Homilías

Viernes, 26 enero 2024 12:53

Homilía del cardenal Cobo en el Domingo de la Palabra, en Nuestra Señora de Flor del Carmelo (21-I-2024)

  • Print
  • Email

El día de nuestro bautismo, igual que hoy, intervino Dios, y ese día empezó una historia de toda la Iglesia con cada uno de nosotros. Ese día se reunió la Iglesia entera con mucha gente que rezó por cada uno de nosotros. Y no solo la Iglesia que vemos, sino también la que no vemos. Allí, en ese día, igual que hoy, estaban todos rezando por nosotros y pidiéndole a Dios que interviniese en ese momento. Porque los sacramentos son momentos donde Dios interviene. Pero, claro, Dios no es Harry Potter, que va con una varita. No. Dios interviene siempre en el corazón, llamando. A veces silencioso. Pero interviene como interviene hoy.

Por eso, no olvidéis celebrar vuestro bautismo –Javier va a celebrarlo todos los años, seguro–, no olvidemos celebrar ese día tan especial donde todo empezó. Y en casa haced algo especial, porque ese día entrásteis a formar parte de esta familia de la Iglesia.

Hoy esta parroquia se convierte en la catedral. Cuando un adulto se bautiza, cuando alguien se hace cristiano, se le recibe en la catedral; pero vuestro párroco, junto con el vicario, me convenció, y nos traemos la catedral a esta parroquia. Nos la traemos aquí por la importancia que tiene para todos el que redescubramos también nuestro bautismo.

El bautismo tiene fuerza de apertura para poder escuchar de una forma especial, a través de la Palabra de Dios y los sacramentos, la voz de Dios. Dios, el propio Jesús, nos ha ido llamando muchas veces en la vida, a cada uno en un momento determinado: Javier, a ti ahora; a otros, más pequeños. A cada uno le ha ido llamando, pero a veces se nos olvida y nos vamos olvidando. Pero si algo tenemos claro es que Jesús nos llama uno a uno. A ti te ha llamado también Jesús, y te sigue llamando. Como a Jonás, como a Pedro, como a Andrés, como a Santiago: lo hemos escuchado. A cada uno de una forma muy especial y muy peculiar, y es una llamada que Jesús va repitiendo poco a poco en la vida.

Podéis decirme: «¿y esta llamada a qué es? ¿a ser muy buenos?». Pues a lo mejor no. «¿Es una llamada a esforzarnos? Al principio, no. «¿Y a qué llama?». Solo llama a una cosa, fijaos lo importante que es para Jesús: llama a estar con Él. Nada más. ¿Verdad que hay gente con la que os gusta estar? ¿Verdad que cuando tenemos miedo nos gusta estar con alguien, y con alguien de confianza? ¿Verdad que nos gusta estar con la gente a la que amamos? Y no nos dicen primero «pues tienes que hacer…». No. Cuando tenemos miedo, cuando estamos muy contentos, cuando estamos a gusto, queremos estar con los que queremos. Eso es a lo que llama Jesús: a estar con Él. Nada más. Y esto es lo que tendremos que hablar. No es decir «¿qué es ser cristiano: hacer cosas o pensar de alguna manera como si fuéramos un partido político?». No. Ser cristiano es escuchar la llamada de Jesús a estar con Él. Como estamos hoy. Como seguro que os ha pasado muchas veces –y a ti, Javier, a partir de ahora te va a pasar muchísimas veces– que vas a notar que Jesús te dice: «estoy contigo, te entiendo perfectamente». No necesitáis más.

También hemos escuchado hoy que cuando queremos estar con Jesús, cuando Jesús quiere estar con nosotros, inmediatamente cambiamos. Y Jesús lo que nos va pidiendo no es que siempre demos la talla –porque a veces metemos la pata–, lo que Jesús nos pide es la conversión. ¿Qué es la conversión?: continuamente escucharle a Él y estar dispuestos a cambiar también nosotros. ¿A que somos un poco cabezones? Y, según vamos creciendo, somos un poco más. Decimos: «esto es así, y no hay quien me cambie».

