|
¡Cuántas veces he dado vueltas a esa página del Evangelio en la que Jesús se aparece a María Magdalena! Comprobar que Cristo había resucitado, la experiencia del sepulcro vacío, tiene tal fuerza, tal hondura, que no es fácil explicarlo con palabras. Lo que sí se puede decir es que, aquellos que entraron y vieron el sepulcro, tuvieron un antes y un después en su vida. Eran diferentes; la ternura de Dios, la revolución de la ternura de Dios se había manifestado y ellos habían tenido experiencia de la misma. Hubo un antes y un después en sus vidas con el triunfo de Cristo, con su Resurrección. Pasaron de la muerte a la vida, del fracaso al triunfo, de la mentira a la verdad.
|
|