Homilías

Miércoles, 24 mayo 2023 13:15

Homilía del cardenal Osoro en la clausura del Año Santo de san Isidro (15-05-2023)

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Queridos señores cardenales, don Antonio Rouco y don Aquilino Bocos. Queridos obispos auxiliares de Madrid, obispo auxiliar de Getafe. Consejeros de la nunciatura apostólica. Queridos hermanos sacerdotes, vicarios episcopales de Madrid, hermanos sacerdotes. Queridos miembros de la vida consagrada. Excelentísima señora presidenta del Gobierno de la Comunidad de Madrid y autoridades del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Excelentísimo señor alcalde de Madrid y concejales. Autoridades civiles y militares. Muy Ilustre y Primitiva Congregación de San Isidro de Naturales de Madrid. Hermanos y hermanas.

Clausuramos hoy el Año Santo de san Isidro. No ha sido un año más el que hemos vivido en Madrid. En este Año Santo de gracia, el amor del Señor ha tenido una presencia singular en nuestra vida a través de la cercanía de san Isidro Labrador. Un Año Santo de san Isidro Labrador que el Santo Padre, el Papa Francisco, concedió a Madrid. Año de gracia para Madrid y para todos los que, de diversos lugares de España, de diversos países de todos los continentes, han pasado por la basílica de san Isidro para pedir a este santo madrileño y universal su intercesión y su ayuda. Hoy, todos los madrileños, al clausurar el Año Santo, decimos juntos: gracias, Señor, pues en este Año Santo vivido en Madrid, con la intercesión y cercanía de san Isidro Labrador, santo madrileño, hemos podido ver y sentir la universalidad también de la Iglesia. He podido comprobar con testimonios elocuentes cómo los misioneros, en su misión evangelizadora, ellos pudieron presentar a este santo, laico cristiano, esposo y padre de familia, como modelo cristiano que fraguó su vida dejándose invadir por la gracia de Nuestro Señor, Jesucristo. Construyó una familia cristiana que sigue siendo modelo para todas las familias cristianas. Fue un creyente y trabajador incansable, modelo de caridad cristiana para todos los que tuvo a su lado y para todos los que iban en búsqueda de su consejo y cercanía.

El gozo de san Isidro Labrador era lo que el salmo primero nos recordaba: «Su gozo era la ley del Señor». En el Madrid de su tiempo nadie que estuviese junto a él pasaba necesidad, pues compartía lo que tenía, como los primeros cristianos, como nos ha dicho la primera lectura que hemos proclamado. Se mantuvo firme en la fe, constante en el obrar, compasivo y misericordioso. Vivir el Evangelio fue su pasión y proponerlo con su vida y con ejemplo.

Queridos hermanos y hermanas. Por otra parte, con las investigaciones que hemos podido hacer estudiando su cuerpo, hemos conocido más su persona, su tiempo, su época, la Iglesia. Os hablo de san Isidro con las tres palabras que a mi modo de ver resumen su vida y su modo de vivir y actuar: escuchar, caminar y anunciar.

Escuchar. Gracias, san Isidro. En tu cercanía hemos aprendido a escuchar la Palabra de Dios. En este Año Santo, san Isidro nos ha invitado a sintonizar con la Palabra de Dios y a discernir si somos de verdad hombres y mujeres que formamos parte de un Pueblo en el que caminamos juntos, junto al Señor que camina en medio de nosotros.

