Homilías

Jueves, 28 septiembre 2023 15:26

Palabras de acción de gracias de monseñor José Cobo en la Misa de inicio de su ministerio episcopal (8-07-2023)

  • Print
  • Email
  • Media

No quiero terminar sin agradecer. Aunque me he dado cuenta de que 'juego en casa', y de que el ambiente es muy, muy familiar.

«El Señor es mi pastor, nada me falta» ha cantado el salmista. Es un salmo que siempre me ha acompañado, en muchos momentos de mi vida. Hoy quisiera que, con vosotros, sonara de nuevo, como una oración, con todas vuestras vidas, con los nombres, ante el camino que el Señor nos pone por delante.

«El Señor es mi pastor» fue el canto de Agustín y Pauli, cuando llegaron a Madrid hace muchos años, dejando su pueblo y adentrándose en una ciudad incierta, desconocida y llena de inmigrantes, como ellos. Venían como tantos, del pueblo a la ciudad, con sus hijos pequeños del brazo y con la fe curtida en el corazón. Sin teorías, pero confiados. «Te alabamos, Señor, pastor bueno, por cuidarnos con rostro de pueblo, de familia, de abuelos, de tíos, de sobrinos».

No hubo verdes praderas en aquel Madrid de los setenta, pero sí se abrieron camino, y nos abrimos camino gracias a los amigos, a las parroquias, a los rincones donde no puedo dejar de agradecer que me enseñaste, Señor, entre ellos, a comenzar a escuchar tu voz presente y actual en medio de tu pueblo.

Gracias a cuantos me iniciasteis a descubrir que Dios habita en la ciudad, entre búsquedas y muchos procesos. Sois los amigos, sacerdotes, seminaristas y laicos, que me habéis traído aquí, en este nuevo comienzo. Solo me atrevo, y perdonadme, a recordar entre tantos a uno que seguro conocisteis: a Pepe Reyero. Fue mi director espiritual y amigo desde el seminario, que profetizó un día, en su mesa camilla de Carabanchel, que Dios tenía una cruz especial preparada para mí para que fuera más de Él.

Y gracias a la comunidad de Taizé. Gracias por cuantos habéis venido. En vuestra verde colina, Dios sigue tocando corazones para abrirse a la confianza, a la reconciliación y la oración, como aprendí en mi juventud.

«El Señor es mi pastor, nada me falta». He experimentado, Señor, que siempre, pase lo que pase, estás ahí, nos pastoreas sigiloso y nos conduces. Gracias Padre por este pastoreo.

Me ha costado poder agradecer este momento. Quienes me conocéis bien sabéis lo que digo. Pero hoy pronunciamos todos con fe: «es tu vara la que nos sosiega». Por eso, gracias a vosotros, puedo sentarme hoy en esta sede. Y sentarme como vuestro servidor. Es la misma sede en la que hace 29 años, aquí mismo, me arrodillé, para dejar que las manos de don Ángel Suquía me abrazasen, para sacar del corazón la promesa de obediencia y de respeto. Aquí mismo.

Luego, Señor, tu pastoreo me condujo a postrarme dos veces en este suelo, para que la tierra de Madrid fuese el lugar donde quieres que me enraíce, pisando el polvo de la ciudad, a ras de tierra, como sacerdote primero y como obispo después, pero siempre desde el suelo.

Gracias, señor nuncio, por su ministerio y su presencia en esta celebración. Siga transmitiendo al Santo Padre nuestra oración y la cercanía de esta Iglesia particular, como significa este palio que me ha impuesto. Gracias por sus detalles y por sus preocupaciones.

Y gracias, Pastor bueno, por los pastores que son reflejo de tu pastoreo. Por el obispo Juan Antonio y el obispo Jesús, que me acompañan. Gracias por don Antonio Rouco, el cardenal que con su ministerio me acompañó en mis años de sacerdote y condujo esta diócesis. Seguiremos caminando, don Antonio.

El Señor nos conduce hacia fuentes tranquilas. No es este momento de mucha tranquilidad para mí, preveo, pero sí para don Carlos. Gracias, Señor, por su servicio y su amistad, por las tormentas compartidas, y por su sacrificio. Como decía el obispo Jesús el otro día: «La diócesis de Madrid queda definitivamente unida a tu ministerio, y estamos seguros de poder seguir contando, ahora sin el peso de la responsabilidad, con tu cercanía y tu oración».

