«Jesús viene como Rey de la Paz. No se impone a nadie, […] viene a abrirnos un camino de paz y de amor para la familia humana». Con estas palabras, el cardenal Osoro dio el pistoletazo de salida a las celebraciones de Semana Santa en la catedral.
Tras la tradicional bendición de palmas a las puertas del templo, el arzobispo recordó que, en el Domingo de Ramos, «el pueblo espontáneamente esto lo distingue y se echa a la calle para aclamar a Jesús».
El Señor –detalló– no llega a Jerusalén ni «en caballo ni en carroza real, sino en un borrico prestado como señal de mansedumbre y de pobreza». Y cuando lo hace resuena «un grito de alegría»: «Bendito el que viene en nombre del Señor».
«También todos queremos gritarle: “Bendito el Rey que viene en nombre del Señor” –añadió el purpurado–. Bendito Jesús. Bendito eres, Señor, que vienes cada día a nuestra vida. Bendito tú, Señor, que vienes con tu paz a este mundo que está desgarrado por la violencia. Tú que vienes para despertar la esperanza en todo ser humano. Tú que vienes para amar a los hombres».
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