A pesar de la poca incidencia del COVID-19 en la Cañada Real, sus habitantes han sufrido las consecuencias económicas y sociales del confinamiento como cualquier otro ciudadano, lo que se ha sumado a la histórica marginación de la zona. Tanto Cáritas Diocesana de Madrid como la parroquia Santo Domingo de la Calzada no han dejado de atender a su población.
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