El 25 de junio de 1980 se publicó en la sección de Madrid del diario ABC, un reportaje sobre la situación del momento del Patronato y las Obras de la catedral.

«Tres años lleva “luchando contra las tempestades” don Alejandro Martínez Trobajo, presidente del Patronato de las Obras de la Almudena. El señor Martínez Trobajo me cuenta los sinsabores que pasó el último párroco de la Almudena don Manuel Morante, ante el estado lamentable de una catedral que sin estrenar estaba como en ruinas y hasta con goteras en la cripta, y cómo de esta preocupación nació la idea del Patronato que impulsó el alcalde entonces don Juan de Arespagochaga.

En 1975 el Patronato se constituyó formalmente, ya en la Alcaldía don José Luis Álvarez. Como aportación simbólica del Ayuntamiento, la Comisión Permanente aprobó un gasto de un millón de pesetas. Una vez constituido (me dice el señor Trobajo) tenía que pasarse al Ministerio de Cultura, para su inscripción. Pero entonces el Ministerio contestó que no era competencia suya, sino de Sanidad. Pasados unos cuantos meses, Sanidad remitió el asunto de nuevo a Cultura, para que fuera visado por la Dirección General de Fundaciones, pero también allí hubo dificultades pues el Ministerio atravesaba una época de remodelaciones. Naturalmente al Patronato le faltó siempre la fuerza legal. Solo hace mes y medio que el Ministerio de Cultura ha dado todas las bendiciones y nos proponemos trabajar a tope para lograr que Madrid pueda tener la basílica que le corresponde. Tenemos preparado un equipo de canteros que nos ha costado mucho reunir, porque es un oficio que hoy se ha perdido. Todo está a punto, pero nos falta el dinero.

El Arzobispado no puede dar dinero para la Almudena. El cardenal Tarancón ya me dijo que imposible dar una peseta, para esta obra, cuando hay párrocos que celebran misa en un garaje. Pienso que puede ser su terminación un motivo para que los madrileños puedan demostrar su generosidad. Madrid necesita que esté terminada para la llegada del Papa y sería muy hermoso poder inaugurarla un siglo justo después de la colocación de la primera piedra».

La autora del artículo, la periodista Mari Chari González-Vegas, tuvo ocasión de visitar entonces las obras, en compañía del arquitecto del proyecto, don Fernando Chueca Goitia: «No hay que decir que el semblante de Chueca reflejaba tristeza mientras contemplaba su sinfonía inacabada, donde la humedad, la desidia, el tiempo, comienzan a enseñorearse.

A don Fernando Chueca Goitia le pregunto: ¿Cuáles son, a su juicio, las razones para finalizarla? Primera razón, que no se puede tener el conjunto monumental más importante de Madrid en ruinas. Es una ofensa al urbanismo de la ciudad y al Palacio Real. Segunda, que la devoción a la Virgen de la Almudena reclama que la Patrona de Madrid tenga su propia iglesia, justo en el entorno de la ciudad lleno de evocaciones almudenianas. Tercera, que lo que se ha invertido, a precio de hoy, equivale a unos 2.000 millones de pesetas. Solamente la cripta es muy valiosa y en ella reposan los restos de numerosas personas que quisieron tener su última morada cerca de su Virgen madrileña. Cuarta, que Madrid no tiene un templo para ceremonias de la categoría que la ciudad requiere. Este es el idóneo por su emplazamiento y dimensiones. Los templos que existen en Madrid son más pequeños. Las iglesias más relevantes de la ciudad pertenecen a las órdenes monásticas.

¿Qué significaría dejarla inacabada? Sería la ruina y reflejaría un alto grado de incivilización de todos.

También se ha hablado en la Prensa de demolerla…. Bueno, demoler sería la barbarie».

El artículo terminaba haciendo un llamamiento a todas las mujeres españolas de nombre Almudena, para que colaborasen en la construcción de una iglesia para su Patrona.

Puede consultar la serie completa de Una mirada a la historia en la web del Año Jubilar Mariano.