Los monjes de Libres: «Si representásemos un papel se estropearía el mensaje» - Alfa y Omega

Los monjes de Libres: «Si representásemos un papel se estropearía el mensaje»

Los benedictinos de Leyre han sido una de las doce comunidades que han abierto sus puertas a las cámaras para la película Libres. El monasterio es un enclave idóneo para grabar interiores y exteriores y por su comunidad heterogénea

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
El abad de Leyre en un rato de recreo con otros religiosos de su comunidad. Foto: Bosco films.

Si no es fácil entrar en un monasterio con cámaras y micrófonos para contar algo de la vida de los monjes o monjas que habitan en él, hacerlo en doce de ellos para grabar una película es toda una hazaña. Es lo que han logrado las productoras Bosco Films y Variopinto para la película Libres. Duc in altum, en la que han registrado numerosos testimonios sobre la vocación monástica contemplativa en España. Uno de los lugares que muestra el filme es el monasterio benedictino de Leyre, en Navarra, elegido por los productores al encontrarse en un enclave idóneo para la grabación en interiores y exteriores, y también porque entre sus muros conviven monjes de diferentes edades y trayectorias vocacionales.

Del otro lado estaban los religiosos, nada habituados a este tipo de iniciativas. Decidieron abrir sus puertas porque el equipo les recordó el deseo del Papa de que los monasterios sean faros para el mundo. «Eso nos gustó ­—explica el abad—, y al no pedirnos un protagonismo personal, sino simplemente participar anónimamente con hermanos de otras congregaciones, accedimos».

La comunidad valoró «la posibilidad de llevar al mundo algo de la luz de Cristo, porque los monjes no estamos llamados a dar testimonio de nosotros mismos, sino del Señor». De hecho, durante la película no se identifica el monasterio ni la orden de quienes hablan, ni tampoco su nombre. Lo que aparece es un testimonio coral de voces monásticas en la que cada monje o monja que interviene «es como esas pequeñas velas que se encienden del cirio durante la Vigilia Pascual: si tienen algo de luz, es porque la reciben de Él».

Durante el rodaje, el equipo de grabación intentó filmar a los monjes en su vida habitual, y así aparecen escenas como un momento de limpieza de una escalera o una clase de teología impartida por el abad. «No ensayamos nada, porque no somos actores. Simplemente dejamos que nos filmaran estando ahí, sin más. Nos gustó esa estética de la normalidad que han querido reflejar en la película. Lo que salió, salió como salió. Si hubiésemos representado un papel, eso habría estropeado el mensaje», subraya.

Aunque la película lleva por título Libres, refiriéndose a ellos, matizan que están en camino, «como todos». «Vamos hacia esa meta, muy agradecidos al Señor. Aquí nadie es supermán. La libertad es el corazón del mensaje cristiano», agrega. El abad muestra en este sentido su afinidad con el subtítulo que lleva la cinta: Duc in altum. «Me encanta esta frase porque muestra una experiencia que es muy común. A todos nos gusta no perder pie cuando nos metemos en el agua, poder controlar, no arriesgar de más… pero los monjes sabemos que es fiados completamente del Señor cuando la vida cristiana se desarrolla más». Y esto es algo que se puede hacer en la vida ordinaria, tanto monjes como laicos. Al mostrar parte de su vida en el monasterio, han querido «animar a la gente a dejarse encontrar con Dios allí donde esté cada uno». Porque, continúa, «Dios no ama a los monjes más por el hecho de ser monjes; Dios nos ama a todos, a cada uno en su vocación concreta. Solo hay que dejar que Cristo nos encuentre».

Para ello, el abad recupera el conocido lema benedictino ora et labora, para defender «una entrega real en la vida concreta, en el trabajo, en el servicio a tus hermanos allí donde estés». Eso sí, cuidando que la ocupación «no alcance tal dimensión que te acabe ahogando».

En este sentido, el trabajo «necesita un ora», siendo cierto que, «aunque los monjes hacemos una oración más prolongada, este ritmo no es obligatorio para todos». Así, «no se trata de dedicar más tiempo a rezar, sino de reservar ratos y dejar a Dios espacio en tu vida», concluye el abad.

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