En estos días, durante la Navidad, hemos podido experimentar que la esencia del cristianismo está en el amor. ¿Por qué? El cristianismo no trae un mensaje cualquiera; no nos invita a hacer luchas de unos contra otros, pues no se trata de combates políticos. Jesús nos alienta a vivir con todas las consecuencias el encuentro con Dios, con un Dios que se hace hombre, con un Dios vivo y verdadero que nos llena de esperanza, que transforma nuestra existencia desde dentro de la vida y en medio del mundo.
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