Mirar a Javier: tenía la vida hecha y, de repente, nota la llamada de Jesús y cambia todo. «Me quedo». Ese ejemplo que nos da hoy es lo que tendremos que hacer continuamente. Jesús me llama. ¿Y tú, estarías dispuesto a cambiar de rumbo, a cambiar de forma de pensar, a cambiar de…? Porque hay cosas que no cambiamos nunca. Sin embargo, cuando estamos con Jesús, cuando escuchamos su Palabra –hoy es un día muy especial, porque la Iglesia celebra la importancia que tiene la Palabra– y escuchamos a los otros cristianos, inmediatamente estamos dispuestos a cambiar de rumbo. Una cosa es meter a Jesús con calzador en mi vida diciendo: «yo estoy así, yo pienso esto de la economía, yo pienso esto de la política, yo pienso… y ahora a Jesús vamos a meterle con calzador, pero no cambia nada». Pues a lo mejor no. Cuando uno se hace cristiano y está con Jesús todos los días, Jesús va diciendo: «para estar conmigo escucha mi Palabra, para estar conmigo mira este amigo que tienes al lado que te necesita, para estar conmigo mira a ese que parece que está sufriendo, para estar conmigo ¿has visto que a veces hay que sufrir?...». Inmediatamente, cuando nos lo dice Jesús, podemos ir aprendiendo a cambiar de rumbo, porque ser cristiano es dejar que Jesús siga trabajando en nosotros.

Y Él trabaja en nosotros. Lo hemos visto. Yo, si no fuera cristiano, no sería la persona que soy. Me apuesto a que todos los que estáis aquí, si no fuéramos cristianos, seríamos de otra manera. Y seguiremos cambiando, porque Jesús sigue trabajando. Hemos escuchado en el evangelio que Jesús cogió a unos pescadores y les dijo: «¿tú qué sabes hacer?», «pescar», y les dice: «sigue pescando, pero ahora te voy a dar un destino más grande: no solo pesques peces, sé pescador de hombres y para otros». Y Jesús nos pregunta: «¿tú qué sabes hacer?». Tú dices: «yo sé cantar»; y Jesús te dice: «canta, canta para Jesús, y te doy un destino más grande: canta para otros», y te apuntas al coro. Y Jesús te dice: «¿tú qué sabes hacer?». «Yo sé estudiar». Y Él te dice: «estudia para Jesús. No solo para ti: estudia para Jesús. E, inmediatamente, estudia para otros». «Yo sé hacer paellas». Y Jesús te dice: «cocina para Jesús. E, inmediatamente, cocina para otros». Jesús nos cambia el destino de las cosas que hacemos, pero no nos hace hacer cosas raras. ¿Para qué vales? Hazlo para Jesús. Convierte tu vida para que lo tú vales sea para Jesús, e inmediatamente Jesús te dará un destino más grande.

El Reino de Dios está cerca –dice Jesús–, y yo añado: más cerca de lo que pensáis. Hoy nos vamos a dar cuenta de que ya está aquí: esto es el Reino de Dios. El Reino de Dios está en esta parroquia. El Reino de Dios está en tu casa, porque hoy te has bautizado y porque dejas y quieres estar con nosotros, y porque te llevas a Jesús a casa. El Reino de Dios está aquí: lo único que necesita es gente como Javier que sea capaz de recordarnos a todos que podemos ver a Jesús, y que podemos reconocerlo porque estamos juntos; que podemos estar con Jesús, que podemos escuchar y que podemos movilizar nuestra vida.

No os olvidéis de recordar vuestro bautismo, porque hoy lo vamos a renovar. No os olvidéis de recordar vuestra confirmación, porque hoy vamos a renovarla todos y vamos a prepararnos algunos para ella. Y no os olvidéis de vuestra primera eucaristía, porque hoy la renovamos todos, porque Dios interviene y nos dice que así el Reino de Dios está presente y así seguiremos estando con Jesús. No lo olvidéis. Estad con Él e iremos cambiando y dando un destino nuevo a nuestra vida. Ese destino que necesita. Vamos a celebrarlo con esta eucaristía, este bautismo y esta confirmación.

Arzobispado de Madrid

Sede central
Bailén, 8
Tel.: 91 454 64 00
info@archidiocesis.madrid

Catedral

Bailén, 10
Tel.: 91 542 22 00
informacion@catedraldelaalmudena.es
catedraldelaalmudena.es

 

Medios

Medios de Comunicación Social

 La Pasa, 5, bajo dcha.

Tel.: 91 364 40 50

infomadrid@archimadrid.es

 

Informática

Departamento de Internet

C/ Bailén 8
webmaster@archimadrid.org

Servicio Informático
Recursos parroquiales

SEPA
Utilidad para norma SEPA

 

Search