«Durante todo el año, nosotros atendemos 4 veces al mes a 32 unidades familiares, que reciben alimentos perecederos y no perecederos» explica Enrique Sánchez, párroco de Nuestra Señora de la Fuencisla (plaza Angélica Señora, 1). «Con la crisis provocada por la pandemia del COVID-19, a estas familias se han unido otras 20 de la zona de Carabanchel, derivadas por Servicios Sociales, y unas 30 en situación de nueva necesidad». «También hemos pagado alquileres de habitaciones a más de 10 personas. Y hemos ofrecido ayudas puntuales a gente en situación de calle, a los que continuamente ayudamos con las medicinas, aunque mucho más durante esta pandemia».
Ubicada en el barrio de Usera, la parroquia comprende el territorio que abarca el poblado de los Almendrales y las Carolinas. Por eso, el perfil de las personas que acuden en busca de ayuda son en su mayoría «inmigrantes, muchos de América Latina: Ecuador, Bolivia, Paraguay, Colombia, Venezuela, Perú… Hay muchos peruanos que habían llegado para pedir asilo, y les ha pillado el confinamiento», apunta.
«Muchas personas que no tienen papeles, por lo que trabajaban en la economía sumergida. Y dentro de las nuevas situaciones, nos han llegado familias españolas en situación de ERTE sin cobrar, o que aunque lo cobren no les llega para vivir. También mucha gente sola: familias desestructuradas, o personas mayores».
Para todos ellos ha habido ayuda «a través de los alimentos que nos hacía llegar el Banco de Alimentos. O el Museo del Jamón: al cerrar las tiendas, nos dieron gran cantidad de productos que se podían perder, como queso de Burgos, y otros muchos, como embutidos envasados al vacío, o aceite. También muchos particulares nos han ayudado: unos a través de dinero, y otros nos traían bolsas con comida. La gente se ha portado muy bien», afirma.
Situación negra
Aunque ya no vivimos en Estado de alarma, «nosotros seguimos ayudando. Las familias de Carabanchel reciben atención desde las parroquias de su zona. Lo demás, se mantiene».
«Tenemos reservas de todo lo que nos han ido dando. Es verdad que necesitamos ayuda, pero no nos falta. Por ejemplo, ahora hemos solicitado unos vales que distribuye Cáritas Vicaría V».
Enrique Sánchez considera que «la situación se pone negra. Va a haber mucha gente que lo va a pasar muy mal. Como los que trabajaban en bares o restaurantes, si no les llaman de nuevo… O los que cobran los ERTE: van capeando la situación, pero no les alcanza. Va a ser una situación cruda para mucha gente».
En medio de todo esto, siempre hay motivos para la esperanza. «Dios no nos va a abandonar. Por ejemplo, yo he mantenido las celebraciones con el mismo horario de todo el año. Y es cierto que hay personas mayores que aún no han vuelto a la parroquia, porque sus hijos no les dejan, por miedo, aunque lo tenemos todo muy bien organizado para cumplir las normas de seguridad que nos exigen. Pero los domingos viene mucha gente. Incluso vemos a personas que antes venían menos, y que ahora están volviendo», concluye.