La catequesis de iniciación cristiana en España: Es hora de cambiar el chip - Alfa y Omega

La catequesis de iniciación cristiana en España: Es hora de cambiar el chip

Anteponer la experiencia de fe a la recepción de los sacramentos, una catequesis más experiencial y basada en la oración, la superación del modelo profesor-alumno… Estos son algunos de los signos de un cambio de mentalidad a la hora de dar la catequesis que poco a poco se va afianzando en España. La diócesis de Madrid presenta este sábado la renovación de su catequesis

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Una sesión de catequesis en la parroquia San Manuel González, en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Foto: Belén Díaz

«Hoy impera una cultura laicista, y muchas familias que en principio eran cristianas han perdido su capacidad de educar cristianamente a sus hijos. Está claro que nuestra catequesis tiene que responder a estas nuevas necesidades», explica a Alfa y Omega el cardenal Fernando Sebastián, uno de los mayores expertos en transmisión de la fe que tenemos en España.

Por eso, «necesitamos con urgencia una revisión humilde, sincera y valiente de los usos actuales» de la catequesis, ya que «vivimos en un mundo pagano y seguimos actuando como en los tiempos del confesionalismo», lo que da lugar a «celebraciones falsificadas, con mucho aparato exterior y poca o ninguna fe interior».

Desde su experiencia, señala que, en concreto, la renovación de la catequesis «tiene que estar centrada en la promoción de la fe y de la conversión personal. Debe cambiar realmente la vida de los catecúmenos», porque «si no hay conversión real a la vida cristiana la catequesis es un fracaso». Hasta ahí, todos de acuerdo. La cuestión es: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo se consigue esto? Todos los expertos coinciden en que la catequesis ha de cambiar, pero a la hora de llevarlo a la práctica, ¿quién se atreve a dar los pasos necesarios?, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Enseñar a vivir la fe, no solo enseñar la fe

En Madrid ya se han puesto a trabajar en este sentido. Manuel Bru, responsable de la Delegación de Catequesis de Madrid, presentará este sábado durante un encuentro diocesano de catequistas los nuevos materiales y orientaciones de la archidiócesis. El gran objetivo, explica, es «enseñar a vivir la fe, no simplemente enseñar la fe», por lo que «se hace necesario renovar los itinerarios y recuperar el proceso de iniciación cristiana habitual en los primeros siglos del cristianismo». Todo esto forma parte de «una sensibilidad creciente en los últimos años, más en clave existencial, de conversión. No asimilar la fe de manera intelectual, sino hacerla experimentar a los chavales, sin dar por supuesta una experiencia que muchos no tienen», afirma Bru.

Se trata de pasar a la acción y aplicar unas líneas en las que básicamente coinciden todas las diócesis y expertos en catequesis.

Lo primero, el kerigma

Una dinámica de catequesis de Acción Católica. Foto: Acción Católica.

Esta sensibilidad ya la puso por escrito el Papa Francisco en Evangelii gaudium, cuando recordó que «en la catequesis tiene un rol fundamental el primer anuncio o kerigma, que debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial».

Este acento primero, basado en el anuncio del amor de Dios, es en la transmisión de la fe un paso previo a la enseñanza de la moral o de la doctrina. Lo afirma el cardenal Sebastián al demandar «una catequesis más personal, más práctica, más transformadora, con lo sustancial del kerigma propuesto de una manera positiva, estimulante, personal y provocadora»; una catequesis «centrada en Jesús, en sus enseñanza sobre Dios, sobre la vida eterna, el arrepentimiento de los pecados, el cambio de vida, el ejercicio de la caridad…, temas culturales previos a la fe y a la religiosidad, que ahora la gente no tiene, y que son absolutamente necesarios para fundamentar una vida de religión y de fe».

Contra la tiranía del calendario

Otro de los elementos de la renovación catequética es una mirada nueva sobre el calendario de la iniciación cristiana. Hasta ahora –y así se sigue haciendo en muchas partes–, habría una primera etapa que acaba con la Primera Comunión; una segunda que concluiría con la Confirmación; y después…

«Hay que romper los automatismos. Cada persona tiene sus circunstancias y sus calendarios propios. Cada uno tiene que recorrer su camino. La Primera Comunión hay que celebrarla como una verdadera incorporación del catecúmeno a la comunidad cristiana, no es un acontecimiento pasajero. No podemos dejarnos llevar de las rutinas, porque así no lograremos nunca la renovación espiritual de nuestros cristianos», asegura Sebastián.

