Múltiples son las formas en que se puede celebrar cualquier efeméride, evento o persona. En el caso que nos ocupa, el de los cien años del nacimiento de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, también es así. Por todo el mundo se están celebrando exposiciones, eucaristías, jornadas académicas, económicas, medioambientales, ecuménicas, interreligiosas, políticas,… y es que Chiara durante su vida mantuvo contacto y dio aliento a todos ellos. Todo ello, bajo el lema Celebrar para encontrar a Chiara Lubich.
Partiendo de una profunda espiritualidad que le hizo experimentar una y otra vez que Dios es Amor, que es Padre de todos y desea la unidad de la familia humana[1], trabajó incansablemente para difundir este ideal y hacer sentir a cada persona que encontraba que somos hermanos y nada de lo que le ocurre es indiferente. A través de ella y otros, muchas son las personas a lo largo del mundo que viven de esta manera, con el objetivo de construir la fraternidad universal, una fraternidad que respeta las diversidades y, aún más, se enriquece precisamente de ellas.
Con la celebración de este centenario se quiere por un lado compartir lo vivido y, por otro, mirar al futuro y continuar difundiendo el carisma de la unidad. En palabras de Maria Voce, actual presidenta de los Focolares: «Espero que las personas que participen en los distintos eventos no se encuentren con un gran personaje del pasado, sino con una realidad que vive en las personas de la Obra (Movimiento de los Focolares). Lo importante es que, mediante el carisma de Chiara, se encuentren con Dios».
En Madrid, la próxima cita, enmarcada en el XII aniversario de su muerte el 14 de marzo de 2008, tendrá lugar en el Centro Mariápolis Luminosa de Las Rozas. Programada para el 14 de marzo, dará comienzo a las 18:00 horas con la celebración de la Eucaristía. Y continuará con un programa artístico y de testimonios: ¿Quién es Chiara para ti? Y la actuación de Feribán con el espectáculo sobre la vida de la fundadora de los Focolares, Chiara Lubich: el sueño de la unidad.
[1] Como le pidió Jesucristo: «Padre, que todos sean uno»