Madrid

Miércoles, 09 octubre 2019 12:55

Monseñor Paganelli, obispo y misionero: «La cruz es el símbolo del amor y no de la derrota»

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«Frente a los mártires, sería mejor callarnos. Porque la Iglesia sigue teniendo muchos mártires hoy». En el corazón de estas palabras, se encuentra monseñor Natale Paganelli, obispo administrador apostólico de Makeni (Sierra Leona) y misionero javeriano. Paganelli participó este martes, 8 de octubre, en una mesa redonda organizada por la Delegación Episcopal de Misiones, en el marco de las celebraciones que se están programando en la diócesis de Madrid con motivo del Mes Misionero Extraordinario. Junto al prelado estuvieron presentes monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, y Gonzalo Violero, laico misionero.

El administrador apostólico de Makeni destacó que los misioneros no son «héroes», sino «seres normales y comunes, sin cualidades especiales». Pero «cuando estás ahí, perteneces al pueblo; y si tú no haces la opción de ser uno de ellos, es mejor que te vayas a sembrar papas y no a anunciar el Evangelio». Una carta de presentación, sin duda alguna, que marca el alfa y la omega de su vida: «O amas, o tus palabras no sirven para nada».

«Cuando todos se van, solo los misioneros se quedan»

Paganelli, que tuvo un recuerdo «muy emocionado» para Manuel García Viejo –el religioso de la orden de San Juan de Dios fallecido por el virus del ébola después de ser repatriado desde Sierra Leona–, recordó que «la cruz para nosotros es el símbolo del amor y no de la derrota». En la cruz «vemos el amor de Dios Padre, que consagra a su Hijo, dona a su hijo, para salvarnos». Y «es el signo del amor del Hijo para con nosotros, porque no fue obligado, y hasta sudó sangre. Pero aceptó por amor».

Un amor que se hace sacramento en su propia historia cuando se enraíza en las manos y los pies lacerados de Jesús de Nazaret: «La lógica de la cruz y, por lo tanto, la de nuestra vida como cristianos es la de poner al otro antes que a nosotros». De otra manera, reconoció, «la sociedad se acabará destruyendo». Y cuando todos se van en zonas de guerra o de conflicto, señaló el misionero javeriano, «solo los misioneros se quedan».

«Llevar a Cristo es llevar la alegría»

A su lado, Gonzalo Violero presentó la figura del padre Ezequiel Ramín, mártir comboniano en Brasil. «La dimensión del testimonio de los testigos siempre está presente en el DOMUND», destacó, nada más comenzar. Un testimonio «como expresión de las iglesias repartidas por el mundo entero». Por tanto, al hablar del padre Ezequiel, quiso mostrar la especificidad de esa Iglesia en la que él estuvo encarnado.

Tras elaborar una breve semblanza del mártir comboniano, insistió en la necesidad de «abrir los ojos al mundo de la exclusión y de los descartados», tal y como Ramín hizo. «A veces podemos tener los ojos abiertos y no ver», subrayó, «y Ezequiel tenía ese don de ver la realidad directamente». Para él, «llevar a Cristo era llevar la alegría». Y por ello, «siguió el camino del misionero no por su propia iniciativa, sino porque Dios le buscaba y continuamente le preguntaba si quería seguirle». Así, reconociendo que la iniciativa era del Señor y no suya, Violero planteó que «hoy en día, no se puede mirar desde la barrera, sino que todos estamos implicados en las situaciones de las tierras de exclusión».

Su camiseta ensangrentada: símbolo y reliquia de la comunidad

«Ezequiel reveló que los marginados solo querían ser escuchados, y él mantiene esa relación con el pueblo». Después de contar que, tras jugarse la vida por los más débiles, fue asesinado por pistoleros, enseñó la camiseta ensangrentada que llevaba, «que pasó a ser un símbolo de la comunidad y una reliquia que, hoy en día, sigue siendo sacada en las procesiones que conmemoran, año tras año, la romería por la tierra en memoria del padre Ezequiel».

Nadie elige el martirio, dijo, pero «el martirio construye la comunidad y la edifica». Y Ezequiel, «como sacerdote, ofrecía la Eucaristía, y lo ofreció con su vida, por amor al pueblo y al Señor».

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«Necesitamos reavivar la fe en el fuego de los mártires»

Finalmente, monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, confesó que «necesitamos el testimonio de los misioneros», porque «ellos nos aportan la frescura y las líneas, y nos dicen dónde está lo importante». Necesitamos, asimismo, «reavivar la fe en el fuego de los mártires y de los que se están curtiendo en primera línea, así como la experiencia de los misioneros en zonas donde no hay estructura cristiana».

Siguiendo las huellas evangélicas del Papa Francisco, el purpurado incidió en que «si queremos aprender cómo ser misioneros en el Madrid de este año, o aprendemos de la misión ad gentes o convertiremos esto en un museo de pastorales».

«O ponemos al otro por delante o estamos perdidos»

Con los misioneros en el centro, reconoció que «Dios está ahí, y va siempre por delante de nosotros». Y nosotros «hemos de ponernos continuamente en salida». Detalle que «tenemos que aprender de las zonas de misión: o ponemos al otro por delante o estamos perdidos».

Un ejemplo que seguir para la Iglesia diocesana que el Espíritu Santo le ha encomendado: «En las parroquias más periféricas de Madrid, nos están enseñando a ser misioneros». Vosotros, concluyó, mirando al corazón de los misioneros allí presentes, «sois los hermanos mayores para la Iglesia más vieja en el reto que tenemos por delante».

Próximas celebraciones del Mes Misionero Extraordinario

  • El Seminario Conciliar (San Buenaventura, 9) se suma a esta iniciativa y, durante todo el mes de octubre, la Eucaristía de los martes a las 20:00 horas estará presidida por un misionero, que ofrecerá su testimonio.
  • El miércoles 16, a partir de las 19:00 horas, se podrá escuchar la conferencia Bautizados y enviados. Será impartida por el cardenal Osoro en Sala Capitular de la catedral de Santa María la Real de la Almudena.
  • El sábado 26 de octubre, también en la catedral, a partir de las 19:00 horas, el arzobispo de Madrid presidirá un gran Envío Misionero.

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