La pandemia de la COVID-19 ha traído oscuridad, preocupación, turbación y dolor, hasta el punto de lamentar incluso la pérdida de seres queridos. Pero no puede eliminar de nuestra vida el espíritu de la Navidad que tiene que manifestarse en alegría. Esta fue la primera palabra de Dios a María, a través del ángel, en la encarnación: «Alégrate». Sí, la alegría es el distintivo del discípulo de Cristo. Dios nos quiere, está a nuestro lado, está de nuestra parte, viene a entregarnos su luz, su paz, su amor, su corazón.
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