Madrid

Lunes, 14 mayo 2018 17:22

Reviva la Noche de los Testigos, de ACN-España, en la catedral

Reviva la Noche de los Testigos, de ACN-España, en la catedral

El pasado viernes, 11 de mayo, la catedral de la Almudena acogió una nueva edición de la Noche de los Testigos: una vigilia de oración y testimonios por los cristianos perseguidos, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN España) con motivo del Día de Oración por los Cristianos Perseguidos que la fundación pontificia celebra el 13 de mayo, festividad de la Virgen de Fátima.

«Viví sin agua, sin comida, sin casa y sin absolutamente nada»

Gaetán Kabasha, revestido con el alba sacerdotal que conforma lo que hoy es, reveló la historia de su vocación, que comenzó en Ruanda en 1994. «Estaba estudiando en el Seminario Mayor Filosofía cuando estallo el genocidio de Ruanda». En medio de aquella «catástrofe apocalíptica», se escapó con más de un millón de personas. «Nos encontramos en el Zaire, actual República Democrática de El Congo, donde estuvimos en un campo de refugiados sin agua, sin comida, sin casa, sin medicina, sin jabón y sin absolutamente nada». Murieron miles de personas, y «todos pensábamos que íbamos a morir a la noche siguiente».

Al otro lado del altar, el cardenal arzobispo de Madrid, que presidía el encuentro, acompañaba con su mirada cada una de las palabras del sacerdote de la República Centroafricana. Kabasha, visiblemente emocionado, relató cómo allí, en medio de aquel desastre, la idea de ser sacerdote comenzó a brotar en su corazón con una fuerza inusitada y diferente. «Yo no veía cómo podía ser sacerdote, pero una voz interior me decía que sí». Salió de allí, cruzó el Zaire «sobreviviendo de cualquier manera y al borde de las fuerzas» hasta que llegó a la República Centroafricana, le devolvieron a Zaire y estuvo allí más de un año. «Cuando estalló la guerra contra Zaire, que destruyó el campamento de refugiados donde yo estaba, murió mi hermano, y volví a la República Centroafricana», donde le acogió el obispo español Juan José Aguirre y le envió a Madrid a seguir estudiando. Ya en España, se dio cuenta de que «no todos los curas de este mundo han vivido en campamentos de refugiados, ni saben qué es vivir sin documentos, ser preso, ser un inmigrante humillado o conocer el hambre». Así, llegué a la conclusión de que Dios me había preparado para alguna cosa». En 2003 le ordenaron diácono en la catedral y un mes después volvió a la República Centroafricana, «porque Dios me enviaba allí, un país castigado por la violencia y la pobreza». De todo esto, confiesa el sacerdote, he sacado una lección: «El sufrimiento no es final del camino, la oración tiene un poder que va mas allá de lo que podéis imaginar y el hombre hace proyectos pero es el plan de Dios lo que se realiza». Y esto, «es el lema sacerdotal de mi vida».

«Es más peligroso que nunca ser cristiano en La India»

Otro de los testimonios que resonaron en la catedral de la Almudena fue el de la hermana Leelamma, religiosa que contó cómo la India sufre la persecución. «Hablar de la India no es fácil –subrayó– puesto que la mayoría de la población es hinduista». Después, «sigue el Islam» y, al final, «el cristianismo, con un 3,1 % de los habitantes». La religiosa relató cómo la violencia en contra de los cristianos siempre ha existido en el país, «pero hoy en día es muy común la inmunidad por tales acciones debido a la falta de acción por parte del Gobierno».

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Asimismo, la religiosa subrayó que «ahora es más peligroso que nunca ser cristiano en la India», puesto que «la persecución está aumentando». Sin embargo, dijo, con una sonrisa en su cara, «el cristianismo se mantiene fuerte y nunca detuvo el crecimiento de la Iglesia». «Cuando somos más atacados y perseguidos, nos volvemos más fuertes». Por ello, «el sufrimiento nos ha hecho más fuertes». En los últimos años, confesó, «la violencia anticristiana ha costado la vida de casi un centenar de personas, ha provocado miles de heridos y de refugiados, se han destruido unas 5.000 viviendas y se han eliminado poblaciones enteras». En la intemperie de esa barbarie, contó que «más de 400 iglesias cristianas o lugares de culto han sido incendiados», y «miles de personas siguen huidas en la selva». Pero, a pesar de todo, «el cristianismo quiere ser un instrumento de paz en la India» y «nunca pensamos en abandonar a Jesús».

El cristiano: un don de Dios para la tierra y los hombres

Finalmente, el arzobispo de Madrid, antes de venerar la cruz de Mosul, traída desde una aldea cercana a esta localidad de Irak, y que fue profanada en su día por los yihadistas del Estado Islámico, dio las gracias por los testimonios compartidos, donde la belleza de Jesucristo se hace presente con amor en medio del dolor. «Es de las mejores noches que podemos tener en la vida, rezar y contemplar a quienes entregan la vida por Jesucristo», confesó el prelado.

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El cardenal, además, pidió porque el Señor «ayude a esa Iglesia perseguida en tantos lugares de la tierra a tener fuerza para mantenerse fuertes en ese camino» y, en cada horizonte de esa plegaria, «cambie el corazón de quienes los persiguen». Un cristiano de verdad, dijo, «no es un estorbo o una hierva mala que tiene veneno y hay que eliminarla». Un cristiano de verdad, concluyó, «es un don de Dios para los hombres, una gracia inmensa de Dios para esta tierra, si lo es de verdad en la vida y en la muerte, cuando tanto la vida y la muerte la vive amando».

 

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