Madrid

Viernes, 30 octubre 2020 10:38

El 'Ordo Virginum' celebra su encuentro de inicio de curso con la vista puesta en la misión

El 'Ordo Virginum' celebra su encuentro de inicio de curso con la vista puesta en la misión

Uno de los muchos frutos del Concilio Vaticano II fue la recuperación del orden de vírgenes consagradas, vocación religiosa de gran tradición en la Iglesia, ya presente en las primitivas comunidades cristianas, que quedó desdibujada con el nacimiento de las órdenes religiosas. Así, el 31 de mayo de 1970, por deseo de Pablo VI, la Sagrada Congregación para el Culto Divino promulgó el nuevo Rito de Consagración de las Vírgenes en Esponsalidad con Jesucristo.

En la diócesis de Madrid hay 25 vírgenes consagradas y tres aspirantes. Todas ellas mantuvieron la semana pasada, en la sede del Arzobispado, un encuentro de comienzo de curso con monseñor Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, junto al vicario episcopal para la Vida Consagrada, Elías Royón, SJ, y el sacerdote diocesano Enrique González, que acompaña a las aspirantes en su período de formación y discernimiento.

Un encuentro que se lleva haciendo desde hace tres años y «siempre es acogido y esperado con alegría por todas porque nuestra vocación es diocesana –somos consagradas por el obispo– y nos gusta que nuestros obispos nos acompañen y nos animen a vivir con fidelidad nuestra vocación». Lo cuenta Eva Aguirre, que fue consagrada el 8 de mayo de 2010, a los 33 años, por el entonces arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela.

«Nosotras no somos consagradas muy jóvenes –explica Eva– porque tenemos que tener cierta independencia económica ya que no dependemos de la diócesis, sino de nuestro trabajo, y porque tiene que haber mucha madurez afectiva y emocional. Nuestra vida, al no formar parte de una comunidad, es una vida de mucha soledad y tiene que haber mucha base para que no busques llenar esa soledad con otras cosas que no sean Jesucristo, nuestro esposo».

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En medio del mundo

La vocación de estas mujeres, que están en medio del mundo entregadas plenamente a Jesucristo y a la evangelización, está «anclada y arraigada en la diócesis, y a una comunidad parroquial concreta». Viven solas o con su familia de origen y «podemos pertenecer a algún movimiento de Iglesia que nos ayude a vivir nuestros carismas y espiritualidades concretas, pero siempre teniendo en cuenta que todo lo que corresponda al Ordo Virginum tiene que tener prioridad».

Lo que corresponde al orden son, además de este encuentro de inicio de curso, unos retiros mensuales con formación, en los que aprovechan para estar juntas, incluyendo la comida, que supone un «momento de compartir y de fraternizar, ya que no tenemos muchas ocasiones de vernos todas». Se invita a predicar los retiros a vicarios o sacerdotes de las diócesis para que conozcan más el orden de vírgenes y, «si en el trato con las mujeres de su parroquia surge alguna chica que tenga nuestra vocación, la pueda orientar».

Así le sucedió a Eva, que «me sentía llamada de una manera especial por el Señor, a vivir en esponsalidad con Jesucristo, pero veía que las formas de vida consagrada no eran lo que yo sentía que me pedía». Hasta que su director espiritual, de la diócesis de Toledo, fue invitado a un retiro de las vírgenes consagradas. «Él no conocía el orden de vírgenes y cuando fui a la siguiente dirección me dijo: “¡Ya sé dónde está tu sitio!”».

Ese estar en medio del mundo es a la vez esencia de la vocación. Eva es logopeda y trabaja en una clínica pediátrica y en un instituto de orientación familiar: «Mi labor profesional está enraizada en mi propia vocación; en nosotras no es tanto el hacer sino el ser. Ser virgen esposa de Jesucristo las 24 horas del día, y allí donde nos quiera el Señor: en nuestro trabajo profesional, en la parroquia en la que estamos, de misiones, de apostolado…».

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Un año diferente

Este año, las cosas han sido distintas. La cita más importante era el 31 de mayo, en Roma: un encuentro del Ordo Virginum con el Papa Francisco para celebrar el 50 aniversario de la promulgación del nuevo rito. En España se sustituyó por un encuentro virtual en el que se rezó con los textos que se habían preparado para la oración con el Papa, que también se usaron en el encuentro anual de agosto, que igualmente tuvo que ser online.

En Madrid, la Vicaría para la Vida Consagrada y la Universidad San Dámaso habían organizado una jornada de formación sobre el ritual de consagración de vírgenes, a cargo del delegado episcopal de Liturgia, Daniel Escobar. Si la pandemia no lo impide, se celebrará probablemente el año que viene y estará abierta a todos los fieles.

Durante el encuentro de inicio de curso, el vicario Elías Royón destacó que la cita era precisamente eso, un «encontrarnos», y recordó el punto número 44 de la instrucción Eclesiae Sponsae Imago: «La pertenencia al Ordo Virginum supone un fuerte vínculo de comunión entre todas las consagradas presentes en la diócesis». Dicha Instrucción es el primer documento de la Sede Apostólica que profundiza en la fisonomía y la disciplina de esta forma de vida, complementando la dimensión litúrgica recogida en el Ritual de Consagración de Vírgenes y la dimensión legislativa que emana del Código de Derecho Canónico en su canon 604.

Por su parte, monseñor Jesús Vidal exhortó a las presentes a vivir con intensidad una de las dimensiones específicas de su carisma: la comunión con el obispo diocesano. Como expresión de dicha comunión, invitó las vírgenes consagradas a seguir participando e implicándose intensamente en el Plan Diocesano Misionero que se está desarrollando en la diócesis. Con este motivo, explicó detalladamente la carta pastoral del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, para este curso, «Quiero entrar en tu casa».

Una misión que está en la esencia de la vocación de virgen consagrada: «Lo maravilloso sería –concluye Eva– que la gente viera en nosotras algo distinto que fuera un reflejo de que somos esposas de Jesucristo y de aquello a lo que todos estamos llamados, que es vivir una vida plena con Cristo en el cielo».

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