Madrid

Miércoles, 30 diciembre 2020 07:39

Hakuna se reúne en la catedral para agradecer a Dios «la misericordia y bendiciones que recibimos»

Hakuna se reúne en la catedral para agradecer a Dios «la misericordia y bendiciones que recibimos»

«La COVID-19 ha supuesto un cambio del modo de hacer lo mismo, pero ha abierto nuevas posibilidades al mismo tiempo». Lo explica el sacerdote José Pedro Manglano, impulsor de la asociación privada de fieles Hakuna, que el sábado 2 de enero celebrará una Misa de acción de gracias por el año vivido en la catedral de Santa María la Real de la Almudena. Será un momento de «agradecer a Dios toda la misericordia y bendiciones que recibimos», en un tiempo marcado por la pandemia en el que «hemos creado nuevas maneras de poder seguir unidos». De hecho, y a pesar del coronavirus, «se han consolidado grupos en México, Ecuador, Italia (Roma) y Alemania (Berlín)…».

Durante estos últimos meses, explica Manglano, se ha crecido en formación porque, «gracias a la tecnología, ha sido fácil continuar con todo», y en adoración; así, en algunas ciudades se han desdoblado las horas santas, «dos en vez de una», para suplir las restricciones de aforo. El acompañamiento espiritual no se ha descuidado como tampoco la participación en acciones sociales y de voluntariado a través de la fundación Hakuna.

La Eucaristía del día 2 se celebrará a las 12:00 horas y estará presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro. Como se mantienen las restricciones de aforo, se celebrarán también Misas de forma simultánea en las ciudades que cuentan con un mayor número de miembros de Hakuna: Murcia, Barcelona, Valencia y Sevilla. Contarán además con la misma oración de los fieles y los mismos rituales, ya que junto a la acción de gracias, en la ceremonia se «renovarán los deseos de entrega» y se impondrá la medalla de la Madre del Abrazo a los nuevos miembros. En Madrid, será el arzobispo el encargado de la imposición.

Servir a la Iglesia

La integración en Hakuna, tal y como explica su impulsor, tiene dos dimensiones: una societaria y otra, «la más importante y que da origen a la primera», espiritual. Implica «dar un sí Cristo» en un «acto de entrega a Él», siguiéndole «en familia, una familia espiritual que es Hakuna, dejándose ayudar y ayudando a los demás». A esto se suma un «compromiso de cuidar esto que Dios nos ha dado, que es Hakuna», para que viva «fiel a lo que es»: abierta a los alejados, profundamente eucarística, con espíritu de servicio e impregnada de alegría. Se trata de «vivir con cara de Resucitado» y, en definitiva, «servir a la Iglesia sirviendo a esta pequeña familia que es Hakuna», resume Manglano.

Una vida de compromiso que está abierta a concretar el seguimiento de Cristo con una mayor radicalidad, como ha sucedido en el caso de jóvenes que comenzaron en Hakuna y se han entregado en la vida consagrada –en congregaciones como las carmelitas o Iesu Communio– o en un proceso sacerdotal en el seminario. Pertenecer a Hakuna, concluye el sacerdote, «es ponerse delante de Dios para que Dios vaya llevando la vida de uno».

Más información sobre Hakuna en este enlace.

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