Una mirada a la historia

Jueves, 06 junio 2019 08:53

25 aniversario de la dedicación de la catedral de la Almudena: 15 de junio de 1993

25 aniversario de la dedicación de la catedral de la Almudena: 15 de junio de 1993

Finalmente, el 15 de junio, el Santo Papa Juan Pablo II dedicó y consagró el templo-catedral de Madrid. Tras más de un siglo de trabajo, esfuerzo y entusiasmo, la iglesia madre de la diócesis de Madrid estaba terminada.

El rito de la dedicación o consagración de iglesias es una de las más solemnes acciones litúrgicas. La dedicación de la iglesia es un día de fiesta, que no pasa desapercibido, sino más bien, marca un hito importante en la vida eclesial y cuyo aniversario se celebre con gran solemnidad.

Los ritos más relevantes que tuvieron lugar en la ceremonia de consagración fueron:

Unción del altar y de los muros de la catedral

El Santo Padre, de pie, ante el altar, dijo en voz alta: «El Señor santifique con su poder este altar y esta casa que vamos a ungir, para que expresen con una señal visible el ministerio de Cristo y de la Iglesia». Luego, vertió el Santo Crisma en el centro y en los cuatro ángulos del altar, y después ungió todo el altar. A continuación, algunos cardenales y obispos ungieron los muros de la iglesia, signando con el Santo Crisma, las doce cruces distribuidas en los pilares de la nace central.

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Incensación del altar y de la catedral

Inmediatamente del rito de la unción, se colocó sobre el altar un brasero para quemar incienso y aromas. El Santo Padre echó incienso en el brasero diciendo: «Suba Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia y, así como esta casa se llena de suave olor, que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo».

Después, el Santo Padre incensó el altar. Regresó a la cátedra, donde le incensaron y se sentó. Algunos cardenales y obispos recorrieron por las naves de la catedral, incensando al pueblo y los muros.

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Revestimiento del altar

Terminada la incensación, un grupo de religiosas Auxiliares parroquiales de Cristo sacerdote, secaron con toallas la mesa del altar y la taparon con un lienzo impermeable; seguidamente con ayuda de dos mujeres colaboradoras de la organización, cubrieron el altar con el mantel y lo adornaron con flores.

Iluminación del altar y de la catedral

Un diácono se acercó al Santo Padre, el cual, de pie, le entregó un cirio encendido, diciendo en voz alta: «Brille en la Iglesia la luz de Cristo, para que todos los hombres lleguen a la plenitud de la verdad». Luego, el diácono fue al altar y encendió, con ayuda de un acólito, los cirios para la celebración de la Eucaristía. Diez diáconos con velas encendidas se dirigieron encender los candelabros colocados debajo de las cruces con las que se habían ungido los pilares.

Inauguración de la capilla del Santísimo

Después de la comunión, el copón con la reserva del Santísimo Sacramento quedó en el altar, y tras rezar la oración después de la comunión, el Santo Padre regresó al altar donde incensó el copón, lo tomó y se organizó la procesión hacia la Capilla del Santísimo, precedida de dos acólitos con velas. Llegados al sagrario, se hizo la reserva del Santísimo Sacramento.

Oración ante Santa María de la Almudena

Finalizada la ceremonia, el Santo Padre acompañado por el cardenal Suquía, subió al camarín de la Virgen para venerar la imagen y rezar ante ella la siguiente oración:

Virgen de la Almudena, Madre y Señora nuestra,
vengo hasta tu Imagen santa para venerarte
con filial devoción.

En tu honor se construyó esta catedral,
para que fuera digna morada tuya y luminoso
lugar de encuentro con todos tus hijos.

Tú, que estuviste oculta
en murallas del viejo Madrid,
te manifiestas hoy
como Madre de inmensa ternura.

Tu nombre de Almudena
hace referencia a la fortaleza;
danos constancia firme
para vivir siempre seguros
en la fe de la Iglesia.

Mantén vivo y fuerte nuestro amor,
para que ningún obstáculo
pueda desviarnos del camino de la salvación.

Enséñanos a verte siempre Madre,
manantial de misericordia,
regazo de perdón, abrazo de la esperanza,
puerta de la Gloria.

Llena con tu presencia maternal
la dura soledad de los que sufren.
Acoge con amor los deseos de sus hijos.
Abre nuestros corazones
a la alegría del espíritu.

Como excelsa Patrona de Madrid,
bendice y protege
a quienes pronuncian cada día,
con devoto amor,
tu nombre santo y el de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén».

Esta oración fue asimismo recitada por el  cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, al final de la celebración de la Misa estacional con motivo del 25 aniversario de la consagración de la catedral, el 15 de junio de 2018.

Puede consultar la serie completa de Una mirada a la historia en la web del Año Jubilar Mariano.

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