Este sábado, 9 de junio, han concluido los trabajos del Plan Diocesano de Evangelización con una jornada festiva en la catedral de la Almudena. Tres años de trabajo de esta Iglesia que peregrina en Madrid, donde han participado más de 10.000 personas, congregadas desde diferentes sensibilidades, asociaciones y movimientos.
Datos de participación
Esta iniciativa que nace con una sola vocación, la de servir, ha registrado, en total, 769 grupos. Suma que, desgranada por vicarías, queda desarrollada de la siguiente manera: Vicaría I (107), Vicaría II (125), Vicaría III (59), Vicaría IV (44), Vicaría V (63), Vicaría VI (80), Vicaría VII (144) y Vicaría VIII (111).
Asimismo, han participado diferentes realidades eclesiales, que no están adscritas a ninguna vicaría territorial. Entre otras, destacan Acción Católica, Adoración Nocturna Española, Camino Neocatecumenal, Cáritas Madrid, Comisión Diocesana de Justicia y Paz, la Delegación de Enseñanza, la HOAC o la Universidad Pontificia de Comillas.
Propuestas surgidas en los grupos
Coincidiendo con el cierre de los trabajos, la Vicaría de Evangelización ha editado un folleto en el que se agrupan las diferentes propuestas surgidas de los siete núcleos de trabajo en los 14 puntos en los que más han insistido los grupos:
- La acogida
En el primer punto se expone la necesidad de que la Iglesia, como buena Madre, sea acogedora y se preocupe por la persona en sus necesidades espirituales y materiales, teniendo en cuenta su contexto familiar. Además, se pide que se promueva, como comunidad cristiana, la acogida pastoral en todas las acciones, que se aprenda a escuchar, a cuidar los templos y mantenerlos abiertos, que se adopten los horarios y estructuras parroquiales, y que se cuide la acogida en tanatorios, cementerios, cárceles, hospitales, etc.
- El acompañamiento
En este apartado se exige fomentar la pastoral de acompañamiento personal y no quedarse solamente en la pastoral de grupos y reuniones, así como favorecer procesos de acompañamiento en la vida espiritual y cristiana, tanto a los agentes de pastoral como a los que realizan su proceso de iniciación cristiana. También se anima a comenzar una escucha activa hacia las personas que tienen sus vidas rotas.
- La pastoral socio-caritativa
Esta pastoral se expone con el deseo de favorecer las actitudes personales: orar más, conocer la Doctrina Social de la Iglesia, reconocer y vencer los prejuicios hacia las personas marginadas y excluidas, crecer en paciencia o hacer examen de conciencia. Una pastoral que también quiere favorecer la conversión comunitaria practicando las obras de misericordia, poniendo a los pobres en el centro, ayudando a las personas con problemas a preservar su dignidad y no quedándose en el habriaqueísmo.
- La celebración de los sacramentos
Mediante la formación y la coordinación, se propone promover el estudio de la Ordenación General del Misal Romano y demás libros litúrgicos para mejorar la Eucaristía y los demás sacramentos, y mantener los mismos criterios de formación en las catequesis. Y también tiene una importancia relevante el modo de celebrar: cuidar y preparar las celebraciones, ampliar los horarios para la celebración del sacramentos de la confesión, y preparar y cuidar las homilías por parte de los presbíteros.
- El dialogo fe-cultura
Es esencial el hecho de potenciar las nuevas tecnologías para facilitar en las catequesis el reconocimiento de la belleza de la creación y del arte sacro, así como fomentar actividades que permitan disfrutar de cualquiera de las expresiones de la verdadera belleza que existe en la cultura (arte, música, pintura, cine, teatro, literatura, poesía, deporte…) y en la naturaleza (excursiones, senderismo, ecología…). Se plantea, también, el crear espacios diocesanos de Espiritualidad y Arte en Oración, silencio y escucha, y aprovechar la presencia de los cristianos y de las capellanías en la escuela pública y en la universidad para posibilitar el diáogo y el encuentro.
- La vida de la diócesis
En este punto, se alienta a simplificar la estructura diocesana y a hacerla más operativa, a respetar y a aplicar seriamente los criterios diocesanos para que, como Cuerpo de Cristo, «vayamos todos a la par», con el fin de ofrecer una respuesta que, por encima de individualismos y personalismos, fomente la comunión.
