Madrid

Sábado, 14 noviembre 2020 09:04

La parroquia de Santa María la Mayor, iglesia matriz de la Villa

La parroquia de Santa María la Mayor, iglesia matriz de la Villa

La historia de nuestra Patrona, la Virgen de la Almudena, se encuentra intrínsecamente ligada a la historia de la parroquia de Santa María la Mayor, la iglesia más antigua de la Villa. Aparece nombrada la primera en el Fuero de 1202.

«Es la matriz o mayor de las iglesias de Madrid, y sin duda la más antigua: dícese que fue catedral, y que pasó a ser de canónigos regulares: sirvió de mezquita durante la dominación de los sarracenos y fue purificada y consagrada después de la reconquista. En varias ocasiones se trató de hacerla colegiata; pero nunca tuvo efecto a pesar de que llegó a colocarse la primera piedra». Con estas palabras describe la parroquia de Santa María el político y jurista Pascual Madoz, autor del famoso Diccionario de España y sus posesiones de ultramar (1848).

Desde siempre se veneró en esta iglesia a la Virgen de la Almudena. Y a pesar de su pequeño tamaño y modesta apariencia, en ella se celebraron las grandes fiestas religiosas de la ciudad; de ella salían las procesiones y en ella tenían lugar las solemnes ceremonias de la monarquía.

Su aspecto medieval fue desapareciendo a medida que el templo se fue remodelando. Precisamente, a principios del siglo XV se eliminó el claustro y se construyó la torre. Asimismo, se fueron añadiendo capillas para enterrar a familias importantes, destacando las de los Bozmediano, los Vallejo y los Monzón.

El templo siempre fue respetado y valorado, y por ello fue reparado y adornado en numerosas ocasiones, aunque según Mesonero Romanos, «de manera bien pobre». Tras la gran reforma de los años 1638-40, de la que hablaremos en otra ocasión, la otra intervención más notable fue la llevada a cabo por el célebre arquitecto Ventura Rodríguez en el siglo XVIII. Varios documentos de la época refieren el mal estado en que se encontraba la fábrica, pues la estructura no era nada segura, así en 1776 un temporal destruyó parte de la linterna de la capilla mayor. Una carta de Leonardo Muñoz, teniente mayor de cura y habilitado para mayordomo de la parroquia, dirigida al arzobispo de Toledo, manifestaba que temían por los fieles que acudían a la parroquia, y que incluso el párroco había querido abandonar su habitación.

 

Obras y mejoras

También, la Congregación de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena, que tenía su sede en el templo, comenzó a hacerse cargo de parte de las reparaciones. La congregación poseía un acuerdo con la parroquia donde se comprometía a costear los gastos que se ocasionaban por las ceremonias, si bien, dada la precariedad del templo, llevaba un tiempo colaborando en las reformas del edificio.

Entre los años 1745 y 1773 la congregación sufragó las siguientes reformas: mejoras en la bóveda y en el púlpito, reparación de la pared para colocar un nuevo retablo, rehacer la escalera de la calle o encargar un nuevo órgano, y restauración de las pinturas más deterioradas.

En 1777 se ordenó al arquitecto Fernando Moradillo examinar los desperfectos que tenía la iglesia y a Ventura Rodríguez que comprobase y verificase la opinión de Moradillo. Incluso llegó a solicitarse que el propio Sabatini, arquitecto mayor de las obras reales, confirmase la gravedad de los desperfectos. El presupuesto de la reforma ascendió a unos 65.000 reales de vellón y fue Moradillo, bajo las directrices de Rodríguez, el encargado de llevarla a cabo.

Detalla Madoz que «en 1777, con motivo de amenazar ruina, se dio comisión a Don Ventura Rodríguez, el cual hizo lo que pudo, afirmando el edificio, decorándole interiormente los florones y otros ornatos de buen gusto y despojándolo de las ennegrecidas doraduras que le afeaban: entonces desapareció la anterior techumbre que cubría esta iglesia, en la que había retratos de canónigos regulares y otras pinturas».

El arzobispo de Toledo consideró necesario trasladar el culto al cercano convento del Santísimo Sacramento mientras durasen las obras. En Santa María se reservó la administración del viático y la extremaunción. La Virgen de la Almudena salió en procesión el 29 de octubre de 1777 a la una de la tarde, acompañada por los esclavos y devotos y el clero de la parroquia, recorrieron las calles vecinas hasta llegar al convento. Como suele ser habitual, las obras se demoraron más de lo esperaron, y la imagen de la Almudena no regresó a su casa hasta pasados varios años.

La reforma que llevaron a cabo Fernando Moradillo y Ventura Rodríguez primero consolidó la construcción y después decoró el interior según el gusto neoclásico del momento, con casetones en las bóvedas y una cúpula. El elemento más original lo encontramos en el exterior, pues se construyó una nueva puerta principal, hacia la calle Mayor, también de corte neoclásico: con un arco de medio punto enmarcado entre cuatro pilastras, sobre él, una ventana en ojo de buey y rematada con un ático. Para que todo fuese completo, Ventura Rodríguez diseñó un retablo mayor y otros adyacentes, pero finalmente estos no se realizaron.

Mesonero Romanos elogió la obra del arquitecto, pues «sacó todo el partido que podía sacarse, afirmando cuanto pudo el edificio, enriqueciéndole con curiosos casetones en las bóvedas y otros ornatos de buen gusto en las arcadas».

Mas estas obras no debieron ser suficientes, ya que hacia 1850 la parroquia de Santa María volvió a cerrarse al culto y la imagen de Almudena fue trasladada de nuevo a la iglesia de religiosas del Sacramento, pero esto ya es otro capítulo.

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