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Lunes, 11 mayo 2015 06:59

Monseñor Carlos Osoro a los enfermos: “La sabiduría del corazón es servir a los hermanos”

Monseñor Carlos Osoro a los enfermos: “La sabiduría del corazón es servir a los hermanos”

La Catedral de Santa María la Real de la Almudena acogió ayer, domingo, la celebración solemne de una Eucaristía en la Pascua del Enfermo. Presidida por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, en la misma concelebraron el Delegado de Pastoral de la Salud, José Luis Méndez, y sacerdotes vinculados a esta pastoral.

En su homilía, Mons. Osoro recordó que con esta celebración se clausuraba la Campaña del Enfermo que se ha venido celebrando desde el pasado 11 de febrero, con el lema “Salud y Sabiduría del corazón. Otra mirada es posible con un corazón nuevo”. En alusión al mismo, explicó que "la sabiduría es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y el corazón. No es algo que alcanzamos por nuestras fuerzas, sino que nos la regala Jesucristo. Esa sabiduría de quien se abre siempre al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos, como lo hizo Jesucristo, una verdadera imagen de Dios. Porque la sabiduría del corazón es servir a los hermanos”.

En este sentido, evocó a los cristianos que están dando testimonio “no con palabras, sino con su propia vida, con los ojos del que no ve, con los pies del que no puede andar, con la vida de quien se le está terminando. Cuántos cristianos, cuántas personas están junto a los enfermos”, apuntó, ofreciendo “un servicio que se prolonga en el tiempo, y para el cual se necesita la sabiduría del corazón”. Y es que, aseguró, “la iglesia tiene la necesidad de predicar esto a los hombres porque esto es lo que hizo Jesucristo, con quien nosotros queremos identificarnos. Y nosotros lo hemos recibido como regalo del Señor”.

“La sabiduría”, prosiguió, “es salir al encuentro del hermano, especialmente de aquel que más necesidades tiene, que no se puede valer por sí mismo. A veces, nuestro mundo olvida el valor especial que tiene el tiempo empleado simplemente junto a la cama del enfermo, porque a este mundo que tiene prisas para todo, que solo quiere producir y que a veces se vuelve contra nosotros mismos, solo Jesucristo le puede hacer descubrir la dimensión que tiene la gratuidad y el ocuparse, para ser pies, ojos, manos y vida de aquellos que la tienen con una limitación”. “Sabiduría que nos infunde el Espíritu, que nos hace ser solidarios con todos, sin juzgar a nadie”, insistió.

Continuó diciendo que “esta sabiduría llega a nuestra vida y a nuestro corazón, ya que somos rostro de Cristo mostrando ese rostro, curando los que como profesión tenéis el estar dando curación al enfermos, acompañando al ser humano en el estado en el que se encuentre. El Señor nos eligió para dar fruto que dure y permanezca”. Y se preguntó “cómo tener esta sabiduría”, respondiendo que “el Señor nos ama y nos envía a dar salud”.

Permanecer en el amor de Cristo
En este sentido, manifestó su agradecimiento a los enfermos “que estáis en primera fila, y nos recordáis que tenemos que tener esta sabiduría del corazón. Nos ayudáis a no olvidar que lo nuestro es servir acogiendo la sabiduría que viene de Dios, para dar fruto y que permanezca”. El Señor, aseguró, “nos ha elegido a todos: a vosotros, que estáis en las sillas, y a nosotros. Nos ha elegido porque no podemos dar cualquier fruto. Tenemos que dar el de Jesucristo. Ese fruto que solo se puede dar si nos preguntamos cómo tener esta sabiduría, cómo alcanzarla. El Señor nos dice: permaneced en mi amor. Y su amor es incondicional, absoluto, va en búsqueda del que me necesita para que yo le dé de comer porque él, por sí mismo, quizás no puede. Permanecer en el amor no es una teoría bonita: es la vida misma de Jesucristo”. A su juicio, la “sabiduría del amor de Dios es un amor que da fruto, entrega, servicio, vida, compañía, fraternidad, capacidad para que quien esté a mi lado se sienta a gusto”. Recalcó que se puede tener esta sabiduría permaneciendo en el amor del Señor, y teniendo su alegría. “No es un peso. Mi alegría es esa que viene de Dios y nos hace descubrir que nuestra vida es entrega total, hasta la muerte”, afirmó.

“Esta tierra y este mundo necesitan escuchar estas palabras, y los cristianos también, y meterlas en nuestro corazón: Sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Por eso, invitó a cuestionarse si “soy amigo del Señor” y “estoy haciendo lo que Él me manda”. Y es que el Señor “nos ha llamado a todos los que estamos aquí para que demos fruto; unos, haciendo sensible nuestro corazón a la verdadera sabiduría y servicio, otros, poniendo lo que somos y tenemos al servicio de los demás. Esa sabiduría se obtiene dejándonos amar por Dios, dejando que su amor construya nuestra vida, y que sea la sabiduría que buscamos en la vida, pasando largos ratos junto al Señor y dejando que Él entre en todos los rincones de nuestra existencia, celebrando como hoy la Eucaristía, donde el Señor se hace presente y nos entrega su vida para alimentarnos de Él. Dios nos ama y nos envía a dar salud…. Y la salud solamente se puede entregar amando de verdad, porque el que ama ha nacido de Dios. Cuando se acoge su amor, salimos de nosotros mismos al servicio de los demás”.

“Sabiduría del corazón significa ser solidario con el hermano, sin juzgarle. Qué difícil es, pero qué maravilla… La tentación siempre es juzgar, y el Señor nos dice: amar. Lo nuestro es amar, regalar el amor de Dios a todos”, aseveró.

Concluyó deseando que “este día en que estamos celebrando con los enfermos este lema ‘Salud y Sabiduría del corazón’, en esta Pascua de los enfermos, que es resucitar todos con Cristo, lo vivamos como un regalo entrañable que el Señor nos hace en este domingo a través de todos nuestros hermanos que tienen falta de salud pero a quienes nosotros se la damos en la medida en que les sirvamos con la sabiduría de Jesucristo”.