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Viernes, 12 abril 2024 07:02

Carlos González, voluntario del Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Madrid: «Aquí, todo el que llega es atendido»

Carlos González, voluntario del Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Madrid: «Aquí, todo el que llega es atendido»

En el marco de la Campaña de Empleo 2024 que se celebra este domingo, 14 de abril, Carlos González Pisón nos cuenta su experiencia como voluntario en el Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Madrid.

«Los voluntarios del Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Madrid asumimos varias funciones. Una de ellas, fundamental, es la de los Servicios de Orientación e Información para el Empleo, más conocidos como SOIE. Y digo que es fundamental teniendo en cuenta su función, porque frecuentemente es la primera acogida de las personas, que llegan muchas veces sin ningún conocimiento del mercado laboral e incluso ni de sus propias competencias y capacidades. Cuando acuden a nosotros, son escuchadas, se trabaja con ellas en el conocimiento y en la orientación laboral, así como en las posibilidades que tienen de cara al mercado de trabajo».

También pertenecientes al mismo Servicio, prosigue, «están los voluntarios que se dedican a la parte de formación, en el Campus Cáritas Madrid, situado en el Ensanche de Vallecas. Ahí, desempeñan su voluntariado con los jóvenes, o impartiendo la formación en los cursos, bien reglados o no, que de manera numerosa se desarrollan durante el año». Por último, pero no por ello menos importante, añade, «estamos los voluntarios de la Agencia de Colocación, que es una vía de intermediación que hay dentro del Servicio de Empleo para ‘casar’ las ofertas que podemos captar desde diferentes empresas con el colectivo con el que trabajamos, o con las personas que tenemos a través de los SOIE, o que nos llegan por diferentes vías, pero siempre con la posibilidad de ser contratados por las empresas, porque ya tienen su documentación, sus papeles en regla».

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Adaptación a la realidad

Reconoce que, «quienes acuden a los servicios de empleo de Cáritas Diocesana de Madrid, llegan muchas veces con una preocupación vital. Se trata en su gran mayoría de personas de origen extranjero que vienen a España buscando una inserción laboral, a veces huyendo de situaciones de precariedad social, económica e incluso de persecución política. Y con frecuencia se presentan ante nosotros sin conocer cuál es la situación, la realidad social y laboral a la que se van a enfrentar. Con lo cual, la primera función que tenemos que realizar los voluntarios es la de adaptarlos a esa situación, y hacerles ver cuál es el marco en el que tienen que desarrollar sus habilidades personales, así como su ámbito profesional posible».

«A menudo -explica-, para las personas que les atienden por primera vez a través de los SOIE, el trabajo consiste en hacerles ver que tienen más capacidad de la que ellos, en un primer momento, están dispuestos a reconocer. Porque acuden a nosotros en unas situaciones tan complicadas, tanto económicas como familiares, que están dispuestos a trabajar en lo que sea. Normalmente, aquí se les dice: ‘no, no, en lo que sea no, vamos a intentar descubrir, o mejor saber, cuáles son tus habilidades, capacidades y competencias, para que tu orientación laboral sea lo más acorde posible con ellas’. Hay que tener en cuenta que gran parte de las personas que llegan tienen un nivel de conocimientos, de estudios, mayor de lo que podríamos pensar. Por lo tanto, el reto para nosotros, tanto desde el SOIE como desde la Agencia de Colocación, es explorar y explotar esas capacidades que tienen para facilitar su inserción laboral plenal».

«Para nosotros -insiste-, como voluntarios, la labor fundamental que hay que hacer desde el primer momento, y que tenemos que realizar más allá del SOIE, es esta. Hay que tener en cuenta que nuestro Servicio de Empleo no es un compartimento estanco, ya que hay una interacción esencial entre la acogida, la formación y la búsqueda de empleo, realizando una labor continuada desde que se acoge por primera vez a una persona hasta que nos da la buena noticia de que hemos conseguido insertarle laboralmente y facilitarle un desarrollo profesional digno, algo que a veces para ellos es casi impensable».

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Implicación personal

Un proceso, el de acoger y acompañar, en el que para el voluntario «la implicación es inevitable, porque al final muchas veces tienes que hacer tuya la situación en la que se encuentran estas personas y sus familias. Con frecuencia, o casi siempre, detrás de la persona que estamos atendiendo hay menores, hay una familia, hay dificultades de vivienda, hay un elenco de circunstancias que no solo es la falta de trabajo. Solucionar su situación laboral les puede permitir atender esas otras, pero es importante que nosotros estemos cerca de la realidad personal y social que ellos tienen». «Claro que la dificultad es que, si te implicas con cada uno de los cientos de personas que pasan por aquí, pues acabas... Tendríamos que ser atendidos nosotros. Pero tampoco podemos tomar esto como una labor fría, en la que la persona que necesita ser acogida es uno más, un número o un simple nombre. Si nos quedáramos en eso, probablemente seríamos una agencia de colocación más».