- La espiritualidad
Se centra en profundizar más en el encuentro con Cristo para tener esa convicción profunda del apóstol Pedro, y poder hablar y actuar con esa fuerza y esa seguridad como él lo hizo. También se exige reavivar nuestra fe, fomentando la oración comunitaria y viviendo la Eucaristía como una fiesta, educar en el asombro ante lo que nos rodea, recuperar la belleza de lo sencillo cuidando los gestos y las actitudes, fomentar la pastoral vocacional para todos los cristianos, profundizar en la oración y cuidar la espiritualidad. Propuestas que requieren una serie de acciones en torno al cuidado de la celebración de la Misa, a la oración y a la pastoral de la santidad.
- La formación
Dentro de los procesos de iniciación cristiana, se debe propiciar que sirvan para iniciar realmente en la fe y ayuden, al mismo tiempo, a conseguir una buena conciencia social, coherente con el Evangelio. Dicha tarea supone que, en el acompañamiento de la catequesis, haya actividades de visita a los enfermos como periferia existencial. Del mismo modo, se explica que los agentes de pastoral deben cuidar la formación permanente de los sacerdotes y formar a dicho agentes en la Doctrina Social de la Iglesia.
- La comunión eclesial
Se debe favorecer la conversión que hace posible la comunión, poniendo a Dios en el centro de la vida y en el de la Iglesia, aprendiendo a pedir y a ofrecer perdón, y fomentando la confianza mutua. Una labor que llama a profundizar más en el sentido del Pueblo de Dios, teniendo en cuenta los documentos del Concilio Vaticano II y el magisterio del Papa Francisco. Campos en los que se reconoce la necesidad de mejorar y donde también se incide, entre otras cosas, en la importancia de delegar –por parte de los sacerdotes– todas aquellas acciones que puedan desempeñar los laicos, dandoles más protagonismo, tanto a ellos como a las mujeres.
- Iglesia en salida
Se presenta la tarea de cuidar aquellas actitudes que necesiten crear lazos con la gente, situarse apostólicamente en el lugar donde estamos, descubrir los valores evangélicos que hay en el mundo, evitar protagonismos, no callarnos ante las injusticias y estar dispuestos al sacrificio; no querer destacar sino mostrar actitud de servicio y humildad sincera y ejemplar, o volver al Evangelio como fuente de vida hasta vivir como vivió Jesús. Una Iglesia en salida desde la cual se propone, además de estar presnete en las redes sociales, fomentar misiones populares, involucrarse en las asociaciones vecinales del barrio o visitar ancianos o enfermos discapacitados intentando que se sientan amados.
- La pastoral juvenil
Este apartado reclama crear en las comunidades un ambiente que favorezca el crecimiento de los jóvenes en la vida cristiana, fomentar la formación y propuestas de experiencias para aprender a amar y entender la vida como vocación, apoyarse en las acciones caritativas y sociales para incorporar a los jóvenes, o renovar la pastoral universitaria: «No podemos contentarnos con tener capillas», ya que hemos de «ser creativos con los jóvenes, estar con ellos y escucharlos».
- La pastoral familiar
Se demanda cuidar un estilo pastoral que apueste por una Iglesia familiar, aceptar realmente los diferentes tipos de familia en la Iglesia o acoger en las parroquias a las familias con problemas. De la mano del Plan Diocesano de Pastoral Familiar, se requiere ofrecer una catequesis familiar para la diócesis y analizar la realidad de los matrimonios jóvenes hasta encontrar las acciones adecuadas para acercarse a esas familias. Y en cada una de esas propuestas, resurge la importancia de formar a las familias para que testimonien la belleza del amor mediante la espiritualidad y el acompañamiento.
- Los sacerdotes
Este punto reclama promover una dedicación mayor a lo propio de su ministerio. De ahí en adelante, brota la importancia de cuidar su formación permanente, de abandonar la mentalidad funcional y de ser cercanos. Asimismo, cobra mucho interés el hecho de trabajar al unísono sacerdotes, laicos y religiosos, superando miedos y prejuicios entre unos y otros: «Todos juntos en la barca remando en la misma dirección». Y demanda no olvidar, en ningún caso, a los sacerdotes mayores.
- Propuestas varias
En este último apartado, se plantea crear el Teléfono de información de la Diócesis de Madrid, donde cualquier persona pueda obtener información y orientación para solucionar sus problemas de fe, dar vida a la acción pastoral en el mundo de la empresa y del trabajo, ayudar a identificar, nombrar y acoger los gozos y las fatigas cotidianas en el entorno laboral como historia de salvación para nosotros y para los otros, atender las necesidades de los profesionales cristianos que ya están insertos en el mundo laboral, no criticar o desprestigiar las actividades públicas de los otros cristianos o de los no cristianos y no tener miedo a innovar o a crear nuevos métodos de acercamiento a los otros.