Un año del volcán y Nayra y su familia siguen sin casa - Alfa y Omega

Un año del volcán y Nayra y su familia siguen sin casa

Tras dormir en un coche, pasar por varias viviendas e incluso una bodega, ha encontrado cobijo en una casa parroquial gracias a Cáritas. La entidad eclesial sigue recibiendo a familias afectadas, algunas por primera vez

Fran Otero
Cáritas acompaña a las familias a sus viviendas. Foto: Cáritas Diocesana de Tenerife.

«El volcán acabó con nuestra vida». Así de rotunda se muestra Nayra Pais Martín, vecina de La Bombilla, en los Llanos de Aridane, en La Palma. No es para menos. Este lunes, 19 de septiembre, se cumple un año de la erupción del Cumbre Vieja o, lo que es lo mismo, un año desde que tuvo que abandonar su casa con lo puesto, un año de aquella noche en la que durmió en el coche, un año viviendo como una nómada de aquí para allá sin poder volver a su casa —la colada no la alcanzó— por culpa de los gases, en niveles todavía hoy nocivos para la salud. Ella, sus dos hijos y sus padres. «Me ofrecieron ir al hotel de Fuencaliente, pero no era viable. Tengo la custodia compartida de mis hijos y el padre vive en esta zona. El trayecto era de hora y media», explica a Alfa y Omega. Con la ayuda del alcalde de El Paso consiguió un apartamento, luego una casa y más tarde, gracias a un profesor de su hijo, una bodega donde poder quedarse. ¿Una bodega? «Estuvimos allí mes y pico sin nevera ni agua caliente», añade. Hasta que Cáritas entró en juego, habilitó espacio para la suya y otras familias en la Casa de las Catequistas de la Virgen del Pino. Ahora son cuatro. Comparten el baño y la cocina.

No es lo ideal, pero no se puede permitir nada mejor. Ha intentado alquilar, pero no le da el dinero. El volcán también la dejó sin trabajo, pues era charcutera en un supermercado en Puerto Naos, la otra zona cerrada por los gases. «Me piden 750 euros al mes y 1.800 de fianza», reconoce. Pero su drama no acaba ahí. El 27 de marzo de este año, en el cuarto donde siguen viviendo, falleció su padre. Al lado de su hijo. «Le dio un infarto fulminante. Él decía, cuando nos daban largas con las ayudas, que no llegaría a cobrarlas. El volcán acabó con todo», se lamenta por teléfono. Ahora, con su madre —«ella está fuerte», reconoce—, tira de la familia. No queda otra. Está haciendo un curso de administrativo. Prefiere dar un giro a su carrera profesional. El peso que tiene que cargar en el supermercado agrava las hernias discales por las cuales le concedieron en noviembre la discapacidad.

La erupción desde la iglesia de la Sagrada Familia en Tajuya. Foto: Efe / Carlos de Saá.

Casi 3.000 personas atendidas

La de Nayra es una de las familias en exclusión residencial que sigue atendiendo Cáritas en este primer aniversario, y a las que se ofrece, además, un acompañamiento social para la mejora de su bienestar e inclusión. En todo este tiempo, la entidad eclesial ha dado soporte a 1.100 familias y 2.800 personas gracias a las donaciones —6,6 millones de euros—, de las que dos millones se han invertido en ayudas al alquiler, atención básica, obras de reforma y compra de mobiliario. También se han utilizado fondos para ayudas de emergencia, para el acondicionamiento de espacios de acogida y para la contratación de personal, de modo que el tiempo de espera sea mínimo. «Sigue llegando gente que viene por primera vez. Fueron 39 familias en agosto. Son personas que no sabían que estábamos ayudando o que no lo habían necesitado. Otros ya han venido hasta nueve veces», explica Jorge Concepción, delegado de Cáritas en la zona y párroco de Tazacorte.

«Se va a cumplir un año de la erupción y la gente busca soluciones a su situación. No terminan de llegar las ayudas ni todas las promesas se han materializado». Quien habla es Alberto Hernández, párroco de San Isidro en La Laguna, en Las Manchas, Puerto Naos y del desaparecido templo de San Pío X de Todoque. Han perdido el templo, pero no la comunidad. Todos los domingos tienen una Misa en San Isidro reservada para ellos —el 90 % de los que asisten son vecinos de Todoque— y el patrón y los santos rescatados de su templo también están allí. Incluso, el 21 de agosto celebraron la fiesta de su patrón. Así lo recuerda Hernández: «Fue una celebración multitudinaria y participó el obispo. Fue un encuentro en una plaza que no era la de Todoque, en un templo en el que no han crecido, pero estaba la imagen del patrón. San Pío X se ha convertido en una seña de identidad. De Todoque quedan los vecinos y san Pío X». Fue una Eucaristía muy emotiva, para hacer memoria de todo lo vivido, con mucho simbolismo. Y también una oportunidad para que muchas personas volviesen por primera vez a la zona cero.

Casa de una familia beneficiaria de Cáritas. Foto: Cáritas Diocesana de Tenerife.

Si bien es cierto que las carreteras ya están limpias, la colada sigue allí, a ocho metros de la iglesia de San Isidro, el único lugar que permanece abierto en un barrio que todavía «es fantasma». «Todavía no hay dónde tomar café o comprar el pan. Acaban de abrir un local de comidas preparadas para los operarios que están trabajando en la retirada de la lava y ya voy viendo que algunas personas empiezan a limpiar los locales de sus negocios», explica.

El sacerdote reconoce que no van a organizar nada especial por el aniversario de la erupción. Ya tuvieron sus momentos en el regreso al templo de San Isidro, coincidiendo con su fiesta el 15 de mayo, y en la ya citada celebración del 21 de agosto. Sí habrá un recuerdo el día en que se cumpla un año de la caída del templo de Todoque. Desde el Obispado de Tenerife están a la espera de si se reubica o reconstruye este barrio para dotarlo de una iglesia adecuada a sus necesidades.