Madrid

Lunes, 18 febrero 2019 08:58

La Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén peregrina a la catedral en el Año Jubilar Mariano

La Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén peregrina a la catedral en el Año Jubilar Mariano

La Lugartenencia de España Occidental de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén peregrinó el pasado sábado, 16 de febrero, a la catedral de Santa María la Real de la Almudena, de Madrid, para celebrar los 25 años de la dedicación del templo y ganar el jubileo del Año Jubilar Mariano concedido por el Papa Francisco.

Tras un acto de reflexión en la Sala Capitular, la procesión del Capítulo de Caballeros y Damas, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, caballero gran cruz Carlos Osoro, salió a la plaza de la Almudena para ingresar en el templo por su puerta principal, que hace las veces de Puerta Santa. Dicha procesión se hizo entonando la letanía de los santos. Ya en el templo, el cardenal Carlos Amigo, caballero gran cruz y gran prior, saludó al cardenal Osoro en nombre de la Lugartenencia para agradecerle su invitación a peregrinar y ganar las indulgencias por el Año Jubilar Mariano, que veía cumplida en ese acto, y manifestar la adhesión de los caballeros y damas de la Lugartenencia a la Iglesia universal, al Papa y a la Iglesia que preside en Madrid el prelado madrileño.

«María nos enseña a abrir nuestro corazón y nuestra vida a Dios»

La Santa Misa fue presidida por el cardenal Osoro, quien subrayó en su homilía que «el Señor nos concede acercar nuestras vidas con más hondura y profundidad a la Santísima Virgen María», y «nos concede el descubrir –en este Año Santo Jubilar– que, abiertos a la gracia, somos, ayudamos y vemos más». Asimismo, mirándole a Ella, animó a los fieles congregados allí a «tener siempre abierta la vida a la acción de la gracia de Dios».

María, destacó, «nos enseña a abrir nuestro corazón y nuestra vida a Dios, fiándonos totalmente de Él». Y abrazado a esa confianza, el purpurado aseveró que el Señor «protege en el camino a los justos». Y los justos, en la Biblia, «son pecadores como todos los demás, como somos todos los humanos». Sin embargo, incidió en que «podemos tomar la decisión de ponernos de cara a Dios, a su amor, a su gracia, a dejarnos invadir, a dejarle entrar en nuestra vida y a darle el rostro que se merece cuando entra en nuestra existencia». Y hacerlo de manera que «lo noten los que viven a nuestro lado», ya sea «por nuestro comportamiento» o por «nuestra manera de ser».

«Dios nos quiere felices»

El prelado, acompañado del cardenal Amigo, del prior de la Sección Centro, Joaquín Martín Abad, caballero comendador, y de otros caballeros eclesiásticos y presbíteros del cabildo catedral, recordó que «venimos aquí a encontrarnos con nuestra Madre». Ella, «una mujer excepcional», puso su confianza en el Señor porque «sabía que el camino de un ser humano que pone su confianza en Dios, termina siempre bien. Y en el camino, hace bien a los demás». Por ello, «confiad en Dios, y que esa confianza os lleve a transitar por los caminos». Y en esa «razón fundamental» para fiarse de Dios, «no estamos reunidos en nombre de un muerto que vivió hace 21 siglos», sino que «estamos reunidos porque creemos que Cristo ha resucitado de entre los muertos, y nosotros somos participes de esa Resurrección».

El pastor de la Iglesia madrileña confesó que «Dios nos quiere felices». El Reino de Dios «nos pertenece» y, por tanto, «acojamos esta novedad». Ser feliz «quiere decir que nuestra dignidad es grande», así que «salid del pesimismo, somos dichosos porque el Reino de Dios nos pertenece y tenemos a Cristo como Rey». Él, concluyó, «nos ofrece la felicidad y nos capacita para que se la entreguemos a todos los hombres». Y María, su Madre y la nuestra, «nos enseña a hacer este camino».

 A su término, el lugarteniente caballero de gran cruz José Carlos Sanjuán Monforte dirigió unas palabras de agradecimiento al cardenal arzobispo de Madrid y dirigió la oración de los caballeros, que fue rezada por todos. Tras ello, se hizo una ofrenda floral a la Virgen de la Almudena en su altar y se rezó la oración del Año Jubilar Mariano. Después de la procesión de salida, el Capítulo se disolvió en la sacristía.

Homilía del cardenal Osoro

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