Madrid

Martes, 30 junio 2020 09:20

Un sacerdote y un diácono permanente recién ordenados participan en la última Misa en rito hispano-mozárabe del curso

Un sacerdote y un diácono permanente recién ordenados participan en la última Misa en rito hispano-mozárabe del curso

«La liturgia hispano-mozárabe representa una realidad eclesial, y también cultural, que no puede ser relegada al olvido si se quieren comprender en profundidad las raíces del espíritu cristiano del pueblo español». Son palabras del Papa san Juan Pablo II pronunciadas el día de la Ascensión de 1992, en la homilía de la Misa en rito hispano. Lo hizo tras la restitución del misal hispano-mozárabe y se convertía en el primer Papa que celebraba en la liturgia de la tradición visigoda.

Ya el Concilio Vaticano II había recogido por escrito la igualdad de «derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos», y desde entonces se procura mantenerlos y fomentarlos. Son expresión de cómo celebraban la fracción del pan, heredada de los primeros cristianos, las comunidades cristianas surgidas a medida se expandía el cristianismo.

La diócesis de Madrid está muy vinculada al rito hispano ya que san Isidro, el patrón, y santa María de la Cabeza, su esposa, eran de familia mozárabe. Para velar por la continuidad de esta liturgia y su difusión nació hace seis años Gothia, una asociación pública de fieles que en la actualidad cuenta con más de 100 miembros y que retoma este martes sus habituales Misas semanales.

Será una Eucaristía especial ya que el celebrante y el diácono son dos de los ordenados durante este mes por el cardenal Carlos Osoro en Madrid. Carlos Pérez, presbítero que recibió el Orden el pasado 20 de junio en la catedral, y José Luis Gallego, diácono permanente que fue ordenado el 13 de junio en la colegiata de San Isidro, volverán a participar de la liturgia mozárabe «desde esta nueva realidad de servicio», señala José Luis.

La Misa, por tanto, se celebrará en acción de gracias por estas dos ordenaciones y será la primera tras el confinamiento debido al coronavirus, y también la que servirá de cierre de curso. Al diácono le hace especial ilusión compartirla con Carlos ya que «hemos crecido juntos» en el proceso de discernimiento vocacional que se ha concretado este mes de junio. Será un momento también de reencontrarse con otros miembros de la Asociación que por motivos de limitación de aforo no pudieron ir a ninguna de las dos ordenaciones.

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Simbología llamativa

Algunos, cuando se asoman los martes a las 19:00 a la iglesia de la Concepción, en Goya, donde Gothia celebra sus Eucaristías, y se encuentran con el rito mozárabe, se desconciertan: «¿Pero esto es católico?». Es cierto que hay símbolos llamativos y partes de la liturgia que pueden parecer «descolocados» con respecto al rito romano. «Las ofrendas, por ejemplo, se dejan en el altar cubiertas con un velo –explica José Luis–, que se quita cuando se reza por los difuntos porque ellos ya ven a Dios cara a cara».

Sucede también en el rito mozárabe que el credo y el padrenuestro se rezan en el rito de la comunión, y el signo de paz se intercambia antes de la plegaria eucarística. E igualmente cuenta con oraciones propias, como el trisagio para algunas solemnidades: «Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten piedad de nosotros».

Con todo, José Luis destaca un aspecto fundamental del rito hispano-mozárabe: «Es una celebración tremendamente participativa del pueblo; es un diálogo de alabanza entre el pueblo y Dios canalizado a través del presbítero, y con un papel singular de los diáconos».

Esta antigua liturgia visigótica conoció su época dorada durante los dos siglos posteriores a la conversión al cristianismo del rey Recaredo (587). Con la invasión árabe en el año 711 se interrumpió su proceso evolutivo y se refugió sobre todo en Toledo y el norte de España. Los cristianos que siguieron viviendo su fe y su culto fueron llamados mozárabes. A finales del siglo XI se introdujo el rito romano y se impidieron los usos locales, pero el rey Alfonso VI, al liberar Toledo (1085), concedió a los mozárabes de la ciudad seguir celebrando en el rito hispano en seis parroquias.

En el año 1500, el cardenal Cisneros encargó una edición de textos para evitar la total extinción del rito. Cuatro siglos después, ya en 1982, la Iglesia en España hizo una revisión de la liturgia hispano-mozárabe, y en el año 2000 el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco, decretó la posibilidad de celebrar de manera estable la Eucaristía en el rito hispano-mozárabe en la archidiócesis de Madrid.

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