«Lo que nos tiene que caracterizar -afirma-, y de hecho creo que así ocurre, es que la cercanía de ese acompañamiento no sea solo material, que también la hace Cáritas Diocesana de Madrid a través de sus múltiples vías, sino que sea un acompañamiento personal, anímico; que ellos tengan la confianza de que, detrás de su situación, está Cáritas. De hecho, muchas veces ellos mismos nos ayudan a buscar voluntarios». Y es que González Pisón, en su año de experiencia colaborando en la entidad, se ha encontrado «personas a las que hemos conseguido la inserción laboral, que nos llaman, diciendo: ‘oye, Cáritas me ha ayudado a mí, me ha atendido, y yo ahora también quiero ser ayuda para otra persona que está en la misma situación en la que yo me encontraba’». «Por lo tanto -resume-, el voluntario tiene que atender todas las situaciones intentando no verse arrastrado por ellas, ya que entonces no podríamos hacer bien nuestro trabajo ni podríamos atender a tantas y tantas personas como son las que se acercan a buscar nuestros servicios».

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Todos son atendidos

Los voluntarios del Servicio de Empleo de Cáritas Diocesana de Madrid tienen muy claro cuál es su objetivo. «Aquí, todo el que llega es atendido. No hay ningún corte en el sentido de: ‘es imposible insertarte laboralmente’. Cada persona que viene posee unas capacidades, competencias y talentos. Es verdad que el mercado laboral no siempre tiene la recepción adecuada para determinados tipos de perfiles, pero nosotros no dejamos de atender a todos». Por eso, apunta, «la palabra fracaso, en el año que llevo colaborando como voluntario, no la he oído nunca. Nos puede costar más o menos, pero al final creo que la sensación que todos tenemos, o la mía en particular, es que todo se consigue, cueste más o cueste menos. Hay veces que se logra colocar a la persona atendida en poco tiempo, y otras veces se le presenta como candidato a unas cuantas empresas, sin resultado. No hay que olvidar que nuestros candidatos están en plena competencia con cualquier otro del mercado, o con los que tenga la empresa, se incorporan a los procesos de selección como uno más, si bien creo que tienen una pequeña ventaja respecto a las empresas que nos conocen: éstas saben que detrás de cada candidato que les presentamos hay una labor de conocimiento y de trabajo previo con estas personas que, de alguna manera, nos permite 'responder por ellas'».

Por lo tanto, remarca, «nuestro objetivo es presentar candidatos que cumplan el perfil, que sean idóneos, no solo para cubrir el 'expediente', sino precisamente porque creamos que para el perfil definido van a poder desarrollar su cometido con perfectas cualidades. El fracaso para nosotros no debe existir. Esa es la sensación que todos tenemos. Al final, son ellos los que alcanzan el objetivo, con nuestro empuje y respaldo. Y, de hecho, yo creo que son muy pocos los que dejan de ser, por iniciativa propia suya, atendidos por parte de los SOIE's o desde la Agencia de Colocación».

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Puertas siempre abiertas

«Muchas veces -continúa-, la búsqueda de empleo no solo se focaliza a través de nosotros. Porque, en la medida en que incluso la propia entidad les ha facilitado una formación de distinto tipo, eso los abre al mercado por cualquier otra vía. Lógicamente, sabemos que aquí no hay exclusividades ni objetivos nuestros, sino que el objetivo es darles las posibilidades de formación y de conocimiento para que, o bien a través de Cáritas Diocesana de Madrid, o a través de un acceso directo al mercado laboral, puedan conseguir un puesto de trabajo». «Muchas veces -asevera-, y eso también es una alegría, gracias a haberles preparado en el autoconocimiento, en el desarrollo de sus competencias, en las labores de orientación y de formación para el empleo, les hemos ‘puesto’ digamos en el mercado de trabajo, y ellos por sí mismos han conseguido una ocupación. En ocasiones, ese puesto de trabajo no tiene un recorrido largo, y vuelven a Cáritas otra vez, porque ellos saben que aquí siempre van a tener la puerta abierta, aunque hayan conseguido el trabajo por otro lado. No hay ningún problema en eso», asegura.

Para González Pisón, «ser voluntario de Cáritas es una labor que, como se suele decir, te enriquece más a ti de lo que tú puedes dar. El voluntario en el ámbito de la organización es una persona que aporta porque está dispuesto a ofrecer su tiempo y sus conocimientos, cada uno con el nivel de implicación y disponibilidad que pueda y quiera; aquí nadie te exige ningún rendimiento mínimo, ni ninguna dedicación, sino: ‘tú, qué quieres hacer, en qué te quieres comprometer’. Y en eso creo que está la virtud de este voluntariado, que desde el principio te va conquistando, y resulta que echas la vista atrás y dices: ‘caramba, yo iba a venir solo un día a la semana, y me voy metiendo poco a poco en más cosas’, porque te das cuenta de que lo que tienes entre manos es muy importante para mucha gente. Probablemente, casos como el mío habrá muchos, en los que la vida y los colectivos en los que hemos tenido la oportunidad de trabajar son muy diferentes a las realidades sociales con las que nos encontramos aquí. Y eso también motiva de manera personal a contribuir, de forma modesta, con tu granito de arena, a que la vida de las personas pueda ser mejor. Por eso, animaría a todas las personas que quieran a que sean voluntarios en Cáritas Diocesana de Madrid. Una entidad que tiene un amplio espectro de voluntariado: es decir, se pueden hacer muchísimas cosas. Cada uno en función de donde se encuentre más a gusto y donde crea que su experiencia profesional o sus capacidades van a ser mejores, y va a estar más cómodo dentro de ese voluntariado que le ofrece la entidad», concluye.

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