25 aniversario de la catedral

Jueves, 13 diciembre 2018 09:27

Obras (V): la solución arquitectónica de Sidro y Chueca (II)

Obras (V): la solución arquitectónica de Sidro y Chueca (II)

«Se trata de una concepción equilibrada, feliz, clásica sin imitación, española sin prejuicio nacionalista, y adaptada con un tacto exquisito a la misión que tiene que cumplir y al espacio que debe ocupar». Con estas elogiosas palabras terminaba su artículo Enrique Lafuente Ferrari sobre la solución arquitectónica que Carlos Sidro y Fernando Chueca dieron para la Catedral de la Almudena.

En su proyecto, Chueca y Sidro fueron estudiando y resolviendo los distintos aspectos que se iban planteando sobre la construcción.

Primeramente, la orientación de la iglesia estaba ya desde siempre decidida, pues había de dar frente a la plaza de la Armería. Pero, como ocurre en la mayoría de las catedrales españolas, era necesario disponer de un acceso secundario que sirviera como ingreso habitual a la iglesia. En los planos primitivos de la catedral, se abría ese acceso en el crucero, en el lado del Evangelio, por ser el más próximo a la calle Bailén. Pero, se había cometido el error de anteponer, a eje con este ingreso, un claustro por el que había que entrar, inevitablemente, al templo en este uso cotidiano. Los arquitectos rectificaron esta idea poco afortunada. En lugar del claustro dispusieron un atrio profundo (como vemos en la imagen I), una especie de lonja, en la que al fondo se elevaba una fachada de severa traza, noble y monumental. Flanqueada por dos cuerpos de edificio de menor altura, esta fachada afirmaba claramente su función y creaba en la lonja delantera, enlosada de piedra, ese espacio tan frecuente y tradicional en las iglesias españolas.

Por otra parte, la importancia de esta fachada del crucero, creaba un eje transversal en la construcción, pues al fondo, en el extremo oeste del brazo del crucero, albergaría una gran capilla destinada a la imagen titular de la Patrona de la Villa, la virgen de la Almudena. Como apunta Lafuente Ferrari, con la erección de la capilla de la Virgen en el extremo del crucero, Chueca y Sidro logran un efecto esencial en la arquitectura religiosa cristiana: el de atraer la vista desde el ingreso en el templo al lugar de principal adoración. 

Cripta de la Almudena

Otra original idea fue la de proyectar la parroquia aneja a la catedral como una iglesia independiente (ver a la izquierda de la imagen II), con silueta propia, de una sola nave con capilla cuadrara y cúpula ochavada rematada en chapitel de traza muy madrileña. Viene esta solución a independizar de la catedral misma los servicios parroquiales y resolver el problema del ángulo de la calle de Bailén.

Cripta catedral Almudena

Por otro lado, el problema de cubrir el templo rectificando las alturas de naves para reducir la inadecuada silueta goticista exterior está también resuelto con lógica y claridad indiscutibles que pueden apreciarse en la imagen III. Respetando siempre lo ya construido, es decir, la estructura gótica de la iglesia, consideraron incompatible la altura de naves del proyecto Cubas con una continuidad de líneas horizontales de las cornisas del Palacio de Oriente.

Así, de las tres zonas del alzado longitudinal interior (arcos de paso a las naves bajas, triforio y altos ventanales) Chueca y Sidro suprimieron un gran vano proyectado y lo sustituyeron con un óculo que, pudiendo llevar en su parte interna la ornamentación gótica de lóbulos, podía decorarse por el exterior con una simple moldura clásica más armónica con las fachadas del frontero Palacio Real. 

Cripta catedral Almudena

Asimismo, el crucero se cubrió con cúpula sobre trompas, tambor con vanos adintelados y linterna rematada por su chapitel.

Por último, analizamos la fachada principal, que por dar frente al Palacio de Oriente y dialogar directamente con su fachada de la plaza de la Armería supuso una gran responsabilidad para los arquitectos.

Como se aprecia en la lámina IV, se evitó el uso de arcos, dibujando una composición totalmente adintelada, para «enmascarar» la catedral gótica que hay detrás, los autores, dispusieron dos loggie, flanqueadas por las torres. El cuerpo bajo llevaba en la loggia inferior tres puertas adinteladas, flanqueada la central por dos nichos; sobre las puertas, sencillos guardapolvos; los cinco recuadros nos dan idea de la reglada proporción con que está distribuido el espacio. Las cuatro columnas del pórtico contrastaban con las ocho que, pareadas, vienen a afirmar una mayor robustez en el cuerpo bajo de las torres. Sobre el entablamento de regularidad dórica, se elevaba el segundo cuerpo en el que la loggia repite la distribución de huecos y recuadros, pero sin hornacinas, introduciendo una balaustrada. Y encima, el ritmo par de las columnas en las dos loggie quedaba acentuado por cuatro estatuas de evangelistas.

Curiosamente, como apunta Ferrari, si prescindiéramos de las torres, parecería más bien una fachada palaciega y carente de su carácter religioso.

Sin duda, la catedral de la Almudena, no fue tarea fácil para estos dos jóvenes arquitectos, pues había que evitar una acentuación excesiva de la verticalidad, frente a la horizontalidad del Palacio, así como no caer en una excesiva imitación de lo que había enfrente.

Cripta catedral Almudena

Puede consultar la serie completa de Una mirada a la historia en la web del Año Jubilar Mariano.

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