En Madrid, una palabra clave a partir de ahora va a ser flexibilidad. Así lo explica el delegado de Catequesis: «La mayoría de los padres viene con una fecha ya pensada, pero el criterio ahora es la necesidad de un discernimiento personal para recibir los sacramentos, decirle al chico o a la chica: “espera un año más”, o bien: “súmate a los de este año”. En la Primera Comunión es más difícil, pero en la Confirmación se puede ir haciendo. Así, el proceso catequético no esta fraccionado ni determinado por la recepción de los sacramentos».

Una catequesis orante

Además de la primacía del kerigma y de un nuevo modo de concebir los tiempos de la catequesis, la transmisión de la fe que se abre paso tiene muy presente la oración, como una experiencia sobre la que gira todo lo demás. La propuesta de la Delegación de Catequesis de Madrid es que la sesión principal con los chavales se haga en un oratorio, o en la capilla ante el Santísimo, siempre en un contexto distinto del aula de catequesis, donde haya un clima de silencio y de oración, con música de fondo si es posible, con un testimonio en relación con un texto del Evangelio. Con los más pequeños esto se está haciendo ya según el modelo del Oratorio de Niños Pequeños –muchos catequistas están recibiendo formación sobre esta dinámica–, y en los nuevos recursos para adolescentes el modelo que se contempla es la lectio divina.

La figura del catequista

Pero hay más claves, como la figura del catequista. Bru aboga por «huir del modelo maestro-alumno» y favorecer la formación del catequista. Para ello, todos los jueves funciona en Madrid un curso de catequistas sobre un tema concreto, y además se ofrecerá una formación complementaria los martes para introducir a los catequistas que lo deseen en esta nueva orientación pastoral.

En cuanto a los materiales, Madrid ha hecho una apuesta decisiva con una batería de materiales propios nuevos, tanto impresos como digitales. Los destinados a adolescentes y jóvenes han sido elaborados por la delegación y serán publicados por la editorial PPC, al tiempo que se encuentran ya en preparación los que utilizarán próximamente los más pequeños. Se trata de 82 videos cortos sobre preguntas existenciales, escenas de películas, historias de santos, testimonios de jóvenes, oraciones, dinámicas de grupo digitales, foros, galerías de fotos… Y junto a todo ello, cada chaval podrá acceder a un área virtual donde podrá consultar todo este contenido.

La segunda novedad es que los materiales impresos no son libros de estudio, sino cuadernos de trabajo sobre el credo, la llamada vocacional a la consagración o al matrimonio, los tiempos litúrgicos… y siempre «con las tres etapas de la vida catequética: despertar la inquietud, el anuncio kerigmático, y la formación en la fe y en la vida, siempre tomando como guía y orientación los catecismos de la Conferencia Episcopal», explica Bru.

El anuncio del amor de Dios es previo a la enseñanza de moral y doctrina. Foto: Colegio Pureza de María-CID.

Una relación vital con el Señor

El modelo de catequesis que se va a difundir a partir de ahora en Madrid está en la línea también del que Acción Católica General propone ya desde hace algunos años a las Iglesias locales que lo deseen como recurso complementario a su propio plan diocesano, y también a aquellas que aún no lo tengan. Su propuesta se basa en que la catequesis «no tenga en sí un destino sacramental, sino que en realidad sea un proceso y un itinerario en el que hay momentos importantes, que son los sacramentos, porque lo principal es propiciar una relación vital con el Señor», asegura el responsable de Jóvenes de AC, Fran Ramírez. «Para eso hay que cambiar el chip: el chaval no es un mero receptor sino el protagonista, esto no acaba con la Primera Comunión… Es un cambio de 180 grados».

En Acción Católica prefieren utilizar el término acompañante a la hora de referirse al catequista, porque este «no es un profesor que te enseña conceptos, sino alguien que te introduce en los principios de la vida»; y siempre respetando el protagonismo del chaval, «que no es un receptor pasivo». Además, este acompañante «debe estar a su vez acompañado, formando parte de un grupo de vida, en el que su labor en la catequesis es una llamada del Señor, no una decisión voluntarista propia».

Para Ramírez, «está claro que el cristiano tiene que vivir la fe en todas sus dimensiones: orar, conocer, celebrar y vivir». Una de las propuesta de Acción Católica es un recurso que se denomina Plan de vida cristiano. «Es una especie de diario, un cuadrante de vida que incluye oración, formación y evangelización, según su edad, y al final de curso se revisa con el acompañante que le guía en su proceso», explica Fran Ramírez.