió el Bautismo allí y sus bisabuelos, el Matrimonio.
Así pues, en marzo de 2021 arrancó la primera fase de unas obras que han culminado con la sacristía mayor. En estos años se ha acometido el presbiterio y el crucero, procediendo a la cimentación de la cúpula y la linterna (imagen superior), «menos mal», a la reparación de las grietas en las paredes, a pintar todo recuperando el azul turquesa original y los dorados de las molduras, a restaurar la imaginería de la zona —entre ellos, una Dolorosa y un Ecce Homo del siglo XVIII)— y el altar, y a restaurar el sagrario. Una labor titánica que se ha ido haciendo día a día con «mucha penuria», reconoce el párroco.
Muchos han sido los hitos de estos trabajos. Uno de los más significativos, la recuperación del suelo original del crucero, de 1640, en mármol, con dibujos en forma de rombos (imagen inferior). «Quisimos poner suelo radiante, pero al levantar las baldosas, de los años 60, lo descubrimos». Así, aprovechando este suelo se ha acabado el pavimento del presbiterio, en el que se ha sustituido la madera que había por mármol que imita al descubierto.
En cuanto a la sacristía, «nos la acaban de dar». Casi se mantiene el olor aún a pintura, y en ella destaca la cajonería, una obra de arte en madera de nogal «que estaba completamente podrida». La restauración ha sido llevada a cabo por el tallista Juan Carlos García en Arjonilla (Jaén). Unos trabajos que han durado tres años para darle de nuevo todo su esplendor a esta pieza de la segunda mitad del siglo XVIII, seña de identidad de la parroquia, y que procedía del convento carmelita.
De hecho, uno de los datos que certificaban su origen es que quedaban los huecos de los cajones para el «recado de Misa» de los antiguos frailes. Era donde cada uno guardaba los purificadores para su Eucaristía diaria. «Antes del Concilio Vaticano II no existía la concelebración», así que en una comunidad «cada sacerdote celebraba su Misa y por eso había muchos altares».
También se preservan en la sacristía ornamentos antiguos con el escudo del Carmen. Entre ellos, una terna (capa, casulla y dalmática) de 1770 o una casulla en seda roja bordada (imagen superior). Asimismo, escondido detrás del Sagrado Corazón de Jesús del crucero, se ha descubierto un cantoral en pergamino «salvado de la guerra civil o bien de la desamortización de Mendizábal» [1836].
En este espacio de la sacristía se ha vuelto a exponer una restauración de un cuadro de San José, anónimo, y falta por llegar de los talleres la Virgen de la Leche y Buen Parto, cuadro del siglo XVII, también signo de identidad de la parroquia, que estaba en la iglesia de San Luis y que generaba una gran devoción, sobre todo entre las embarazadas. Aparte, se han restaurado las puertas del antiguo convento y se han usado para los armarios, y se ha renovado el suelo, un ajedrezado que imita el solado de los conventos de Madrid de aquella época.
En el techo se ha acometido el óleo de la Exaltación de Elías, y en las paredes, los cuadros de Frías y Escalante de mediados del siglo XVII sobre los misterios de la vida de la Virgen: su nacimiento, presentación en el templo, huida a Egipto y Asunción.
Junto a todo ello se ha hecho un salón de actos nuevo, un espacio para contener el archivo fragmentario de San Luis clasificado por el párroco, y una biblioteca.
Ahora queda la restauración de toda la nave, las capillas laterales y el campanario, con sus campanas originales del siglo XVIII. «La idea es tratar de conservar esto para que no se pierda como signo de la historia de la Iglesia en la diócesis y de tantos párrocos que han querido mantener la parroquia como luz de la fe e instrumento de evangelización», concluye López Montero.