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Martes, 30 junio 2020 10:22

Carlos Osoro: «Debemos tener el atrevimiento de salir a este mundo con la fuerza que viene del amor de Jesucristo»

Carlos Osoro: «Debemos tener el atrevimiento de salir a este mundo con la fuerza que viene del amor de Jesucristo»

Este lunes, 29 de junio, solemnidad de san Pedro y san Pablo, el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, ha presidido en la basílica de la Concepción de Nuestra Señora (Goya, 26) una Misa funeral por el eterno descanso del sacerdote D. Pedro Paulo de Figueiredo, E.P., quien fue superior de los Heraldos del Evangelio y de la Sociedad de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli en España durante muchos años. Con el prelado concelebraron tres vicarios episcopales y catorce sacerdotes.

En su homilía, señaló que «estamos reunidos esta tarde, en esta fiesta entrañable de san Pedro y san Pablo, apóstoles de Cristo, testigos del Señor, anunciadores con sus vidas de la buena noticia que es el mismo Jesucristo. Pero estamos reunidos también para recordar y rezar por Don Pedro Paulo de Figueiredo, que ha estado con nosotros tanto tiempo. Y que esta pandemia le ha hecho sufrir esta enfermedad y entregar la vida a nuestro Señor Jesucristo».

Para el prelado, «esta fiesta nos regala, a través la Iglesia, unas palabras que cada uno de nosotros tenemos que hacer entrar en nuestro corazón y en nuestra vida. En primer lugar, nos dice que vivamos de la fuerza, de la gracia y del poder de nuestro Señor Jesucristo. En segundo lugar, el Señor nos invita a vivir también en nosotros, de la fuerza que tiene la Resurrección de Cristo, el no tener miedo a nada. Y, en tercer lugar, el Señor en el Evangelio nos invita a vivir en la cercanía y en la comunión con nuestro Señor Jesucristo».

«Vivimos para amar, afirmó. Y vivimos cuando entregamos la vida. No es una reflexión más o menos bonita. También en estos momentos de la historia a nosotros nos corresponde acoger y tomar el mensaje del Señor que es un mensaje de amor».DetalleMisa

«El Señor nos libra de todo mal y nos lleva por los caminos que Él quiere. Vivamos de la fuerza transformadora del amor de Jesucristo«, exhortó. Y es que «los discípulos de Cristo debemos tener el atrevimiento de salir a este mundo con la fuerza que viene del amor de Jesucristo».

¿Quién soy yo para Cristo?

En otro momento de su homilía dijo que, en la basílica de la Concepción, como en Cesárea de Filipo, «en este momento, el Señor nos pregunta a nosotros también con una fuerza especial: ‘¿Quién decís que soy yo?’ ¿Quién eres tú Señor para mi? ¿Quién eres? Pedro supo responder. ¿Por qué supo responder? Porque había estado cercano a Cristo. La cercanía al Señor es fundamental. Es una experiencia que hemos de tener permanentemente». «Ante la pregunta del Señor, nos podíamos preguntar: ¿quién soy yo para Cristo?. Responder a esa cuestión significa responder a la pregunta: ¿para qué vivo yo?».

En este sentido, destacó cómo D. Pedro Paulo de Figueiredo había respondido con su vida al Señor. Y recordó que el Señor abre siempre caminos de esperanza, porque Jesús nos llama siempre y nunca nos traiciona. «Dichoso, Señor, el que se encuentra contigo. Dichoso el que descubre de nuevo que eres la fuente inagotable de la vida».DetalleMisa2

La fiesta de san Pedro y san Pablo nos hace recordar que «la Iglesia está fundada sobre la roca de Pedro. Hoy esa roca es Francisco. Es la misma roca. El Evangelio de hoy nos dice que los cimientos sólidos de nuestra Fe son la confianza absoluta en la persona de Jesús. Y en nuestra adhesión a Pedro. Necesitamos siempre renovar nuestra confianza en Jesús. Porque es Jesús quien confía en Pedro. En Francisco. Y es este Pedro el que nos lleva a nosotros. Necesitamos nuestra confianza en Jesús». Concluyó pidiendo al Señor: «Dios nuestro, escucha nuestras súplicas. Y escucha esta súplica que te hacemos por el descanso eterno de Don Pedro Paulo».

En la ceremonia, acompañaron a los Heraldos el Ministro Consejero de la Embajada del Brasil, la presidenta y la secretaria del Foro de Laicos de España, y representantes de varias realidades apostólicas como el Movimiento Apostólico de Schoenstatt, la Real Esclavitud de Nuestra Señora de la Almudena, Focolares, Sociedad de San Vicente de Paul, Institución Teresiana, Domus Maria, Cruzadas de Santa María, Milicia de la Inmaculada, Ayuda a la Iglesia Necesitada, y la hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y de la Esperanza Macarena de Madrid.