«Humildad. Paz. Silencio. Intimidad. Gozo. Dulzura. Esperanza. Benignidad. Suavidad. Aurora. Bondad. Amor. Luz. Ternura. Amanecer». Así es como San Francisco de Asís definió “Belén” en su Adviento narrado por Ignacio Larrañaga.
Al pensar en lo que vivimos los jóvenes de Madrid este verano en Tor Vergata pueden encajar a la perfección estas palabras y, por eso, no ha habido mejor manera de parar en mitad del Adviento que el Velad y Orad que vivimos el pasado 12 de diciembre. Desde la Delegación de Jóvenes tenían claro que estos encuentros con el Cardenal podían renovarse bajo la estela de lo vivido en el Jubileo.
El Velad y Orad comenzó con un diálogo con don José Cobo. Una chica, que había pisado por primera vez la parroquia de su barrio esa mañana, fue la encargada de hacer las preguntas preparadas por las vicarías IV y V: ¿Qué nos aconseja a los jóvenes de Madrid para poder vivir mejor este Adviento? ¿Cómo podemos transmitir a los demás que merece la pena esperar en Cristo?
Don José se apoyó en varios textos de la Escritura para guiar a los jóvenes en este camino y en la espera, pero antes recordó que en la primera Navidad «no se enteró nadie y no porque les pillase de susto, porque ya tenían a Isaías». La suerte que tenemos ahora es que se nos ha indicado el camino con señales, pero estos signos son un niño, un pesebre y unos pañales. «Esto sucede porque los ángeles saben que nos pasamos el día mirando al Cielo buscando a Dios, pero para reconocer a este Dios, que es totalmente humano, nos va a costar trabajo... ¿cómo es posible que las cosas totalmente humanas, como los pañales o el pesebre, sean el signo para reconocer a Dios?».

Reconocer a Dios como viene
El cardenal recordó que «Jesús no es que vaya a nacer otra vez, sino que tenemos que ir enterándonos y ver cómo es posible que, en nuestra humanidad, en lo que nos duele o nos fastidia, en eso reconozcamos señales de Dios». Como descubrir estos signos no son sencillos, necesitamos prepararnos: «Lo primero que tenemos que hacer para que este año sea nuestra Navidad es preguntarnos si deseamos reconocer a Dios como Él es, no como quiero que sea. Solo aquel que desee reconocer de verdad a Dios es aquel que está en disposición de reconocerlo de forma nueva este año».
Tras la lectura de la Anunciación, don José recordó que María creyó que el plan de Dios se iba a desarrollar,aunque ella no lo entendiese. «La única manera de entender el Adviento es así: No vamos a verlo todo hecho, sino que vamos a saber como María que formamos parte del plan de Dios. La segunda pregunta es si tú crees que formas parte del plan de Dios, para que Jesucristo, esa persona a quien deseas, siga creciendo», cuestionaba el arzobispo de Madrid.
La segunda lectura en la que se apoyó la respuesta fue en la salida de Babilonia cuando el rey persa Ciro permite a los israelitas, muchos ya acomodados, volver a un Jerusalén en ruinas. El pueblo de Israel tuvo que interpretar que Ciro era un instrumento de Dios y cambiar la imagen que ellos tenían de Dios. Ahora les pedía que se pusiesen en marcha y acudiesen a donde se les necesitaba. «El Adviento de esta gente fue cambiar la imagen que tenían de Dios y ponerse a trabajar para otros. ¿Vosotros deseáis a Dios? El deseo de Dios les hizo salir», confirmaba Cobo.
El texto del sueño de san José en el que el ángel le invita a no tener miedo sirvió para concluir las respuestas a cómo vivir bien el Adviento. Con José nos planteamos «a quién crees, no a qué crees, a quién», interpelaba el obispo. «Si crees a alguien no te queda más que hacer lo que hizo San José: acoger a alguien, aunque no entiendas, sabiendo que el plan de Dios va por ahí. ¿A quién acoges tú? Si no acoges a nadie ni crees a nadie no vas a vivir el Adviento. Y ponía nombre para creerlo», concluía don José Cobo.

Señales en el día a día
Tras el diálogo comenzó un rato de oración en el que se entrelazaban los momentos de silencio, las lecturas y las canciones interpretadas por un coro formado por la vicaría IV y V que llevaban varias semanas ensayando. Los jóvenes presentes en el Velad y Orad rezaban a gusto, con memoria agradecida por todo lo vivido este año jubilar. Los cantos, algunos de ellos compuestos por Marco Frisina e interpretados por el Coro della diocesi di Roma durante el Jubileo, trasportaron a los jóvenes a Tor Vergata.
En un momento determinado se animó a los asistentes a encender una vela eléctrica que se les había entregado. La Catedral se llenó de luz y de esperanza. Don José Cobo, al terminar el rato de adoración, animó a los jóvenes a cada noche plantearse cuáles habían sido las señales de que Dios está en su día a día y a encender esa luz que se les había entregado.
El próximo encuentro de oración de los jóvenes con el Cardenal será el próximo 6 de febrero, coincidiendo también con Luces en la Ciudad, para rezar especialmente por todas aquellas personas que diariamente sostienen a los madrileños con su oración.
«Infancia. Pobreza. Paz. Salvación. ¡Amor, amor, amor!», exclamaba San Francisco y, con esa misma certeza de Amor es con la que salieron los numerosos jóvenes de Madrid que renovaron su camino hacia la Navidad.