Os invito hoy a que descubramos la belleza que tiene el Pueblo de Dios. No hagáis caso de profetas de calamidades que dividen y rompen. Haceos esta pregunta: ¿dónde está la belleza del Pueblo de Dios? Está en algo singular: todos caminando juntos, sintiéndonos miembros de un pueblo santo. Queridos hermanos, ¿hay algo más bello que hacer camino juntos? ¿Hay algo más grande que encontrar nuevas sendas colaborando para anunciar el Evangelio, ayudándonos, sin evasiones hacia adelante, pero también sin nostalgias del pasado hacia atrás? ¿Hay algo más hermoso que ser hombres y mujeres de comunión en Cristo, que unimos y no rompemos, que colaboramos unos con otros, que construimos fraternidad, que pedimos disculpas, que reconocemos los errores y pedimos perdón? En la evangelización de América y de Asia, los evangelizadores llevaron la persona de san Isidro proponiendo su vida como modelo cristiano, que escuchó la Palabra de Dios y que caminó con la Iglesia.

Caminar. Gracias, san Isidro, por estar en nuestro camino. Hay que hacer un camino desde aquella y con aquella intuición tan bella que nos regaló el Papa san Juan Pablo II, y que después el Papa Benedicto XVI enriqueció, y que el Papa Francisco ha querido que se concretara en nuestra vida cristiana y en todo el camino que hace la Iglesia. El Papa nos anima a vivir este tiempo siguiendo las huellas de su predecesor san Juan Pablo II. Nos dice que nuestro tiempo ha de ser un tiempo de misericordia; sentirnos envueltos en la misericordia del Señor. Sí. Caminar envueltos en la misericordia del Señor. Todos los vecinos de aquel pequeño Madrid de entonces encontraron en san Isidro a un hombre siempre en camino, siguiendo a Cristo, convertido en un hombre de misericordia, acogida y escucha.

¿Qué entregó a Madrid san Isidro? Cuando uno se detiene en la historia de Madrid, en la capacidad de acogida que ha tenido en su historia siempre para todos los que llegaron y llegan, se puede resumir en dos expresiones: la alegría de la fe y la belleza de la fraternidad que engendra la misión del cristiano. Esto es lo que entregó y sigue entregando san Isidro Labrador. Sí, la alegría de haber asumido una manera de ser y de vivir que no excluye absolutamente a nadie, pero que regala y ofrece esa mirada y gestos de Jesús, como ser canales abiertos y generosos de los que fluye amor, gracia, poner al otro en el centro y ser constructores de fraternidad.

Anunciar. Nos ha tocado vivir un tiempo nuevo. Pero san Isidro sigue dándonos luz para anunciar hoy a Nuestro Señor, Jesucristo. Para anunciar hay que rezar. La creatividad viene de la oración, pues nos abre a Dios y a los demás. Nos abre al prójimo. Salir de sí no es una aventura, es un camino. Es el camino que Dios ha indicado a los hombres desde el primer momento cuando dijo a Abrahán: «Sal de tu tierra». Esto lo hizo de una manera maravillosa san Isidro Labrador, por eso iban a él tantos vecinos. En la vida de san Isidro, la «cercanía» es una palabra clave, «ser cercano». El Papa Benedicto XVI tiene una expresión que dijo en Bien Aparecida y que vuelve a tener actualidad cuando nos acercamos a la vida de san Isidro Labrador: «La Iglesia crece no por proselitismo, sino por atracción». Y de lo que significa y es la atracción nos puede hablar y decir mucho san Isidro Labrador. Él nos dice con su vida que la atracción es esa empatía humana que luego guía el Espíritu Santo. Para anunciar, las personas se tienen que sentirse acogidas. Un anuncio de Cristo no lo pueden hacer hombres y mujeres enfadados, sin alegría. Así no se puede anunciar el Evangelio.

Queridos hermanos. Estamos invitados a descubrir en san Isidro Labrador un modo de caminar mostrando la belleza que tiene el Evangelio., la forma de vivir que nos regala y la forma de estar y de construir este mundo.

Dentro de unos momentos, queridos hermanos, el Señor se va a hacer presente aquí, entre nosotros, en el altar, en el misterio de la Eucaristía. Acojámosle como lo hizo san Isidro Labrador, y con Él descubramos la belleza de la fraternidad y el compromiso que tenemos para construirla e irradiarla.

Amén.

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