Y ahora, en esta oración, quiero unir a todos mis hermanos obispos, arzobispos y cardenales, que hoy estáis aquí, y a los que me han llamado estos días. Es difícil coincidir en estas fechas, pero con vosotros de verdad es más fácil este camino. Gracias por dejar aquí vuestra voz, en esta mañana.

Y gracias, Señor, por este presbiterio diocesano, el que veo y el que está ahí atrás, como os decía antes. Este presbiterio que es el que me ha moldeado. Somos plurales, es verdad. Dicen que cada cura de Madrid tiende a ser más obispo que cura, pero sois el presbiterio generoso, trabajador y perseverante que me ha sostenido como compañero y que hoy abraza a quien solo aspira a servir, educar y celebrar con Cristo.

Y gracias por el Seminario. Y gracias por la fecunda vida consagrada de esta diócesis, que tanto apoyáis a la misión común.

«El señor es mi pastor, nada me falta». Os invito a no salir de esta catedral sin hacer esta oración. Si miramos desde Dios, vemos que siempre hay personas, nombres, pobres y amigos, que están ahí. Han sido las parroquias por las que he pasado. Han sido los amigos, Señor. Sí, los amigos. Habéis sido las verdes praderas donde descansar en tu nombre. Nunca me han abandonado. Siempre ahí. Gracias porque no me entiendo sin vosotros.

Y gracias por los que estáis aquí hoy, buscando la fe, y que todavía no la habéis encontrado. Sé que estáis. Os acercáis esta mañana a esta catedral para estar cerca de los creyentes, en esta orilla común donde hablamos un lenguaje cierto, que es el amor y el cariño. No dejéis de interpelarnos y de compartir vuestras búsquedas.

«El Señor me conduce hacia fuentes tranquilas». Y por eso doy gracias por todos los que trabajáis por la vida diocesana: por los Consejos, por todas las delegaciones, por todos los que dais la vida, como hemos compartido estos años. Y gracias por los que habéis preparado esta celebración. Entiendo que ha sido compleja, rápida: desde la organización, el canto, la liturgia y cada detalle, hasta los voluntarios. Muchas gracias.

Y no dejo de unir esta oración a la de las Iglesias hermanas y otras confesiones que aquí os hacéis presentes. Os sentáis en esta mesa de Dios, y nos dais la mano.

Gracias hermanos de las comunidades musulmanas, que llegáis a esta casa para compartir la amistad. Tenemos juntos horizontes preciosos por delante.

Y en esta mesa queremos dar gracias a Dios por todas las autoridades. Gracias, Isabel, señora presidenta de nuestra Comunidad. Gracias, José Luis, señor alcalde de Madrid. Contamos con ustedes. Gracias, Francisco, señor delegado del Gobierno. Gracias autoridades judiciales, civiles y militares, y responsables del mundo cultural y social. Aquí me tenéis, y aquí tenéis a la Iglesia, para ser guiados juntos «por el sendero justo».

Y, cómo no, tengo que saludar al obispo de Jaén y a todos los que habéis venido desde allí. Sacerdotes y gente de mi pueblo, con su alcalde entre ellos. Nunca he visto tanta gente de Sabiote por todo Madrid. Pero no olvidamos que somos ciudadanos del mundo y que tenemos raíces.

Lo que venga solo tú, Pastor bueno, lo dirás. Caminaremos entre el sufrimiento y la alegría. Como decía Bonhoeffer, «Dios no salva del sufrimiento, sino en el sufrimiento; no protege del dolor, sino en el dolor. Dios no salva de la cruz, sino en la cruz».

Por eso, solo Tú reparas nuestras fuerzas. Contamos, como hasta ahora he sentido hondamente, con el acompañamiento cercano de nuestros santos madrileños. Seguro que la Virgen de la Almudena, a la que tanto le he rezado y cantamos desde pequeños, sigue quebrando muros y sosteniendo con su mirada a este precioso rebaño de Dios.

Gracias, Señor, por esta diócesis de Madrid. Por los que están, y por los que vendrán.

Tu bondad y tu misericordia nos acompañan

todos los días de nuestra vida,

y habitaremos, como ahora, en la casa del Señor

por años sin término

Gracias a todos.

 

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search